Get Me Out Of Hell (sácame del infierno)

Sixteen: ¡No te dejaré!

Era como si el tiempo se hubiera congelado. Las palabras de Dereck... ¡de Abaddon! eran más de lo que podía manejar... no creí que justo él diría algo así.

Nuestros ojos no dejaron de mirarse por un largo rato; los suyos estaban brillantes.

—¿Te incomodó lo que te dije? —después de un largo silencio, eso es lo primero que pronuncia; con una sonrisa en sus labios.

Me sonrojo un poco al sentir que se está burlando de mí.

Maldito demonio.

Él ríe.

—Para nada —alego, tratando de sonar convincente.

Dereck asiente.

—Okey... entonces... ¿cuál es tu respuesta? Espero que no sea mala —me mira seriamente.

Yo me estremezco por la intensidad del ambiente.

¿Qué...?

—¿Estás presionándome? —suelto, levantando una ceja. Él aprieta sus manos en mis caderas, causando que me sobresalte. Finalmente se burla de mi expresión.

—Bromeo —dice, riendo roncamente—. Puedo ser muchas cosas malas, pero jamás te forzaría a aceptar mis sentimientos —sonríe—. Menos cuando falta poco para que me vaya.

Lo último que dice me desconcierta por completo.

—¿A qué te refieres? —pregunto consternada, lo miro confundida—. ¿No se suponía que ambos ya podíamos compartir tranquilamente mi alma?

Dereck aprieta sus labios, evitando mi mirada.

—Al final no se pudo —revela, asustándome. Luego posa sus ojos azules en mí—. Hay cosas que nunca te pude decir, y ahora menos. Pero debes saber que vivirás tranquila, los años que te queden serán solo tuyos —sus brazos me rodean, haciendo que mi rostro quede escondido en su cuello—. Lamento todo lo que te causé esos últimos meses. Me alegra mucho haberte conocido, a ti y a tu boca sucia.

—Dereck... no...

—Shhh... esto era algo que tarde o temprano iba a pasar, lo sabía, pero quería evitarlo... solo que hay cosas... que no se pueden evitar.

—Dereck...

Lo llamo, sin embargo, él continúa ignorándome.

—Por favor sé más cuidadosa con tu seguridad. Eres demasiado confiada. No te preocupes por Parker, lo mataré antes de irme...

—¡Dereck! ¡Mierda! ¡Escúchame!

Detiene su monólogo para verme con una sonrisa. Poco después me doy cuenta que acabo de decir una mala palabra, así que cubro mis labios asustada, pero él ríe.

—Tranquila, ya no tienes esa restricción.

Me sorprendo por tercera vez en lo que va desde que llegó, pero dejo eso de lado al recordar de lo que estábamos hablando.

Me fijo en su rostro con mi ceño fruncido, lo tomo de los hombros y lo acerco a mí.

—Escúchame bien, Abaddon —se sorprende al escucharme llamarlo por su nombre, sin embargo, ignoro eso—. ¡No te dejaré! —bramo firmemente.

»¡Jodidamente no te dejaré! —esta vez le grito, provocando que abra los ojos.

Está a punto de decirme algo, pero de repente se queda callado.

—Bueno... eso realmente me conmovió —dice, levantándose de la silla y dejándome con cuidado sobre el suelo—. Pero tenemos visita, y no creo poder salir de esta.

—¿Eh?

Antes de que pueda decir alguna otra cosa más, se escucha romperse la ventana de mi habitación, haciéndome sobresaltar asustada.

Rápidamente Copito sale corriendo con su pelaje de puntas, así que lo agarro con preocupación esperando que esté bien.

Mi pequeño gatito maúlla y se esconde hecho una bola en mis brazos.

—Ponlo en un lugar seguro —lo escucho decir. Lo sigo con la mirada y veo que él se dirige hacia mi habitación.

Eso me asusta más.

—¡Abaddon! ¡No! —intento sujetarlo, pero algo me lo impide y me envía hacia atrás con delicadeza.

—Te pido que no te metas —vocifera, tan serio... por primera vez me sorprende verlo así—. Realmente podrías salir lastimada, y entonces nada de lo que hice valdría la pena.

Sin más, se va.


 

*****


 

Llevo cinco jodidos minutos inmovilizada como estúpida, lo único que puedo escuchar son los fuertes estruendos provenientes de mi habitación, y puedo ver la sangre que por momentos salpica fuera de esta.

Copito sigue en mis brazos temblando y yo ni siquiera me puedo mover.

Tengo miedo, he de admitirlo. Tengo miedo de lo que sea que está pasando allí adentro. Tengo miedo de que Abaddon esté herido... tengo miedo de que de un momento para otro él simplemente desaparezca.

No sé por qué.

¿Acaso ese estúpido demonio me hizo un amarre? Porque sentirme de esta manera por él de la noche a la mañana no es nada lógico. No después de que hace unos días; hace unas horas, todavía le tenía rencor.

¡Ahhh!

¡Solo quiero saber lo que están haciendo en mi habitación!

También espero que no la destruyan...


 

****


 

—¿Sabes? No podrás estar aquí mucho tiempo, ahora que lo pienso, únicamente estoy perdiendo mi tiempo tratando de llevarte devuelta conmigo.

Un demonio albino de ojos profundamente oscuros curva sus sedosos labios en dirección a Abaddon.

Abaddon sabía que él tenía razón, a pesar de todo lo que hizo para intentar estar en la tierra, al final todo era un mero capricho suyo. Pero ahora realmente sentía que valía la pena estar allí, con Clarissa.

Sólo que ya no podía.

»Se lo prometiste a Satán.

—Ya lo sé —respondió el de cabello negro con irritación.

El demonio Albino solo atinó a reírse alegremente.

—Debo admitir que vine aquí solo por un poco de diversión —canturreó caminando por toda la habitación. Después giró su cuerpo y volvió a sonreír—. Esa humana tuya sí que es irritante, nunca había conocido a alguien tan mal hablado.

—Literalmente vienes del infierno.

Abaddon y el demonio albino se sorprendieron al escuchar la nueva voz.

Allí en la puerta de la entrada, con la poca luz reflejándose en su rostro, estaba Clarissa despotricando en su mente de ese demonio que la acababa de llamar irritante.

El demonio rió tan fuerte mientras se lanzaba a la cama de Clarissa sin ninguna vergüenza.



#10808 en Fantasía
#4288 en Personajes sobrenaturales
#5483 en Joven Adulto

En el texto hay: comedia, romance, demonio

Editado: 06.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.