¡La maldita cadera me está matando!
¡Oh mierda, oh mierda!
Ni siquiera puedo levantarme de la cama, y para nada es una exageración.
No sé en qué momento de la noche las cosas se volvieron tan rudas. Se suponía que habíamos empezado bien, calmados… lo que estábamos haciendo Dereck y yo era más pasión que otra cosa.
Pero de un momento a otro él se excitó demasiado. DEMASIADO.
Solo sé que cuando menos me lo esperé, ya estaba de rodillas sobre la cama y con mi cadera levantada a la merced de Abaddon. Ese maldito lo hizo tan fuerte que los únicos sonidos que salían de mi boca eran lloriqueos estúpidos y gemidos que poco o nada pude contener.
Además mis pobres senos fueron aplastados hasta estar lo suficientemente sensibles.
Realmente no quería dar un solo paso fuera de la cama.
Tampoco podía.
Sin embargo, todo mi repertorio de insultos internos hacia Dereck se acabaron cuando noté que el demonio ni siquiera estaba a mi lado para poder maldecirlo correctamente.
Solo pude ver una cosita preciosa hecha bolita y ronroneando. Suspiré con cansancio y acaricié a Copito que pronto se estiró feliz para que no me detuviera.
—Tendré que levantarme después de todo —le dije a mi pequeño gato.
****
Al final pude lidiar con el dolor del cuerpo después de un largo baño con agua caliente, pero trataba de evitar caminar o sentarme lo menos posible. Hasta que llegó Emily.
Cuando Emily llegó su rostro ceniciento me asustó, por lo que no medí las consecuencias y me levanté del sofá de un tirón, casi cayendo.
—¿Emily? ¿Qué sucede?
Ella se acercó corriendo a mí y me abrazó tan fuerte que me hizo soltar un grito cuando ambas caímos al sofá.
—¡Clarisa! ¡¿Estás bien?! —Emily extrañamente me revisó todo el cuerpo tratando de encontrar algo. Me sonrojé al pensar que ella sabía lo que hice con Dereck. Ella notó el sonrojo, pero lo malinterpretó—. ¡¿Estás enferma?! —tocó mi frente como si fuera mi madre.
Finalmente la detuve.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás así? —pregunté.
—¿Me estás preguntando qué mierda pasa? —oh vaya, la mirada de Emily era aterradora—. ¡No te he visto por casi tres malditos días!
Espera ¡¡¿Qué?!!
La miré como si fuera una payasa y estuviera bromeando.
—¿De qué hablas? Ayer nos habíamos visto las dos.
Emily se enojó más.
—¡¿Ayer?! ¡¿Ayer?! —gritó, exaltada—. ¡Tom y yo estábamos preocupados hasta la muerte! Por alguna razón que no podemos explicar tu edificio desapareció de su lugar durante tres días. Siempre que le preguntábamos a alguien por la construcción que estaba en ese espacio vacío, todos nos decían que allí nunca hubo ningún edificio. ¡¿Entiendes?! Después de intentarlo durante tres días, hoy finalmente apareció, y mágicamente todos sabían que siempre estuvo aquí.
»¿Qué clase de magia putrefacta es esta?
¡Oh no, no, no… no!
—¿Hace tres días? —me toqué la cabeza totalmente confundida—. Se suponía que ayer estuve con Abaddon aquí… qué… qué e-es e-esto…?
Entonces si durante esos tres días estuve dormida.
¿Dónde diablos está Dereck?
Emily miró mi expresión perpleja.
Ella negó repetidas veces.
—No me digas que lo vas a buscar —refunfuñó con el ceño fruncido—. Todo esto debe ser obra suya.
La detuve.
—No… no entiendes… —respiré pesadamente—. Debo encontrarlo.
Emily hizo una mueca sin entender por qué estaba tan interesada en encontrar al demonio.
»Emily —la miré—. Él me gusta.
****
—No puedo creer que realmente estemos ayudándote a buscar a ese demonio estúpido —se quejó Emily por quinta vez desde que estamos en el auto de Tom frecuentando los lugares donde pudo estar Dereck.
El primer lugar al que fui fue el club que él había adquirido, pero los empleados no sabían nada de él desde hace varias semanas, aparte de mensajes para el personal con las ordenes regulares.
Ya iban a ser las ocho de la noche y él no había aparecido, ni siquiera me ha mandado un mensaje. Y su apartamento al cual pude entrar gracias a el recepcionista, no tenía nada que me diera alguna pista de dónde podría estar.
He estado todo el día tratando de no pensar en los acontecimientos que pasaron antes de que ambos nos acostáramos.
No quería creer que ahora mismo él estaba en un lugar dónde jamás lo iba a poder buscar.
Miré a Tom, él no dijo nada en todo el camino, ni siquiera sé si está de acuerdo con Emily o conmigo.
De hecho Emily es la única que ha estado hablando, pero solo para quejarse.
—No te obligué a hacerlo —contesté, mirando por la ventana. Luego seguí—. De hecho no obligué a ninguno.
Los miré.
Emily tenía la boca abierta con indignación, en cambio Tom frunció los labios.
—Pero lo hacemos porque somos tus amigos —bramó ella, se acercó a mí golpeando mi hombro sin mucha fuerza—. Así que tengo el derecho de quejarme, al menos déjame hacerlo. Eso no cambia el hecho de que te seguiremos ayudando.
»Se le llama desahogo.
Reí, a pesar de que no me sentía con ganas.
—Claro —dije.
—Clarisa —ambas miramos a Tom cuando me llamó. Su postura era rígida en su asiento, él seguía mirando el camino mientras conducía—. ¿No crees que Abad… perdón, Dereck, no crees que Dereck haya regresado al lugar de donde salió? —susurró, como si temiera que yo me fuera poner mal.
Claro que lo había pensado.
Pero quería creer que no.
Quería creer que al final él eligió dejarme en paz, como tanto se lo había pedido antes.
Pero… ¿por qué ahora?
¿Por qué ahora que me gusta tanto y que ya hicimos estas cosas?
¿Realmente él se fue por su elección? ¿o algo más lo obligó?
Quiero pensar que se trata de lo último. Para que mi búsqueda por él al menos no sea en vano.