Georgia

16

Los siguientes días fueron más tranquilos, nada de dioses ni Ares volvió a verme. Jordan estaba mejor de sus rodillas, viniendo por su dinero y me dejó un adelanto del sueldo, cual usé para comprar comida y también, una chaqueta negra que siempre quise. Nora me invitó a una fiesta con mis amigos, ya que una de sus compañeras era estudiante y quería disfrutar de los últimos días del semestre. Me pareció buena idea. Cole vino a buscarme, donde tomamos un taxi. Por lo visto, ninguno de los cuatro estaba pasando por un buen momento, seriamente. Mi madre, Beth, vino a visitarme pero no me atreví a preguntarle si era adoptada.

-¿En qué piensas?-pregunto Cole dentro del auto, yo iba mirando las calles iluminadas del centro de Queens Park.

-No mucho, ¿por qué?

-Estás callada, rara...No sé, siento que algo pasa.

-Si te digo vas a reírte-le dije.

-Solo, dilo y veremos que tan gracioso es-dijo confiado, volví mi cabeza hacia él.

-Bueno, creo que soy adoptada.

Espere que estallará de la risa, no. Cole alzó las cejas sin esperarlo, tal vez pensaba que seguía queriendo que Bill volviera a mi lado. Hubo una pausa, mientras mi amigo buscaba algo para desmentirlo o reírse, no sé. El auto se detuvo en una casa de dos pisos, vi luces azules y rojas reflejarse en las ventanas. Bajamos luego de pagar. Fuimos a la puerta, llamé a Nora para que viniera a abrirnos. Esperamos unos momentos. Mi amiga apareció con un vestido blanco, ceñido al cuerpo y mostrando un escote pronunciado. Pasamos, notando la música tecno en todo el piso principal.

-Leo está en la cocina, no deja de beber...Me preocupa-dijo ella.

-Iré a hablar con él, tranquilas- dijo Cole como todo héroe de momentos frágiles. No nos opusimos.

Nora me guió al salón, donde estaba lleno de gente tomada o fumada. No puse mucha atención, comenzando a bailar con mi amiga. Necesitaba relajarme, quitarme lo extraño e imposible de la cabeza esta noche. Una chica alta, de rostro jovial nos entregó unos tragos, supongo que era de las compañeras de Nora. Bebí, era ron con limón. Tenía buen sabor. Lo bebí todo sin pensarlo, seguimos bailando y algún que otro chico me invitaba alguna pieza de baile. Estaba tranquila, mientras tomaba y Nora me convido un poco de hierbas. Sentía un poco de libertad, estaba bien. Una mano se aferró a mi muñeca, sacándome a tirones del salón y no sabía quién era, estaba ebria, drogada. Pensé que era un chico que necesitaba compañía, ya me daba igual. Salimos de la casa, encontrándonos con la noche oscura. El joven tenía ropas negras, su cabello estaba revuelto y parecía estable. No era un muchacho de la fiesta, claro.

-¿Qué crees que haces, Georgia?-su voz era molesta.

-Estoy en una fiesta universitaria, ¿qué crees?

-La tentación es mala, te lleva al límite.

-¿Y, qué derecho tienes de decirme eso?-le contraataque. Ahora, sabía que era Ares, mis ojos pudieron ver ese familiar tono verde en su mirada-. No eres nadie para venir a darme sermones...¡Nadie!

-Marcelle le gustaba la tranquilidad, prefería quedarse viendo la tv con una buena cena.

-¿Qué? Estás comparándome con una mujer que nunca conocí, y te lamentas por perderla, ¡Es tu problema!

-Es suficiente, te llevaré a tu casa-sentenció con derecho. Tiró de mi brazo, tropecé por la ebriedad y me reincorporó de la caída- ¡Estás horrible!

-Al menos, no estoy muerta-le dije, buscando la forma de lastimarlo. Otra vez, sentía ese sentimiento de rencor y el deseo de pelear con él- ¡Ya deja de hacerme sentir eso!

Ares se detuvo de golpe, choqué con él. Se giró bruscamente, encarándome y noté como su cuerpo comenzaba a brillar, un aura roja lo rodeo de pies a cabeza. Todo su aspecto cambio tal cual creía. Su cabello azabache se mantuvo igual, sus facciones eran más duras y su cuerpo lleno de músculos, cicatrices de cada batalla. Era su verdadera esencia. Por extraño que sea, no había personas por la calle ni autos, aunque fueran las once de la noche. Solo, luces en las casas vecinas.

-Creo que es momento que conozcas al verdadero Ares-dijo él con una voz profunda, de esas que te intimidan.

-¿Por qué yo?

-No todos salimos del Olimpo para conocer a los mortales, tentarnos con ellos-empezó diciendo, quería prestar atención pero la droga estaba confundiendo mi realidad- Yo vine por algo pendiente, ¿recuerdas?

-¿Viniste a matar a Jordan?

-No, exactamente- dijo, él sabía algo de mí.

-¿Entonces, qué?

Ares volvió a su forma mortal, regresamos por el camino sin hablar y mi razón estaba algo confundida. Solo, deje que el dios griego me llevara donde pretendía. Llegamos a la avenida, donde pidió un taxi y le habló al conductor, luego cerró la puerta sin subirse. El auto arrancó, pronto me dormí sin entender nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.