Había pasado casi toda la mañana hablando con Ares sobre mi adolescencia, como los concursos de talentos donde solo tocaba la guitarra y Nora cantaba. Los vestidos que me probé en mi cumpleaños quinceavo, y luego abrazada tras el regreso de Cole. Más fotos, recuerdos y las risas de Ares imaginando todo eso me daba cierta alegría, aunque no le gusto cuando le conté que le rompí la nariz a Lara a los dieciséis años. Mis amigos esperaban una respuesta de mi parte para ir a verlos esta noche, miré a Ares que veía la televisión algo perdido.
-¿Qué te dijo el doctor?-le pregunte, esperando algo bueno.
-Huesos rotos, hematomas internos...
-¿Y, por qué estás internado?-le dije, yendo a la importante.
-Me hirieron con espadas, estaban envenenadas.
-¡¿Qué?!-solté, poniéndome de pie y lo miré incrédula- ¡¿Cómo no me dijiste?!
-Porque, te ibas a alterar como ahora-dijo sin apartar sus ojos grises del televisor-. El veneno no llegó a la sangre, pero está en mi sistema. Le pedí a Eros que me diera uno de sus antídotos antes que se fuera.
-¿Entonces?
-Solo, estaré dos días más-me dijo confiado, asentí y me volví a sentar con nervios. Realmente, Hades se paso- Asique, tendrás que ocuparte de mí ahora que mi hijo no está y traerme ropa.
Asentí. Estaba molesta por sus daños causados solo por querer que confiará en él, que no pensará que mi vida era mentira y solo, quería convencerme que venía a entrenarme y no morir tan fácil bajo las garras de alguna criatura mitológica. No sé que me enfadaba más, que Ares quisiera comportarse como un buen padre o que haya dado parte de su vida para regresar un alma a la vida. Marcelle tendría 57 años cuando falleció, no sé las causas ni nada de ella pero no estaba lista para saber más. Así estaba bien, lo estaba controlando. Una enfermera abrió la puerta, pasando con un maletín, recordaba que había dicho que necesitaba una muestra de sangre de Ares. Vi los movimientos de la mujer, creo que suspiro cuando toco el brazo de él. Rodee los ojos, esperaba algo así de Eros.
-¿Hace mucho ejercicio, señor Mark?-dijo la enfermera, lo fulmine con la mirada.
-Es bueno para la salud.
-Claro, es bueno...-dijo ella extrayendo el tubo con sangre dorada...¡Dorada!
-Jordan...-le dije, haciéndole una seña de su sangre de dios. Este sonrió, poco después el color oro llegó a ser rojo.
Cuando llegué al hospital anoche, tuve que darle el nombre de Jordan Mark. No sé por qué eligió ese nombre ni cómo yo supe de él, era extraño. La enfermera se fue, deslizando sus dedos por la piel bronceada de Ares. Apreté los puños, siguiéndola con la mirada y se fue. Escuché la risa de Ares, lo miré molesta.
-No sabía que fueras celosa.
-Cállate-le ordene, él se rió de nuevo y su mirada se volvió dulce-. Solo, no me gusta que te miren así. Tal vez, Eros podría dejarlo pasar...Pero, tú, no.
-¿Cuál es la diferencia? Sigo siendo un dios para todos, no importa cómo me miren o me hablen, Georgia. Además, ella lo hizo con sutileza.
Le clavé los ojos con rencor, esta vez no podía evitarlo y me reincorporé de mi silla, acercándome a Ares con decisión, lo miré un momento estudiando sus ojos grises como el metal. Me senté sobre la cama, tomando su brazo y rasguñe su piel, me detuve antes de llegar a una herida. Él quitó el brazo molesto de mi actitud, me baje de un salto tomando mis cosas para irme, era suficiente.
-Ya me voy-le dije, colocándome la mochila-. Disfruta tu noche con doña sutileza, y procrea otro semidiós.
-¡Eres una atrevida, Georgia!-inquirió el hombre.
-¿Y, tú?-le dije, asegurando que tuviera todo en mis bolsillos- Usas el nombre de otro...
-Estaba delirando, necesitaba ayuda.
-Ya me voy, saldré con mis amigos.
Ares se ofendió que lo dejará solo, le sugerí que mirara la tele o llamará a la enfermera para sus atenciones. Salí, pasando rápido por el pasillo hacia los elevadores evitando mirar a la gente, que parecía que mi cara daba miedo por las reacciones de ellos alejándose del camino. Subí a un ascensor, marqué el número y oí una risa de burla a mis espaldas, giré mi cabeza viendo a Jamie de brazos cruzados.
-Hola.
-¿No me digas que ibas a salir, y ahora te llevó abajo?- dije incrédula. Él asintió riéndose de mi mal humor- Lo siento.
-No te preocupes, el viejo no va a despertar todavía.
-¿Quién vienes a ver?
- A mi padrastro- respondió Jamie sin alegría- ¿Y, tú?
-A mi tío-le dije, las puertas se abrieron llegando al final. Jamie salió conmigo, lo miré extrañada que estuviera siendo interesado en mí- Eros-pensé, sabiendo que sentía atracción por el chico rubio y no era normal que ver a Jamie anoche y hoy fuera coincidencia.
-¿Quieres darme tu teléfono?-dijo el chico, me detuve y me giré para mirarlo.
-Lo siento, no estoy interesada en una nueva relación. Termine con mi novio hace un mes, no estoy recuperada.
-Lo lamento...Olvídalo.
Jamie retrocedió regresando al elevador sin mirarme, rodee los ojos. Seguí mi camino sin importarme si jodí algo bueno o no. En serio, que necesitaba que las cosas fueran en orden y no todo tirado de una sola vez. Salí a la calle, el sol se escondía. Pensaba, volver a casa y tomar más dinero, me desviaría perdiendo tiempo solo que no quería que mis amigos me pagaran toda la noche. Esta vez, fui al bus a dos calles para regresar a mi casa.