—Teníamos un trato —su voz sonó distorsionada al igual que todo su rostro. Con pasos insoportablemente lentos se acercó a nosotros sin permitirnos mover nuestros cuerpos o cabezas.
Los ojos de Tom y Emily se movían de Dereck hacia mí, al parecer esto ya dejó de ser un chiste para ellos.
»¿Por qué les dijiste?
No puedo hablar, idiota.
»¿Todavía tienes las agallas para llamarme idiota?
Rodé los ojos aprovechando que aún podía moverlos.
De todas maneras voy a morir.
»Ya sé que eso no te importa a ti.
Sonrió afectando más ese horrible rostro rojizo y mostrando sus dientes afilados y grandes.
»Pero también los puedo matar a ellos.
Jodida mierda.
Emily ya para este momento estaba llorando silenciosamente.
No pensé en esa posibilidad.
¡Joder, joder! Jamás pienso en las consecuencias.
Tenemos un trato.
Dereck sonrió nuevamente, su rostro humano volvió, aliviándome.
—¿Ahora sí? —rió con fuerza para después quedarse callado y mirar el techo pensativo.
No sabía lo que podía estar ideando su mente, tampoco tenía miedo, pero sí me encontraba nerviosa por lo que sucediera a continuación.
Sus ojos oscuros se enfocaron en mí, destilaba diversión y malicia. Luego se acercó a mi cuerpo inmóvil y tocó con cuidado mi mejilla.
Sentía la necesidad de alejarme, algo dentro de mí me decía que lo que fuera a decir desde este momento no era bueno, al menos no para mí.
—Y no lo es —lo miré fijamente, su mano bajó y sus labios se curvaron sin mostrar sus dientes—. Tu linda metida de pata me dio una gran idea, ¿sabes? —miró a mis amigos y ellos desviaron sus ojos—, ¿querías que ellos supieran lo que soy? Está bien, pero ahora tienes que afrontar las consecuencias.
Habla y deja los rodeos.
Está vez sí rió al escuchar lo que pensé, me di cuenta de porqué antes no lo había hecho, dentro de su boca había una sustancia roja y viscosa moviéndose desesperadamente.
—Tenemos un trato, pero ahora ese trato se va a extender de tu parte. Por ejemplo, Clarisa Stone debe acordar no dejar que otros la toquen, y por otros me refiero a hombres, claro, exceptuando a los que tienen una relación familiar contigo —¿Qué? Mi ceño estaba más que hundido, más sin embargo él prosiguió—, tienes que cuidar tu vocabulario cuando estés conmigo —¡¿Qué mierda?! Dereck me fulminó—. Exactamente eso.
¿Cómo es posible?
»Habla.
—Eres un maldito idiota, vete al jodido in...
—Ah, ah, ah —movió su dedo y luego lo colocó sobre mis labios, deteniéndome—. Es justo lo que no debes decir.
Estaba casi a estallar de la rabia que tenía, quería golpear algo urgentemente, pero sabía que esto no era más que mi culpa y jodidamente debía afrontar las consecuencias.
»Que bien que lo sepas.
Sonrió.
Maldito.
Levantó las cejas.
—¿Eso es todo? —pregunté apretando mis dientes.
Encogió sus hombros.
—Por ahora, pero necesito que digas con tu linda boca que toda tú me perteneces y harás caso a todo lo que diga de ahora en adelante.
Él de verdad se estaba divirtiendo con esto.
Con rabia y rencor hablé.
—Yo, Clarisa Stone, le pertenezco en cuerpo y alma a Dereck alias el demonio —si iba a recitar esa maldita estupidez lo haría bajo mis términos. Miré a mis amigos, Emily ya había dejado de llorar y ahora sus ojos parecían divertidos a pesar de la extraña situación, Tom sólo se dedicaba a atravesar con sus ojos a Dereck—, además de no decir ni una sola mala palabra en su presencia y acatar sus ordenes cuando lo pida.
Abbadon parecía complacido, sus ojos oscuros se acentuaron con intensidad sobre los míos.
—Nunca me habías llamado Abbadon.
—Todavía no lo hago —rectifiqué. Él le restó importancia y permitió que nuestra movilidad volviera, rápidamente me alejé de él para acercarme a Tom y Emily.
—No puedo creer que esto sea real... joder... —Emily no lo creía, miró a Dereck— ¿Eres un demonio?
El nombrado asintió mientras se acostaba en mi cama con toda la confianza, cosa que mis amigos no pasaron desapercibido.
Pero después Tom se adelantó y le habló con seriedad.
—¿Qué pasa si ella no cumple el nuevo trato?
Bueno, ellos se lo tomaban mejor de lo que esperé. Aunque yo también quería saber, por lo que permanecí callada.
Dereck sonrió despreocupado mientras mi gato se acostaba a su lado.
Traición.
Proclamo traición.
—Pues ya no los puedo matar, de hecho no puedo hacerle daño a ninguno de sus seres queridos —contestó, y esa respuesta me asustó, es decir, no quería que mi familia estuviera en peligro, pero si esa no era la consecuencia por incumplir el trato, debía ser algo mucho peor. Y él me lo confirmó al mirarme divertido—. Naturalmente, si Clarisa rompe el trato ella misma me sustituirá en el infierno, pero tendrá que ser desde el principio, su alma se quedará conmigo pero su cuerpo sufrirá centenares allá abajo.
Entre más decía mis ojos se desbordaban.
Ir al infierno, ir al infierno.
Quizás antes no hubiera pensado que era algo malo, antes cuando vivía en la total ignorancia sobre la misma existencia de este. Ahora era diferente, un demonio me estaba asegurando que iba a sufrir.
Sin importar qué, yo salía perdiendo de todas las formas.
Al parecer el notó mis repentinos temblores porque su sonrisa burlona se evaporó y continuó hablando.
»Claro que el contrato no es tan complejo, tampoco puedes asegurar que algún idiota te toque sin que te des cuenta, por lo que si eso llega a suceder claramente debes rechazar su contacto en voz alta. No es complejo, sólo si se incumple deliberadamente, ahí ya habría un problema y yo mismo lo resolvería.
—Gracias, de verdad me siento mejor —el sarcasmo en mis palabras era palpable. Lo miré con cuidado de no enojarlo—. Podrías... por favor irte.