*Gabriel*
Antes no solía dormir. Estaba todo el tiempo observando a la humanidad y haciendo entrar en razón a las almas que debían abandonar la tierra, convenciéndolas de que irían a un lugar mejor. Porque lo era. Oculto de todo mal, solo había paz y tranquilidad.
Ahora estaba frente al espejo del baño de los chicos de un internado para hijos de almas condenadas, pecadores.
Me repetía una y otra vez que Dios, Padre, daba las tareas más difíciles a sus mejores guerreros. Y esto era complicado y nuevo para mí. Estar sin mis alas, sin poderes, en un lugar con aroma a malicia, a ira, a rencor, a pecado... Y todo por ella, porque era mi responsabilidad, y yo, su Ángel Guardián.
Pasé las manos por mi cabello húmedo, y luego por mi rostro. No me gustaba tener que fingir ser un simple mortal, pero debía afrontar las consecuencias de mi negligencia.
Al ser sábado teníamos derecho a pasar parte de la mañana y la tarde en el gran patio. Mi plan era acercarme a Lilith, con cualquier excusa, quería terminar con eso cuanto antes.
Una vez en la habitación decidí ponerme unos jeans ligeros y un abrigo. Las nubes grises y el clima húmedo anunciaban que el otoño estaba por venir.
Andrew y Simon llegaron al cuarto. Podía sentir sus auras, la tranquilidad de un día libre nos motivaba a todos.
- Hey, saquemos el balón, juguemos un poco para estirar las piernas.- Dijo Simon a la vez que se recostaba en su cama.
- Me parece buena idea, aunque el clima anuncia lluvia.- Dije con acierto. En menos de cuatro horas caería un gran chaparrón. - ¿Qué piensas, Andrew?.- Su aura había cambiado totalmente, ahora estaba preocupado.
- ¿Andrew?.- Simon intentaba reclamar la atención del chico, que estaba embobado mirando por la ventana.
- Solo esperemos que no llueva, sería una pena perder el único día libre.- Dijo caminando hacia el escritorio.
- ¿Pasa algo?.- Con un poco de suerte, lograría que se desahogara.
El chico suspiró. Un Ángel siempre consigue lo que quiere, es un gran don, que muchos llaman manipulación.
- No digáis que os lo he dicho.- Sus ojos cafés nos analizaron a Simon y a mí.- Hoy habrá un conflicto de bandas.-
- ¿Quiénes?.- Preguntó con angustia el pelinegro.
- México...- Hizo un pequeño silencio.- Con Asia.- Exclamó con impotencia, melancolía y algo de miedo.
- Pero tú eres de España.- Dije sin comprender.
- Pero Andrea es de México.- Simon se llevó las manos a la cabeza y caminó por la habitación.
La impotencia era evidente en ambos chicos, tenía el poder necesario para calmarlos, pero no sabía que decir.
- Lo que me choca es saber que por más que quiera no puedo hacer nada.- Caminó hacia la ventana.- Si le pasa algo creo que me muero.-
- ¿Quién es ella?.- Pregunté queriendo indagar en el asunto.
- Andrea.- Esbozó una media sonrisa y la tristeza se apoderó de sus ojos.- Es mi ex, rompimos hace solo una semana.- Aún miraba por la ventana, y empezaba a comprender las cosas.
- Sí puedes hacer.- Los chicos me miraron con un atisbo de sarcasmo en sus rostros.
- Gabriel.- Simon caminó hacia mí y me puso una mano sobre el hombro.- No te enteras de nada, ¿verdad?.- Negué con la cabeza.- Una vez que entras en una banda no vuelves a ser tú solo. Si nuestro colega aquí presente.- Dijo señalando al chico.- Decide entrar en esa pelea, España se tiene que meter, y no creo que funcione, pues Asia nos supera tanto en integrantes como en técnicas para borrarnos a todos de esta puta escuela.-
La angustia recorría sus cuerpos.
- Bien.- Andrew tomó el balón.- Bajemos, nos estamos perdiendo el día libre.-
Simon le tiró un brazo por el hombro, ambos se querían, como hermanos. Y me dió un poco de nostalgia.
Caminamos en silencio hasta llegar al gran patio. Que estaba repleto de estudiantes y profesores.
Bandas organizadas, socializando entre ellos, ignorando a los demás. Podía sentir todas las emociones en el ambiente. Y eso era algo sinceramente incómodo.
Nos instalamos en unos bancos y automáticamente los demás miembros salieron de sus grupos y se dirigieron a nosotros.
- Ya necesitabamos un partido.- Dijo un chico moreno y nos saludó con los puños.
Los otros hicieron lo mismo y caminamos hacia el campo.
Automáticamente las bandas se dirigieron a las gradas seguidos de los profesores y la directora. Supe al instante que todos estaban al tanto de lo que pasaría, pero nadie estaría dispuesto a intervenir.
Vislumbré un cabello rojizo, y ahí estaba Lilith. Con sus compañeras de cuarto y un chico de raro peinado azul.
Miraba a alguien y sentía repugnancia. Mis ojos siguieron a los suyos y me sentí victorioso. Samael le repugnaba. Esto empezaba bien, a este paso terminaría antes de lo previsto con esta tarea tan...incómoda.
Nos acomodamos en las respectivas posiciones y los demás se aglomeraron a nuestro alrededor. Andrew lanzó el balón y comenzamos el juego.
***
Aún no me acostumbraba al sudor. Era desagradable y muy húmedo. Estaba cubierto de él. Había corrido y agotado energía como nunca. Pero me sentía bien. Los alumnos vitoreaban nuestros nombres y aplaudían. Me gustaba eso, ser venerado.
Aún en la distancia, podía sentir a Lilith. Su aura era confusa, y me era difícil comprender lo que sentía. Hablaba animadamente con sus amigos, pero sus ojos volteraron a verme. Ambos sonreímos como niños.
Todo pasó muy lento a mi alrededor, no me perdí ni un detalle de lo que acababa de ocurrir. Una chica asiática caminó sin disimulo por cada una de las bandas, tenía el cabello recogido con unos palillos, se detuvo justo enfrente de una chica y con ambas manos los cogió por separado mostrando el largo del su pelo. Acto seguido la apuñaleó en el estómago con su "arma" tan discreta que nadie se habría dado cuenta. El cuerpo herido se desplomó en el suelo.
- ¡Andrea!.- Andrew soltó un grito desgarrador, y corrió hacia ella, la rabia y el miedo estaban en su interior, Simon y los demás chicos se lanzaron sobre él. Las lágrimas corrían como cascadas por sus mejillas.
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Editado: 08.10.2021