*Lilith D'angelo*
El agua caía haciendo fuertes sonidos contra la ventana y la luz de la luna hacía que cada gota fuese reflejada en la habitación. Hacía frío.
Habían apagado la calefacción como muestra de castigo. Llevábamos seis horas sin salir de la habitación, y de cena solo nos habían dado una manzana por alumno, entregadas personalmente por la directora a la vez que nos devoraba a preguntas.
Sabía quién era la culpable de lo sucedido, pero en un lugar así los que se iban de la lengua regresaban a su casa en un ataúd. Lo tenía claro, esto era igual que en casa, por suerte conocía bien las reglas.
– ¿Están despiertas?.– Susurró Antonella.
No estaba de humor para hablar con alguien, cerré los ojos.
– ¿Tampoco has podido dormir?.– Valeria se volteó hasta quedar frente a la rubia.
– No.– Dijo aliviada.
– Sabemos quién fue...– Hizo un pequeño silencio.– Podemos contar todo a la directora y...
– Ni lo pienses.– Interrumpió.– No pienso perder a más personas aquí.–
Me había confundido, ¿De qué hablaba?.
– ¿Has perdido....– Valeria preguntó
– Sí...–
Su voz se estaba quebrando, en cualquier momento rompería a llorar.
– No es necesario hablar de eso si no quieres.–
– Sí quiero.– Antonella suspiró.– Hace solo cuatro meses... mis compañeras de cuarto eran las únicas personas que me comprendían.– Hizo un corto silencio.– Viky era muy hermosa, una de las chicas más bellas de aquí, le gustaba a todos. Pero eligió mal.– Estaba llorando, su voz había cambiado.– Empezó con Marco, como un juego para ella, hasta que terminó enamorándose de él.– Sollozó.
– No tienes que hacerlo, no te presiones.–
– Sí tengo que hacerlo, han sido cuatro meses en los que he fingido que todo está bien, y no, no lo está.–
– Vale, entiendo.–
– Solo no me interrumpas... ¿Puedes?.– Antonella era una chica fuerte.
– Ok, no lo hago.– Valeria se sentó en la cama.
– Marco no era malo con Viky, pero tenía novia. Siempre intentamos que nuestra amiga entrara en razón, pero el amor además de ser ciego, es sordo. No nos escuchaba, quisimos, de verdad que quisimos que saliera de eso —sollozaba sin control, en cualquier momento me vería obligada a "despertar"— Nikole, está actualmente en último curso, es muy hermosa, dulce y alegre, aparentemente todo está bien con ella, y lo está....—hizo un corto silencio— Hasta que te "relacionas" con su novio, Marco. Es una verdadera psicópata, por tres meses dejó mensajes en nuestra habitación, al principio eran solo cartas, luego regaba sus cosas, y después pasó a dejar animales muertos... y humillaciones públicas —en su voz se percibía un atisbo de pena— Los últimos días de Viky fueron un jodido infierno...
— ¿Últimos?—interrumpió Valeria a la vez que sus manos cubrieron su boca en un gesto involuntario de asombro.
Antonella suspiró.
— Sí... Nikole es rusa, supongo que fue fácil para ella conseguir veneno, y se aseguró de que fuese uno que la haría sufrir hasta el último momento. Dejó sobre la cama de Viky unos chocolates, iguales que los que solía regalarle Marcos, y la ilusa de nuestra amiga los comió. Veinticuatro horas después estaba muerta, sus órganos se habían detenido, uno a uno, horas agonizantes, donde todos sabían qué había pasado, pero nadie decía nada. Jules: prima de Viky, nuestra compañera de cuarto y amiga, no se quedó de brazos cruzados —tomó aire, había parado de llorar, y desbordaba rabia por los poros— Habló con la directora y exigió que tomase medidas al respecto, en vano, solo consiguió el mismo destino.... En dos días me había quedado sola en este lugar, y la verdad es que no soy la persona más valiente del mundo, pero siempre me va a quedar el cargo de conciencia de no haber hecho nada por mis amigas, por ser tan cobarde.
— Lo siento mucho. Nunca imaginé que hubieras pasado por algo así—Valeria seguía con la misma expresión de asombro.
— Es la primera vez que me desahogo. Ni siquiera el psicólogo ha logrado que saque todo lo que cargo —Antonella sonrió con pena.
— También pasé por algo así...—Valeria rompió la atmósfera incómoda que se había creado alrededor de Antonella
— ¿Eh?.
¡¿EH?!
— Mi familia, siempre había sido la familia perfecta... Mi padre, era jefe de mafia, pero aún así amaba mucho a mi madre, y nos quería mucho a mi hermano y a mí, nos íbamos de vacaciones, y siempre estábamos juntos. Sabíamos que eso de la mafia tarde o temprano afectaría nuestra vida, y mi padre quería salir, pero en esto de la mafia una vez que entras, no sales, almenos no vivo —hizo una pequeña pausa y me di cuenta que estaba llorando— Mi hermano había caído en el juego, y tenía muchas deudas, por lo que decidieron que en un año ambos saldrían de la mafia, y nos iríamos a alguna isla del Caribe a vivir —suspiró con melancolía— Pero al parecer Dios tenía otros planes... Mi padre y mi hermano fueron asesinados, las deudas quedaron. Mi madre pidió ayuda a los "amigos de la familia", y todos nos dieron la espalda, todos menos el señor D' Angelo, que se hizo cargo de las deudas y nos dio a mi madre y a mí un hogar...—se limpió las lágrimas y sonrió con pena.
— Jamás imaginé eso, me ha tomado por sorpresa totalmente— Antonella estaba tan asombrada como yo.
Tampoco sabía esa historia, si supe que Alessandra y Valeria habían llegado a casa un día y se habían quedado hasta el sol de hoy, pero jamás había preguntado el porqué, en casa siempre había servidumbre nueva, mi madre era demasiado exigente, y no me había asombrado en lo absoluto.
— Pocas personas lo saben, mi madre no quiso que se supiera ese "secreto", y pues yo nunca había tenido amigas, así que no me había sentido en la necesidad de desahogarme.
— ¿Pero Lilith y tú no sois amigas? —preguntó Antonella.
— No, antes de esto nunca habíamos tenido que vernos las caras por más de un minuto. Ella siempre estaba en fiestas, con sus amigas o en su cuarto, y yo, pues era la hija de una de las sirvientas —su expresión era algo difícil de decifrar, pero se notaba herida.
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Editado: 08.10.2021