Get Me Out Of Hell (sácame del infierno)

Two: El hombre extraño.

Apenas dejé el carro en el estacionamiento subí por las escaleras corriendo y me encerré en mi departamento con el corazón martillando mi pecho.

Copito sintió mi angustia y como el fiel amigo que es me siguió hasta la única habitación acostándose conmigo.

Ahora estoy más tranquila acariciando su pelaje y escuchando su melodioso ronroneo. Este precioso chiquito me tranquilizó con un poco de afecto, por eso lo amo tanto. 

Estoy boca arriba mientras él está sobre mi pecho con sus ojitos cerrados.

Ah...

No he podido dejar de pensar en lo que sucedió allá, casi son las cuatro de la mañana y sigo más despierta que nunca.

El sueño se me espanta cada vez que pienso en que esas personas entrarán a mi hogar mientras duermo.

Soy una pendeja, una tonta. ¿Cómo fui a parar en eso? Lo único bueno que hizo mi madre por mí cuando vivía con ellos fue repetirme siempre que no hablara con extraños.

Y bueno, es algo en lo que no se debe ser muy inteligente como para saber que no puedes hablar con extraños y mucho menos aceptar invitaciones.

Pudo haber sido peor, me repito constantemente. Quizás en este momento no estaría en mi casa sino en una furgoneta atada de brazos y pies, siendo exportada para prostituirme o vender mis órganos.

Gracias al cielo estoy bien.

Suelto un suspiro aliviado al pensar en eso. Gracias a Dios estoy bien.

Poco a poco los ronroneos de Copito junto a mi propio cansancio me sumergen en un profundo sueño.

 

****

 

Unos maullidos me despiertan de mi relajante sueño. En segundos recuerdo lo qué pasó anoche y me incorporo en la cama abruptamente.

Oh Dios, tomo mi cabeza con mis manos al sentir el punzante dolor que me atraviesa. ¿Por qué bebí tanto?

Giro la cabeza con suavidad a un costado, diviso a Copito en el suelo maullando, supongo que el pequeño hombrecito tiene hambre. Es un jodido glotón.

Me levanto de la cama y camino a la cocina sin dejar de tomar mi cabeza con una mano.

Odio las jodidas resacas.

Abro los cajones de los estantes hasta encontrar el tarro con las pastillas, tomo la más efectiva para el dolor de cabeza y me la trago de golpe sin necesidad de tomar agua.

Cojo la bolsa que contiene la comida de Copito y le sirvo en su tazón.

Cuando lo dejo bien servido y moviendo su colita me tumbo sobre el sofá que está en la pequeña sala, prendo la televisión para distraerme un poco.

Necesito distraerme... mierda, olvidar todo lo que pasó anoche, sé que no completamente pero al menos quiero sacarlo de mi mente por unas cuantas horas hasta que finalmente solo sea un mal y borroso recuerdo.

Pero es inevitable no rememorarlo.

No puedo creer que esa chica esté muerta, tampoco estoy segura si en realidad lo está. Estando allí pareció demasiado real, pero yo estaba medio borracha y todo pudo ser parte de los efectos de lo que tomé, o es lo que quiero creer.

—¡Ah! —me quejo en voz alta. Copito deja a un lado su comida para verme con curiosidad alzando sus orejas expectante. Le sonrío con dulzura mandándole un beso, él toma eso como una respuesta de que todo está bien y sigue comiendo.

Es tan inteligente.

Paso de canales tratando de encontrar uno que me llame la atención para poder verlo.

Me detengo en uno al ver que están dando "Adventure Time", recuerdo que esa serie siempre me encantó.

Decido que la veré y me entretengo con ella mientras mi dolor de cabeza va desapareciendo de a poco, justo en ese instante el teléfono suena. Gracias al cielo está a un lado del sofá así que no me tengo que estirar mucho para tomarlo.

Contesto:

—Hola.

—Tienes que ver las noticias ¡Ya, ya, ya! —arrugo la frente al escuchar el grito de Emily, aún así paso el canal hasta las noticias. 

—¿Qué hay en especial? No me digas que por fin arrestaron a Carl —sonrío emocionada al pensar que eso es lo que sucede. Carl es el exnovio empresario de Emily, resultó ser un imbécil que tenía esposa e hijos y además de eso estaba en negocios ilegales.

—¿Qué? No, eso no. Solo mira —responde irritada.

—Ok, ok.

Le subo el volumen, conforme escucho lo que dicen mi cuerpo se paraliza completamente.

Sí Jonny, habían cien chicos disfrutando de una fiesta fuera de la ciudad, hoy por la mañana una chica llamó asustada reportando que sus amigos estaban muertos —la reportera levanta sus cejas mirando fijamente la cámara delante de ella—. Cuando la policía llegó al lugar habían cadáveres por doquier, era una escena brutal. Se dice que solo cinco de los cien estaban vivos —ella forma una expresión decidida para despedirse—. Les habla Miranda George desde Londres, gracias por vernos.

No. Me. Jodas.

—¿Escuchaste?

—Joder, claro que lo hice —musito atónita, temblorosa.

Sostengo el teléfono con las dos manos para que no se me caiga a causa de lo temblores. 

Mierda. 

No lo puedo creer.

Cuando yo me fui solo esa chica estaba muerta.

Casi noventa chicos están muertos ahora y yo no tengo ni la más puta idea de por qué.

—¿Ese fue el lugar al que fuiste, Clare? —pregunta titubeante.

No soy capaz de responderle, no sé qué decirle, ¡No sé joder! Esto va más allá de lo que lidio cada día.

Puede que les hagan preguntas a los sobrevivientes, si alguno me vio en en la fiesta va a delatarme, quizás les diga del alboroto que se formó cuando estaba tratando de escapar de ese lugar.

¡No, no, no!

¡No!

Jesús ¿Qué haré ahora?

No me puedo ir del país, sería demasiado sospechoso. 

Puedo cambiarme el nombre y la identidad, cambiarme de ciudad o casa, no sé...

Ay no, no, estoy siendo muy paranoia y extremista... ¿o no?

Por las aves que vuelan, ¿qué se supone que diré si me interroga la policía?



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En el texto hay: comedia, romance, demonio

Editado: 06.01.2022

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