Capitulo 10 (vampiros) parte 4
En el despacho del vampiro, Damián se encontraba de pie frente a la ventana, observando el exterior, mientras que Jack estaba sentado en su silla, vigilando los movimientos de su invitado. No era que no confiara en él; al contrario, le sorprendía su tranquilidad, ya que lo que venía no sería fácil, y menos para él.
—Todo está listo para la siguiente fase del plan. ¿Estás listo? —Damián lo sacó de sus pensamientos.
—Claro que lo estoy.
—¿Cuándo es la próxima reunión con el consejo?
—En una semana y cuatro días empieza el show. Todos están listos para lo que se aproxima.
—Entonces que empiece la cuenta regresiva... —Damián lo miró fijamente.
—Fabiana tuvo una visión. Aquella chica que necesitamos estará pronto en tus manos.
—¿Cuántas son las posibilidades de que quede embarazada?
—Creo que un 50-50, pero ya hablé con Alanna para que preparara una poción que fortalezca su gestación y la ayude a concebir de inmediato.
—No creo que a Luciana le haga gracia que embaraces a otra mujer...
—Se tendrá que tragar su molestia; ella sabe que es esencial que yo lo haga.
—Solo te recomiendo que hables con ella. Bueno, hablamos luego. Aún tengo unos asuntos que atender y personas a las que inyectar para estar completamente listos.
El vampiro ni se molestó en contestarle, así que Damián desapareció del despacho. Jack, lanzando un suspiro de cansancio, se frotó los ojos y salió directo a la habitación donde se encontraba cierta pelinegra que lo estaba volviendo loco. La tensión en el aire era palpable, y sabía que debía actuar con cautela. La situación se estaba complicando más de lo que había anticipado, y cada decisión contaba.
Mientras avanzaba, su mente divagaba entre estrategias y posibles consecuencias, consciente de que el tiempo se agotaba. La noche prometía ser larga y llena de sorpresas. Se preguntaba si realmente estaba preparado para enfrentar lo que se avecinaba. La pelinegra, con su mirada intensa y enigmática, parecía ser la clave de todo. Jack sabía que debía mantener el control; cualquier error podría desatar un caos inimaginable. Se detuvo un momento frente a la puerta, respirando hondo, recordando las palabras de Damián: "La paciencia es la clave". Con determinación, empujó la puerta y entró, listo para enfrentar su destino.
Al entrar, la atmósfera cambió. La pelinegra lo miró con curiosidad, como si supiera lo que estaba en juego. Jack sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en ella que lo atraía y lo aterraba a la vez. Se acercó, intentando ocultar su nerviosismo.
—Necesitamos hablar —dijo, tratando de sonar firme.
—¿Sobre el plan? —respondió ella, con una sonrisa que no prometía nada bueno.
Jack asintió, sintiendo que cada palabra que intercambiaban podría ser crucial. Tenía que ser cuidadoso; cualquier desliz podría poner en peligro no solo su misión, sino también su vida. Mientras la conversación avanzaba, Jack se dio cuenta de que la pelinegra no era solo una pieza en su juego, sino un jugador más en un tablero de ajedrez lleno de intrigas y secretos.
—No subestimes lo que está en juego —advirtió ella, su tono ahora más serio—. Cada movimiento que hagas puede cambiar el rumbo de todo.
Jack sintió que la presión aumentaba. La revelación de su importancia en este juego le pesaba en los hombros. Miró a la pelinegra a los ojos, buscando una señal de confianza.
—¿Y tú? —preguntó—. ¿De qué lado estás realmente?
Ella sonrió de nuevo, pero esta vez había un destello de desafío en su mirada.
—Eso depende de ti, Jack. Si eres lo suficientemente astuto, podrías descubrirlo antes de que sea demasiado tarde.
La incertidumbre lo envolvió, y comprendió que la verdadera batalla apenas comenzaba.