-Georgia, ¿estás bien?-pregunto Eros- Di algo.
-Es una estupidez-dije, al final- Sospecho que fui adoptada, pero nadie lo confirma...¿Pero, ser una semidiosa? ¿Acaso no vendrían monstruos por tan solo serlo? ¡Y, miren, no veo ninguno!
-Primero, si eres adoptada-dijo Ares con calma usando sus dedos- Segundo, eres una nueva semidiosa. Y, tercero, los monstruos aparecen cuando sabes la verdad.
Llevé una mano a mi frente, dejando caer mi cabeza hacia atrás. Era ridículo. El dios del amor me miró determinadamente para saber cómo actuar ante mi reacción. No sabía que pensar, tenía tantos pensamientos y situaciones recientes que no podía poner todo en orden. Baje la cabeza mirando a Ares, tenía una pregunta importante para él.
-Si dices ser mi padre, ¿por qué vienes ahora?-le solté cruzándome de brazos.
-Me llamaron en el Olimpo durante una patrulla donde Marcelle estuvo involucrada, no sabía que estaba embarazada.
-¿Y, cómo sabes que soy tu hija? ¿Acaso no necesitas muestras de ADN, o hablaste con ella en el Inframundo?- mi tono de voz era burlón, pero serio. Eros miraba a cada uno interesado, casi divirtiéndose de conocer a su nueva hermanastra- No puede ser...Todo este tiempo fue una mentira, tengo veintidós años ¡Carajo!
-Sé que sientes ira y confusión, es normal-dijo Ares, lo miré fulminante- Mira, Georgia, los dioses cuando nos enamoramos y nos enteramos que nuestras novias, o esposas están embarazadas permanecemos un tiempo con nuestros hijos para entrenarlos. Esto era diferente, Marcelle pudo invocarme para decirme de ti y en cambio, decidió darte en adopción, ocultándole a Jordan todo.
-¿O, sea, su verdadero esposo no lo sabe?
-No, pero es astuto y bastante inteligente lo sabrá pronto.
Pasé una mano por mi cara frustrada, si todo esto era verdad. Yo había sido el fruto de una traición de un dios y una soldado. Era una mierda. Me quede callada, analizando la información de Ares, era bastante. Me levante, caminando a la puerta y abrí. Ambos entendieron que debían irse, darme mi espacio. Salieron, acompañe a los dioses a la calle y me volví sin despedirme. Cerré la puerta, deslizándome hasta el suelo y hundí mi cabeza entre mis piernas pegadas al pecho. Lloré, mentiras, mentiras. Todo estaba yéndose al caño tan fácilmente en casi un mes.
-Van a volverme realmente loca-murmuré para mí misma.
Ya no tenía ganas de seguir limpiando la casa. Me reincorporé, borrando mis lágrimas de impotencia y fui a mi bar donde tomé mi whisky, serví en un vaso y bebí de un trago. Tomé otro. Luego, miré todo a mi alrededor y vi que Ares dejó algo sobre la mesa, sin darme cuenta. Era la navaja de la otra vez. Capaz lo hizo a propósito para tener una excusa para verme, o no lo sé. Me acerqué, tomándola y sentí que era ligera, como una pluma. Abrí la hoja con facilidad, y pude definir que su hoja era bastante afilada, podría cortar un hueso de vaca con un simple tirón. Tenía unos diez centímetros, era larga pero cómoda. Decidí conservarla, fui a guardarla en mi mesita donde vi una fotografía de mi madre, Beth y yo de bebé. Mi mundo se vino abajo, ¿realmente, la mujer que me crió solo fue un reemplazo? Había aprendido a cocinar con ella, a atarme las zapatillas y hasta llegar ebria de alguna fiesta de secundaria y ella me ayudaba a sentirme mejor en ese estado ¡Maldito el día que conocí a Ares!
Creo que pasé el resto del día acurrucada en la cama, evitando hablar con mis amigos porque la verdad no quería mentir como lo hicieron conmigo tantos años. Hasta mi familia adoptiva, sabía que Ares no mentía y desde que lo vi hablando de Marcelle tan apasionado de sus virtudes, sentía que no pertenecía a este mundo. Podría ser verdad. O, más mentiras. No sé. Me quedé un momento viendo la ventana, donde vi una sombra y el timbre sonó, gruñí. Salí de mi habitación, recibiendo a Lara que venía con Miley y Emma, necesitaba que me encargará de ellas por unas horas. Asentí con la cabeza, mi hermana quiso preguntar algo por mi estado pero no dijo nada y se fue, dejándome a mis sobrinas.
-Tía-me llamo Miley- ¿Conoces la película de Hércules?
-No puede ser...-murmuré para mí misma- Sí, Miley. Sé cuál es.
-¿Podemos verla y comer palomitas?
-No veo nada malo-asentí sin ganas- Búscala en mi cuenta, y ten cuidado con mis otras series.
-Está bien.
Las niñas corrieron a la sala, sentándose en el sillón para buscar la película de Disney. Fui a hacer las palomitas, escuchando que ellas bromeaban sobre la súper fuerza de Hércules y que querían tener poderes así. Rodee los ojos, ¡Vaya inocencia! Las palomitas de maíz no tardaron en hacerse, bastante fácil y rápido. Volví con ellas, que me esperaban entusiasmadas. Miley di inicio a la película. Esperaba que se quedaran dormidas durante toda la serie animada, no estaba de humor y no quería enojarme con ellas. También, tuve que responder preguntas sobre Hércules y cosas así de parte de la curiosidad natural de Miley. Fui por mi teléfono para escribir con mis amigos.
A mitad de la noche, las niñas se quedaron dormidas después de ver Mulán y fui a acostarlas en mi cama, bastante grande para ambas. Luego, fui a limpiar las cosas de la cena, donde preparé unas tortillas y ensalada.