Georgia

15

Llegué a casa, decidí cerrar por el mediodía desde la visita rara de esa anciana, no quise quedarme más tiempo, ni esperar a otro dios que viniera a joder. Abrí la puerta del departamento, mi amigo ya estaba despierto con un vaso de agua y unas tortillas en la mesa del pequeño comedor, mientras usaba su celular distraídamente.

-Hola-dije.

-Siento que invada tu hogar, Geo- se lamento, sonreí dejando mis cosas en el sofá y caminé hacia él- No sé cómo llegué, solo recuerdo que te llamé pero no sé en qué momento.

-Estoy segura que pediste un taxi, y tuviste suerte que no te robarán.

-Cierto, y lo siento.

-Basta de disculpas, somos amigos y voy a apoyarte siempre.

Leo sonrió. Apoye mis codos sobre la mesa, mirando un momento a mí amigo. Esperaba que pudiera abrirse por la razón de salir de bar en bar, bebiendo quién sabe qué y terminar así. Sus ojos celestes solo mostraban algo de desilusión y dolor, sabía que algo pasaba, claramente. Me levanté para prepararme mi almuerzo, solo comí unas rosquillas de la tienda de enfrente y un poco de té en la librería. Ya no tenía huevos. Pensé hacer una ensalada con espinaca, tomates y algo de zanahoria. Comencé a cortar los vegetales, el silencio era algo que me calmaba después de tener tantos giros inesperados. No sé quién era Átropo, ni porqué ella viniendo del Inframundo me llegará con un mensaje de mi madre, cual estaba viva. Algo no andaba bien.

-Mi jefe-soltó Leo, trayendo sus cosas para lavar a unos pasos de mí- Me despidió.

-Oh-dije, mirando ese rostro desilusionado- ¿Quieres decirme la razón?

-Soy un reemplazo de su verdadero secretario, solo dijo que era una mentira los seis meses de prueba.

-¡Qué mal!

-Sí, la verdad que el trabajo me gustaba y tenía posibilidad de independizarme de mis padres. Poder tener más libertad en mis cosas...

-Lo siento, Leo-dije, él suspiro.

-Creo que comencé a tomarle algo de cariño a Robert,-dijo, casi confesando su atracción a su jefe. Alcé una ceja, no es que me sorprendiera, sino el modo que él lo decía tan abiertamente-ir a su casa, beber y reírnos. Trabajar en unos casos, y demás. No sé, creo que algo bueno podría pasar entre nosotros.

Termine de hacer mi ensalada, condimente y di un bocado. Creo que me pase con la sal, pero tenía hambre asique lo ignoré. Leo secó sus cosas del almuerzo, guardándolas en sus lugares. Su cabello estaba húmedo, dándome cuenta que aprovecho para bañarse, lástima que Bill se llevó su ropa. Fuimos a la mesa, donde Leo me pregunto sobre mi día, algo que no quería recordar de esa mujer ni su raro mensaje. Le mentí, no podría saber sobre la realidad de dioses griegos por todo el mundo, perjudicando o enamorándose de mortales. Hablamos sobre tonterías hasta que mi amigo decidió volver a su casa, le presté dinero para el taxi y se fue.

Me quedé pensando, mis manos sudaban. Tomé mi celular, mirando el contacto de mi madre, Beth Bettencourt. No sabía qué hacer, si llamar y preguntar sobre mi origen, pero sentía que ella lo ignoraría o se burlaría de mi idea. Solo, sabía que había una buena mentira en todo esto. Y, Ares estaba dándome pruebas para confirmar algo. Creo que debía buscarlo, solo que no sabía cómo llamar a un dios.

A la noche, fui a cenar con mi hermana y su familia. Necesitaba algo de compañía, especialmente normalidad. Lara sabía de mi ruptura con Bill, pero las niñas preguntaban sobre él inocentemente, y me dolía, les expliqué que pasaba y Miley pareció decepcionarse, llamando "malo" a Bill aunque yo diría "idiota", tampoco podía usar esa expresión con pequeñas niñas. Luego de jugar con ellas, mientras mi hermana preparaba unos espaguetis, cenamos hablando sobre el trabajo y demás cosas cotidianas. Mi cuñado bromeaba sobre un amigo para presentarme, nada más quería quedarme en la parte que no conocía a Ares y todo podría ser normal, pero no era así. La realidad apesta.

-¿Puedo preguntar algo?-le dije a Lara, mientras despejábamos la mesa y le ayudaba a secar lo que ella lavaba.

-Claro, lo que quieras.

-Creo que es un tema sensible, no sé...Tal vez, esté haciéndome ideas tontas-le dije, ella arrugo el ceño- ¿Hay una posibilidad que sea adoptada?

-¡¿Qué carajos, Georgia?!-dije riéndose- ¿Por qué piensas eso?

-No sé.

-Que yo sepa, somos de la misma sangre, ¿bien?

Dejé dos últimos platos en la alacena, seguí con los vasos. Podía equivocarme, o tener algo de razón. Lara no era una persona que mintiera, tal vez era persuasiva y con tacto, o bruta, depende cómo fuera la situación. Desde niñas no nos llevábamos bien, yo era muy traviesa desde hacer bromas o pintar las paredes de la casa. Ya en la adolescencia, tuvimos una fuerte pelea donde le rompí la nariz y ella no volvió a hablarme por cinco años. Lo lamente, queriendo reconstruir la relación siendo sincera de mis sentimientos por Lara, y hoy en día, nos llevábamos bastante bien.

¿Pero, por qué no dejaba de sentirme fuera de lugar? ¿Qué descubrió Ares de mí?




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