Genesis Of Deorum

III Mundos Paralelos

Cuando Beth despertó, el sol se había despedido de Petra, había dormido el día completo, su pequeño cuerpo se sentía renovado, había soñado con su madre contándole historias sobre personas mágicas que manipulaban los elementos de la naturaleza, eso siempre la hacía sonreír, fue tan vivido el sueño que cuando despertó bajo ese techo desconocido tuvo que parpadear varias veces para convencerse de que estaba allí.

            La habitación en la que se encontraba era espaciosa, habían varias camas ubicadas perpendicularmente a la suya, sobre la cama contigua vio el pijama de Carlos primorosamente doblado. Las paredes eran de piedra, parecían talladas bruscamente, sobre su cabeza la luna brillaba a través de una ventana semicircular.

Esa ciudad refugio contaba con luz eléctrica, lo cual era una maravilla, ya Beth había oído historias de refugios que no tenían acceso al agua o a la energía eléctrica porque los Cazadores les cortaban el suministro para obligarles a salir.

            Nunca pensó que esa absurda guerra tocaría a su puerta, pero así fue, de un segundo a otro, el mal llegó y la dejó sin madre ni hogar. Se levantó, necesitaba conseguir a Carlos, no quería sentirse sola, temía que al apartarse de él se lo arrebataran también.

            Al pie de su cama consiguió una blusa larga, un par de pantalones de mezclilla, medias, un par de zapatos deportivos blancos y una chaqueta azul, era ropa usada pero en buen estado, se apresuró a alistarse, abrió la puerta de la habitación y vio que ésta daba directamente a unas escaleras de piedra que bajaban hasta donde alcanzaba la vista, con un buen número de puertas igual a la suya, dudó por un instante ¿Qué pasaría si no encontraba a su hermano? ¿Sabría volver a esa habitación?

            Decidió bajar poco a poco, deseando a cada paso ver a su hermano subir, llevaba la mano derecha pegada al muro para aferrarse a algo, en un momento se sintió perdida, vio el espacio que había dejado atrás y el que le faltaba por bajar y todo era igual a sus ojos, la desesperación comenzó a apoderarse de ella, sin embargo, no podía permitirse llorar, no había más camino que terminar de bajar, siguió descendiendo un trecho, más abajo se abrió una puerta y salió una mujer pelirroja sosteniendo unos papeles primorosamente ordenados.

            Beth dudó entre llamar su atención o no, pero no hizo falta, la mujer se volteó al sentirse observada y se quedó allí, esperando a que la niña llegase a su altura con una expresión ceñuda en la cara.

            Los niños pequeños no deben vagar solos por las escaleras –dijo la pelirroja con acento molesto- los malcriados ocasionan los peores desastres.

            Beth se quedó de piedra, pensaba que esta mujer la ayudaría pero estaba parada allí juzgándola sin siquiera saber nada sobre ella. Sin embargo, había aprendido a usar su simpatía para ganarse a las personas y uso su arma.

            Señorita, mi hermano y yo llegamos ésta madrugada –dijo poniendo su cara más inocente- me desperté sola y necesito encontrarlo.

            Mal hecho de su parte por no estar al pendiente –la mujer no cambió su actitud- eres del grupo de Karina ¿cierto? Te llevaré con ellos. Sígueme.

            La mujer comenzó a bajar lo que restaba de escaleras con rapidez  mientras Beth intentaba seguirle el paso, no podía entender cuál era se problema, en un momento la extraña se cansó de la lentitud de la niña y la tomó del brazo, aunque fue peor para Beth porque tenía que correr.

            Cruzaron un amplio salón precariamente iluminado, algunas personas se giraron a verlas con curiosidad, pero ellas no se detuvieron hasta llegar a una puerta de madera frente a la que la mujer finalmente se detuvo y tocó tres veces.

            La respuesta fue casi inmediata, aunque para la niña el tiempo estaba detenido hasta que la puerta se abrió y vio a su hermano sentado en una banca de madera junto a sus amigos. Corrió hacia él mientras la mujer se acercaba a unos hombres a su izquierda y entregaba los papeles.

            ¡Soldado! –exclamó la mujer pelirroja dirigiéndose a Carlos- los infantes no pueden vagar solos por las instalaciones. Ella es su responsabilidad, no debe dejar a nadie más hacerse cargo de eso.

            Carlos se levantó agarrando a Beth de la manito y con una fuerza que ella le desconocía le contestó:

            Mi hermana no es una carga para mí, es mi familia y no dejaré que nadie la llame “eso”, además le recuerdo que yo no soy un soldado, ni lo seré tampoco. Lucharé contra los cazadores a mi manera. Con permiso.

            Beth salió de la habitación llevada por él con paso firme, Karina, sin embargo, había permanecido en silencio y no se levantó para acompañarlos. La niña se volteó a ver a Gary quien le devolvió la mirada con un dejo de tristeza en el rostro.

            Nos vamos de aquí hermanita –le comunicó Carlos mientras atravesaban el salón amplio- éste es el cuartel de Petra, no dejaré que me usen como carnada de los Cazadores.

            Beth esperaba que regresaran a la habitación pero en cambio su hermano se dirigió hacia una puerta aún más grande que la anterior y la empujó. Frente a ellos se abrió un espacio circular de piedra, en el medio había un obelisco gris que apuntaba hacia el cielo despejado, cruzaron sin mediar palabra hasta que alcanzaron el otro lado del circulo, allí caminaron por un puente de rocas que los llevó hasta una zona de casas pequeñas.



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En el texto hay: accion y aventura, persecusiones, magia e inquisicion

Editado: 19.08.2020

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