Get Me Out Of Hell (sácame del infierno)

One: Fiestas y Cultos.

2020


 

—Me temo que te quedarás solo otra noche más Copito —cualquiera diría que estoy loca por hablarle a mi gato.

Pero no es así.

Copito es parte de mi pequeña familia y me entiende más que cualquier persona.

Cada noche se queda solo aunque el lugar no sea grande, pero mi departamento es lo justo para una sola persona, además está ubicado en un buen barrio de Londres, el alquiler es una pasada pero lo vale.

Desde hace cuatro años que dejé mi hogar sin que a mis padres les importara mucho, he vivido tranquila, no fue fácil pero fue la mejor elección que tomé y estoy agradecida porque tuve la oportunidad y la ayuda de mi abuela Lily. Todavía recuerdo lo feliz que estaba de tenerme con ella en su casa, en unos pocos meses que estuvimos juntas me trató más como una madre de lo que fue la propia.

Por eso se me hizo muy duro cuando murió, aún no lo supero y dudo llegar a hacerlo alguna vez. Como siempre mis padres no se presentaron pero no me importó, al revés, lo agradecí. No quería su falsa hospitalidad en la casa de mi abuela con sus más allegados.

Me dejó toda su herencia, algo que me sorprendió, literalmente me dejó todo lo suyo, incluyendo su empresa. Acepté todo porque fue su última voluntad, pero de todas formas trabajo.

Claro que no vendí su casa porque a pesar de que es algo material, ella vivió muchísimas cosas ahí. Todas las aventuras y sueños que tuvo en ese lugar y se cumplieron me las contó, no fui capaz de vender toda su esencia.

El dinero lo guardo para emergencias y la empresa la manejo desde la comodidad de mi departamento, no soy de esas que se visten como ejecutivas y se levantan temprano para ir a dar conferencias o lo que eso conlleve, así que contraté a alguien para que lo hiciera por mí. Es de mi entera confianza y se le paga bien.

Así que él dispone de la empresa manteniéndola a flote, eso sí, dándome certificados de todo.

Y yo tengo un trabajo normal y tranquilo en una cafetería cerca de mi edificio.

Copito maúlla cuando ve mis intenciones de salir, doy un vistazo al lugar que acomodé específicamente para él, rápidamente noto que su tazón está vacío.

—Chico listo —sonrío agarrando el tazón y sirviendo su comida, como le encanta.

Él corre veloz hacia mí al oír el golpe de las bolitas contra el tazón, ya sabe que es su comida. Se pasea entre mis piernas maullando descontrolado.

—Vale, tranquilo, aquí tienes tu comida —me agacho dejando el tazón en el suelo cerca de su agüita, él no lo duda un segundo y comienza a comer. Acaricio su suave pelaje anaranjado escuchando su ronroneo.

Mi bebé quedó satisfecho.

—Te prometo que hoy no me demoraré, te amo —beso su cabecita. Después tomo mi bolso, mis llaves y salgo cerrando con seguro.

Entro al ascensor antes de que se cierre, presiono el primer piso y no espero mucho para llegar ya que vivo en el quinto.

Al salir paso por la recepción, saludo al portero con una sonrisa y entro a mi coche que está aparcado frente al edificio.

Decidí dejarlo afuera porque iba a salir así que no había necesidad de guardarlo.

Hoy soy una llanera solitaria. Emily, la chica que conocí al llegar a Londres y mi mejor amiga mañana tiene trabajo y necesita madrugar, por lo que tuvo que declinar mi oferta cuando le pedí que me acompañara.

No debería ir, son personas que no conozco y además es fuera de la ciudad. Pero estaba tan sola en casa y ni la compañía de Copito hace que el aburrimiento se vaya, por lo que acepté.

Esa no es la única razón por la que no debería ir, además de eso el chico que me invitó lo hizo de una forma muy extraña, para completar no quiero juzgarlo pero tenía la cara tan demacrada que por un momento pensé que era drogadicto. Él lo desmintió cuando notó mi expresión, y me hizo saber que nunca había consumido drogas, medianamente le creí.

Me había puesto unos jeans negros, una camisa del mismo color por dentro y unas botas con poco tacón, el suficiente como para correr sin caerme por si algo sale mal hoy.

Vaya que soy pesimista.

Encendí el auto y conduje dos horas hasta el lugar, tuve que pasar por un frondoso bosque en la mitad de la nada por la noche hasta que vislumbré varias luces de colores cerca además de música fuerte «¿Cómo no la escuché antes?» pensé.

Cuando estuve más cerca aparqué el auto al lado de el árbol más grande que vi por este alrededor, salí echándole seguro y caminé siguiendo el fuerte sonido.

Al llegar al lugar la música se intensificó, habían adolescentes bailando por todo el lugar. Examiné mejor el lugar donde estaba y me di cuenta que era una especie de parque de diversiones abandonado.

Aún conservaba la rueda y la montaña rusa al igual que algunos otros juegos que se veían oxidados, destrozados por el abandono y llenos de ramas y raíces. Muchas personas se habían subido, algunos se besaban y manoseaban con más "privacidad" en la rueda de la fortuna.

—¡Eh! ¡Clary! pensé que al final no vendrías, parecías un conejito asustado cuando te hablé esta mañana —Parker, así se llama el chico que me invitó y que ahora se está acercando con una botella de cerveza en la mano tambaleándose un poco, está borracho.

Medio sonrío cuando me abraza con entera confianza atreviéndose a dejar un beso en mi mejilla. Joder, por poco le pateo las pelotas, pero el cabrón se alejó de mi cuerpo veloz.

—Sí... —respondo poco convencida. Mis alarmas se encienden y la idea de haber venido aquí ahora me parece la peor que tuve en toda mi vida. Intento darme la vuelta para irme pero Parker tiene otros planes, me toma de la muñeca y me arrastra a un grupo de chicos y chicas alrededor de una fogata contando historias de miedo.

Me pide que me siente en un tronco al igual que los demás, lo hago más por cansancio que por obedecerlo.

—Luther, pásale una cerveza a Clary —mis labios forman una mueca al escuchar el mote que me ha puesto.



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En el texto hay: comedia, romance, demonio

Editado: 06.01.2022

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