El demonio albino repentinamente se rió, cosa que sorprendió a Clarisa.
—Tranquila, no vengo para llevarme a tu "querido Dereck" —habló, diciendo lo último con un rastro de burla. Colocó las manos dentro de sus bolsillos, caminando con elegancia—. No tengo que hacerlo, solo veré lo que suceda a continuación.
Clarisa se enfadó por lo que dijo, no entendía nada.
Abaddon notó su enojo, así que para evitar algo que pudiera lastimarla, se acercó a ella y la abrazó conteniéndola.
El demonio albino de nombre Adriel se burló al ver como el querido de Satanás se comportaba hacia esa humana insulsa. No comprendía la razón de sus acciones, pero se divertía al pensar en cómo reaccionaría Satán si viera esto.
Estaría complacido.
—Sé lo que estás pensando —habló Abaddon, sacándolo de sus recónditos pensamientos. Clarisa, que no era capaz de leer mentes, seguía confundida. Adriel miró al de cabello negro, levantó las cejas.
—¿Sí? ¿En qué? —sonrió.
Abaddon también le sonrió, desconcertándolo.
—Ni aunque Lucifer viera esto —se señaló, refiriéndose al abrazo que le estaba dando a Clarisa— te prestaría un poco de la atención que tanto anhelas —lo observó con burla, los labios rojizos curvados en una sonrisa petulante—. La atención que yo poseo.
El silencio reinó dentro de esa habitación.
Clarisa felicitaba a Abaddon en sus pensamientos, a lo cual él atinaba a sonreír con ternura.
En cambio, el demonio Adriel contenía su repentina intención asesina. A pesar de todo, sabía que eso era cierto.
Solo estaba celoso de Abaddon.
*****
Clarisa.
Ahh.
Al fin se fue ese pretencioso.
Estaba completamente harta de él y su aura de "soy lo más grandioso que verás en tu vida".
Pero ¡oh joder! Lo que le dijo Dereck realmente debió dolerle como para que se fuera con la cola entre las piernas.
—Esto es justo de lo que te hablo cuando te pido que seas más prudente.
Dereck me sacó de mis pensamientos acostándose a mi lado en mi cama.
—Je —lo miré con inocencia.
Él suspiró.
—Clary, yo puedo llegar a ser bastante tranquilo, pero debes recordar que somos demonios —comenzó, haciéndome sentir regañada—. Adriel puede parecer pretencioso y sin gracia, pero cuando está enojado es completamente imparable...todos los demonios lo son. No te dejes engañar por las apariencias.
Asentí silenciosa.
—¿De verdad tienes que irte?
Después de un largo rato en silencio, no pude aguantar las ganas de hablar con él sobre lo de antes.
Dereck sonrió.
—¿No quieres que me vaya? —lo ignoré, él solo rió—. Tengo que ir, pero tranquila, lograré volver. Y sin más problemas esta vez.
—Gracias al cielo.
Ambos reímos.
En ese momento me hice de lado sobre la cama para poder verlo, Dereck sintió mis ojos sobre él así que también se acomodó de costado, apoyando su cabeza sobre su mano.
Con su otra mano acarició mi mejilla, muy suavemente, deslizando sus dedos en círculos hasta llegar a mis labios, deteniéndose en el inferior.
Mi boca se abrió por reflejo, cosa que lo hizo sonreír.
De un momento a otro él se inclinó y juntó su boca con la mía, el labio antes delineado fue mordido por sus diente, provocando que jadeara.
Nos centramos tanto en el beso que ni siquiera nos dimos cuenta en qué momento yo había llegado a su regazo, y ahora estaba inclinada con mis manos agarrando su rostro para profundizar el beso.
Su lengua se adentró comenzando un lento vaivén que me encantó, sus manos se apretaban en mi cintura.
Podía sentir lo excitado que él se encontraba, y eso solo provocaba que yo también me excitara.
—Dereck... quiero... quiero hacerlo... —definitivamente quería.
No permití que él dijera algo, mis manos se deslizaron sobre su abdomen por debajo de su camisa, Dereck jadeó de una forma tan excitante, haciéndome perder más el control sobre mis pensamientos.
En un segundo me quité mi ropa quedando solo con mis bragas. Miré los ojos de Dereck viéndome desde abajo, estaban oscuros y brumosos, suponía que los míos estaban igual.
O peor.
Sus manos se deslizaron suavemente por mi cintura hasta llegar a mis senos, los tomó con cuidado, como si fueran algo hermoso que debe cuidar. Eso por poco me hace reír, hasta que sentí sus dedos apretando mis pezones.
—Uh... sí... ¿puedes volver a hacerlo? —pregunté inconscientemente.
Dereck rió.
—¿Así?
Volvió a retorcer entre sus dedos mis pezones, provocando que moviera mis caderas desesperada, anhelando lo que chocaba contra mi intimidad.
—Sí... así...
—Ok, hagamos esto —susurró, su voz ronca y lenta.
Muy sexy.
Después de lo que dijo, me levantó con cuidado de su regazo y bajó un poco sus pantalones y su bóxer, haciendo que su pene rebotara contra mí.
—¡Oh Dios! —gemí al igual que Dereck.
Él no se contuvo ni un minuto más, hizo a un lado mis bragas sin llegar a quitármelas y metió con extrema lentitud dos de sus dedos.
Solté un largo gemido, retorciéndome y agarrándolo de los hombros.
Después de una larga ronda de preparación, finalmente introdujo lentamente su miembro, lo hizo tan despacio que fue demasiado bueno... y un poco doloroso.
Pero eso no evitó que ambos gimiéramos extasiados.
—Mierda... —dijo, eso logró encenderme más. Es tan raro para mí escuchar a Dereck maldiciendo.
Sentí su pecho y mi interior vibrando debido a su risa, lo cual me sacó un gemido profundo.
»Deja de pensar esas cosas —susurró, ronco. Poco después comenzó a mover sus caderas hacia arriba, primero lento, pero poco a poco iba aumentando el ritmo.
Mi habitación se convirtió en un espacio lleno de sonidos de y nuestros cuerpos en movimiento; jadeos, gemidos, gruñidos...
Mi mente estaba ida debido al inmenso placer que estaba experimentando, estar arriba hacía que todo se sintiera más profundo de lo que imaginé. Dereck sabía cómo tocar el lugar correcto de todo mi cuerpo, por dentro y por fuera.