Capítulo 21 (Cazadores) Parte 2
La atmósfera se volvió densa tras la lectura de la carta. Cada miembro del consejo intercambió miradas de preocupación y confusión. El silencio era abrumador, y la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo.
—¿Qué significa esto? —preguntó Rayan, rompiendo el silencio. Su voz sonó más firme de lo que se sentía.
—No lo sé, pero parece que alguien está al tanto de nuestras discusiones —respondió Julián, frunciendo el ceño.
—Esto es una amenaza —dijo Óscar, su voz temblando de rabia—. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Necesitamos hacer algo.
—¿Y qué propones? —intervino Meredith, mirando a Óscar con desdén—. ¿Correr como pollos sin cabeza? Necesitamos un plan.
—Un plan que involucre a todos, no solo a nosotros —dijo Santiago, tomando la iniciativa—. Debemos unir fuerzas y prepararnos para lo que venga. Esta profecía podría ser nuestra oportunidad para actuar en conjunto.
—¿Y si es una trampa? —preguntó Luciana, su tono escéptico resonando en la sala—. No podemos confiar en un mensaje anónimo.
—Aún así, debemos investigar —dijo Jack, con una mirada decidida—. Si hay alguien que sabe lo que está pasando, necesitamos encontrarlo. No podemos permitir que nos sorprendan.
—De acuerdo, pero necesitamos un equipo —dijo Cody, mirando a cada uno de los presentes—. Un grupo que pueda infiltrarse y descubrir la verdad detrás de esta profecía.
—Yo puedo encargarme de la parte mágica —ofreció Julián—. Puedo usar mis contactos para obtener información.
—Y yo puedo reunir a los cambiantes —dijo Santiago—. Ellos son rápidos y sigilosos. Serán útiles en esta misión.
—Nosotros también podemos ayudar —dijo Óscar, aunque su tono era más reservado—. Pero necesitamos asegurarnos de que no haya riesgos innecesarios.
—No podemos permitir que el miedo nos paralice —dijo Meredith, con determinación—. Si esta profecía es cierta, debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.
—Entonces, hagamos un plan —dijo Jack, levantándose—. Reunámonos en mi casa esta noche y discutamos los detalles. Necesitamos estar preparados para cualquier eventualidad.
Los miembros del consejo asintieron, aunque la incertidumbre aún pesaba en el aire. Cada uno de ellos sabía que lo que se avecinaba podría ser más peligroso de lo que jamás habían enfrentado.
Al caer la noche, Jack se sentó en su escritorio, revisando la carta con atención. Las palabras parecían danzar ante sus ojos, llenas de significado oculto. "Los traidores les harán frente", pensó, preguntándose quién podría ser un traidor entre ellos. La lealtad siempre había sido un tema delicado en su mundo, y la sospecha podía envenenar cualquier relación.
Mientras tanto, en la casa de Santiago, él también reflexionaba sobre la situación. Su mente se llenaba de imágenes de sus hermanos cambiantes, algunos de los cuales había perdido en batallas pasadas. La idea de que pudieran ser utilizados como peones en una guerra que no entendían le llenaba de furia. "No permitiré que eso suceda", se prometió.
A la mañana siguiente, el consejo se reunió nuevamente. Había un aire de urgencia y determinación en el ambiente. Cada uno había hecho sus propias investigaciones, y las novedades que traían eran inquietantes.
—He hablado con algunos de mis contactos en el mundo mágico —comenzó Julián—. Hay rumores de que Damián está reuniendo fuerzas, y no solo de demonios. Se habla de una alianza con seres oscuros que jamás habíamos visto.
—Eso complica las cosas —dijo Óscar—. Si se unen, podríamos estar enfrentando un ejército formidable.
—Por eso es crucial que formemos alianzas con otras razas —sugirió Meredith—. Necesitamos unir a todos los que estén dispuestos a luchar. No podemos permitir que la oscuridad gane.
—Pero, ¿cómo lo hacemos? —preguntó Luciana—. Muchos de ellos desconfían de nosotros. La historia entre nuestras razas está llena de conflictos.
—Podemos empezar por los elfos —sugirió Santiago—. Ellos tienen un interés en proteger su territorio y podrían ver esto como una oportunidad para hacerlo.
—Eso suena bien, pero necesitamos un plan de acción —dijo Jack—. No podemos simplemente presentarnos y esperar que nos escuchen. Necesitamos demostrarles que estamos unidos.
Con un renovado sentido de propósito, el consejo comenzó a trazar un plan. Sabían que lo que estaba en juego era más grande de lo que podían imaginar. La profecía no solo era un aviso, sino un llamado a la acción. La responsabilidad de sus decisiones pesaba sobre cada uno de ellos, y el tiempo se estaba agotando.
—Primero, debemos enviar mensajeros a los elfos —propuso Julián—. Necesitamos un representante que pueda transmitir nuestra intención de formar una alianza. Alguien en quien confíen.
—Yo puedo ir —dijo Luciana, con una determinación renovada—. Tengo amigos en la comunidad élfica. Puedo asegurarles que nuestras intenciones son sinceras.
—Perfecto —asintió Jack—. Mientras tanto, nosotros debemos prepararnos para cualquier eventualidad. No podemos permitir que Damián nos tome por sorpresa.
—¿Y qué hay de los cambiantes? —preguntó Cody—. Necesitamos asegurarnos de que estén listos para actuar en el momento adecuado.
—Yo me encargaré de eso —intervino Santiago—. Hablaré con los líderes de los cambiantes y les explicaré la gravedad de la situación. Necesitamos que estén en alerta máxima.
Mientras discutían, la atmósfera en la sala se tornó más intensa. Cada uno de ellos comprendía que estaban a punto de entrar en una guerra que podría cambiar el curso de sus vidas. La lealtad, la traición y la supervivencia se entrelazaban en un tejido complejo que debían navegar con cuidado.
—No olvidemos la importancia de mantener la calma —dijo Meredith, tratando de infundir un sentido de equilibrio—. Si actuamos impulsivamente, podríamos agravar la situación. La estrategia es clave.
—Tienes razón —asintió Óscar—. Pero no podemos quedarnos quietos. Cada segundo cuenta, y Damián no se detendrá. Necesitamos ser proactivos.