Génesis ( Saga el Hoyo#0.1)

Decisiones en la Oscuridad

Capitulo 14 (los hechiceros, brujos y druidas) parte 1

Tomar una decisión es lo más difícil de todas. ¿Bien o mal? ¿Blanco o negro? ¿Arriba o abajo? ¿Derecha o izquierda? ¿Cuál elegir? Quizás sea una respuesta fácil para algunos, pero cuando has estado en el barro, le empiezas a tomar el gusto a ciertas cosas. Eso es lo que les sucede a los hechiceros, brujos y druidas. Aunque de estos últimos, la mayoría siempre optará por el bien. El resto, sin embargo, lo duda.

El mundo donde todo es posible gracias a la magia, pociones y talentos especiales está en división. Todos quieren estar en el grupo ganador, y aunque algunas decisiones les están costando muy caras a muchos, al final prefieren pagar con la muerte en vez de sufrir como pago. Nada los detiene; al contrario, muchos suelen apoyar sus decisiones de tomar el camino corto.

El consejo los tiene bajo lupa a todas las brujas, hechiceras y druidas, porque al acostarse con los vampiros, crearon una nueva especie llamada strigoi de sangre o strigoi nacidos, uno de los principales seguidores de Damián. Sin embargo, muchos aún mantienen relaciones sexuales a escondidas y suelen dar a luz a los bebés en cuevas o en el bosque oscuro.

En una cueva en las afueras de un pequeño pueblo, se escuchan los gritos de una mujer dando a luz a un pequeño monstruo para la sociedad. El ambiente en la cueva está tenso por el nacimiento; no saben cómo podría ser su aspecto físico, ya que algunos nacen como simples humanos, mientras que otros tienen la piel como la de una serpiente. Otro grito resuena, anunciando que el bebé ya está saliendo. Cuando la partera logra sacar al bebé sano, o eso es lo que parece, si fuera en otra circunstancia, ese sería el mejor momento de una madre; pero lo único que logró decir fue:

—Llamen a Jack y díganle que mande dos personas para alimentar al bebé, y que le diga a Damián que lo recoja en tres días.

La partera asintió y se marchó, dejando a la mujer con su hijo. Esos actos eran muy normales cuando tu sexto hijo nacía como un monstruo. Aunque estuviera rodeado de la mejor madre, no evitaba que se convirtiera en lo que estaba destinado a ser desde el momento en que empezó a crecer en el vientre.

El consejo sabía del método de creación de un strigoi, pero no tenía claro cuántos nacían al mes, ni cuántos eran convertidos por minuto. Estaban trabajando en conseguir una cura o algo que los ayudara. Por eso se había convocado una reunión para dentro de dos días. Aunque estaba planeada desde hace varias semanas, se hizo oficial en el nacimiento del primer bebé que fue inyectado estando en el vientre de su madre a sus ocho meses. La partera había notado que todo iba bien, pero una cosa es pensar y otra cosa es ver.

La cueva, oscura y húmeda, parecía estar viva con la tensión del momento. Eliza, la madre, sentía un nudo en el estómago. Su mente viajaba entre la esperanza y el miedo. ¿Qué sería de su hijo? ¿Sería un monstruo o tendría la posibilidad de ser algo más? La partera, Elle, intentaba calmarla, pero la incertidumbre era palpable.

—Jack mandó a Dean con las personas para alimentar al bebé —dijo Elle, mirando al pequeño en su cuna, que parecía querer salir por su cuenta.

—¿Crees que llore? —preguntó Elle, volviéndose hacia Eliza.

—Se me olvidaron mis tapones de oídos —respondió Elle, con un tono de broma.

Eliza soltó una carcajada al ver el desconcierto de la mujer por su pregunta.

—¿Por qué tendría que traer tapones de oído? Es un strigoi, no un demonio aullador. —Eliza hizo una mueca al no entender lo que decía Elle—. ¿Es tu primer embarazo strigoi?

—Bueno, sí. Solo tuve dos hijos con un vampiro y ninguno salió strigoi. Decidimos que inyectaran al bebé porque nuestro señor lo necesitaba.

—En ese caso, te recomiendo que te despidas del strigoi. Después de que pruebe a las dos personas, crecerá a una velocidad sorprendente y parecerá que tiene un año —advirtió Elle—. Además, ten cuidado con él; quizás mientras duermas te ataque. Será como un cazador y tú, su presa.

A Eliza se le erizó la piel al escuchar a Elle hablar, pero lo que ninguna sabía era que el destino de su hijo ya estaba sellado. En el instante en que fue concebido, los hilos del destino se entrelazaron, formando un futuro incierto y aterrador. La oscuridad que rodeaba a los strigoi no solo era física; también era un peso en sus corazones.

—¿Y si se convierte en algo más? —preguntó Eliza, su voz temblando—. ¿Y si hay esperanza para él?

Elle la miró con compasión. —La esperanza es un lujo en estos tiempos. Pero quizás, solo quizás, si le das amor y cuidado, pueda encontrar su propio camino. Sin embargo, debes estar preparada para lo que venga.

Eliza asintió, sintiendo que una mezcla de amor y temor la invadía. Cada decisión que tomara a partir de ese momento influiría en el futuro de su hijo. La presión de ser madre de un strigoi la abrumaba, pero también la motivaba a luchar por su pequeño.

Mientras el eco de los gritos se desvanecía, Eliza decidió que no dejaría que el miedo dictara su vida. Se aferraría a la esperanza, aunque el mundo a su alrededor se desmoronara. La cueva, aunque oscura, se convertiría en un refugio, un lugar donde su hijo podría crecer, y quizás, algún día, ser algo más que un monstruo.




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