Recapitulando, los chicos estaban completamente atrapados en una dimensión paralela como ha estado pasando en los últimos fanfics hechos por la autora. En todo caso, ahora iban a ver la realidad de su situación, y las pruebas irrefutables que indicaban que todo lo que estaba pasando era una versión alterna de su actual mundo. Es así que, del interior del cajón, el hombre sacó un gato, es por eso que los muchachos quedaron muy impactados al respecto, especialmente porque eso podría ser considerado como maltrato animal, pero peor se puso el tema, cuando éste felino les dio la espalda, y ahí vieron un teclado que sobresalía de su lomo.
—¡Oh por Dios! —gritó Ban.
—¡Pobrecito! —lo compadeció Ginji al ver al cuadrúpedo en ese estado.
—Voy a vomitar —advirtió Shido mientras se llevaba una mano al estómago y otra a la boca.
—No puede ser esto real —murmuró Kazuki.
—¿Qué es lo que pasa? ¡No entiendo nada! ¡Nadie me dice nada! —avisó Jubei desesperado.
—Esta es la prueba que tanto estaban pidiendo —aclaró el tipo de forma misteriosa.
—¡A eso no puedes llamarlo prueba! —Mido señaló a aquel animal con su dedo.
—Ah, no, ese gato no es, ya que nos permite comunicarnos con urgencia a otras agencias —declaró el hombre; lo que hacía entender que el bicho era una especie de teléfono.
—¿Qué? —dijo sin entender el de lentes. En ese momento, el felino abrió la boca, y una voz de operadora salió de él.
—“Usted se ha comunicado con el servicio de atención al cliente. Por favor, intente llamar más tarde porque estamos ocupados resolviendo la caída momentánea del sistema, debido al uso excesivo de nuestros canales. Muchas gracias y disculpe las molestias.” —el gato cerró la boca y maulló, luego se fue por un costado.
—Ay, ay… ese gato… —Ginji empezó a ponerse pálido—. Ay… se me baja la presión —y después de ese aviso, el rubio se desmayó, aunque afortunadamente, Kazuki lo atrapó antes de que colisionara contra el suelo, por consiguiente, los chicos se quedaron mudos unos momentos, y casi sus ojos se salieron de sus cuencas por el llamativo momento. Es así que, sus almas volvieron a sus cuerpos en cuanto pudieron asimilar lo que estaba pasando unos segundos después.
—Bien… supongamos que te… creemos —dijo con cierto tono de duda Mido, mientras movía su mano en el aire—. ¿Y ahora qué se supone que debemos hacer? —le preguntó al que los estaba introduciendo.
—Bueno, la conexión de dimensiones se ha caído, por lo que tendrán que esperar a que se restablezca —avisó el buen hombre.
—¿Qué es esto? ¿El servicio de tarjeta Movi o qué? —levantó una ceja el de lentes.
—Creo que no tenemos de otra que hacer lo que nos piden, Mido —y entonces Kazuki señaló unas bancas vacías donde podrían sentarse para esperar.
—Pues ya que —respondió resignado.
Una vez más, nuestros protagonistas estaban atrapados en un callejón sin salida, y esta vez, con el aburrimiento haciéndoles una grata compañía. Si bien, la espera en una sala de por sí era matadora, pareciera que estar en medio de su trabajo favorecía la tensión en el ambiente, aunque también, estaba el hecho de que empezaba a hacer un calor inhumano ahí dentro.
—¿Por qué hace tanto tufo? —se quejó cabizbajo Kazuki, quien momentos atrás decidió apoyar la cabeza de Ginji sobre su regazo, aunque parecía que el rubio tampoco la estaba pasando bien, especialmente porque se le escuchaba gruñir levemente debido a la temperatura.
—El aire acondicionado se ha descompuesto —avisó el mismo hombre que los había atendido antes.
—Que desgraciados —murmuró Mido estando apoyado en una de las columnas de mármol—. ¿Enserio no tienen presupuesto como para arreglarlo?
—¿Podrías dejar de quejarte? En la selva misionera hace mucho más calor que esto —notificó Shido; él parecía estar en buen estado a comparación de los demás.
—Yo… no sé cuánto tiempo podré aguantar con esta camiseta puesta —declaró Jubei mientras se abría el cuello de la misma, y dejaba ver como algunos vahos salían de ésta.
—¡De los que estamos aquí, ninguno de nosotros somos tarzán aparte de ti, así que cierra el pico chico mono! —lo señaló el de lentes.
—¡Si que te gusta pelear, serpiente tarada! —se acercó al pelicastaño y juntó su frente con la suya en señal de confrontación—. ¡Si quieres te puedo dar unas lecciones afuera para resistir altas temperaturas!
—¡Entonces vamos, y veamos quién le da lecciones a quién! —le aseguró el de lentes entre dientes.
—Chicos, no deberían… —fue interrumpida la hilandera.
—¡Tú cállate! —dijeron al unísono.
—¡Bien! ¡Hagan lo que quieran! ¡Pero es lamentable que ustedes estén haciendo esto cuando el señor Ginji…! —y se escuchó la puerta cuando ellos se fueron.
—Salieron —informó Jubei a secas.
—¡Ya lo sé! —expresó Kazu al levantarse eufórica, y en ese movimiento, sin querer tiró al carajo al rubio, logrando así que se diera un buen golpe en la cabeza, pero en cuanto se rescató del hecho socorrió al afectado—. ¡Lo siento, lo siento señor Ginji! —dijo con desesperación.
—¡Aw! ¡Duele! —aseguró con unos grandes lagrimones en sus ojos.
Mientras esa pequeña escena se llevaba a cabo, los otros dos que salieron afuera, se pusieron en posición bajo el abrazante sol, pero no llegaron más allá de las miradas intensas, debido a que el abrumante clima, los venció antes, para entonces obligarlos a volver adentro.
—Necesitamos agua —pidieron al mismo tiempo.
—Vaya par de retrasados —comentó Jubei, y por primera vez, insultando a algunos miembros del grupo.
Antes de que aquellos dos respondieran a la falta de respeto por parte del ciego, el escenario cambió otra vez bruscamente; la conexión se había restablecido. Sin embargo, la cosa estaba un poco rara, ya que de repente, se encontraron todos suspendidos en el aire, y cuando miraron hacia abajo, vieron una piscina; sí, una piscina en la cual cayeron posteriormente. De inmediato, se escucharon: gritos, pataletas, y lloriqueos con gran estruendo en la zona, mientras que nuestros protagonistas comenzaban a nadar casi con desespero hacia los bordes, puesto que vieron a Amano soltar chispas debido al susto que se metió al caer ya que no sabía nadar.
Editado: 07.12.2020