Érase una vez un curioso encuentro en el reino de las rosas, un encuentro tan extraño que parecía que Dios mismo estaba jugando con el mundo.
Chico de cabello negro- ...Oye, ¿por qué crees que las personas con poder siempre terminan corrompiéndose, sin importar en qué época vivan?
El chico estaba sentado en un viejo barril de madera en un callejón tranquilo, con un libro tan grueso y pesado en su regazo que parecía demasiado para su frágil complexión. Era algún tipo de libro de historia especializado, con un lenguaje tan arcaico y complejo que incluso eruditos tendrían dificultades para entenderlo. Pero el chico había absorbido su contenido con la misma facilidad con la que otros niños leen libros de imágenes, y ahora alzó la vista, con los ojos entrecerrados en un gesto pensativo. Su pregunta iba dirigida al chico de cabello rubio que estaba sentado en el suelo cerca de él, con una rodilla levantada para sostener el libro que tenía en las manos. Tenía un aire de madurez que contrastaba con su apariencia juvenil, y seguía pasando las páginas de su libro sin siquiera levantar la vista.
Chico de cabello negro- Los libros de historia solo hablan de la nobleza, pero no hay ni una sola persona decente entre ellos, ¿verdad? Matan a sus seres más cercanos para obtener el trono, engañan a sus vecinos para reclamar sus tierras, ignoran el sufrimiento de la gente que gobiernan... Con tanta historia, uno pensaría que habría al menos un gobernante que fuera amable, justo y lleno de amor para todos, sin importar quiénes fueran... No, espera, supongo que personas así no dejarían su huella en la historia, ¿o sí?
Chico de cabello rubio- Por supuesto que no. En un mundo como el nuestro, donde una sociedad basada en clases se ha convertido en la norma aceptada, los gobernantes que valoran el amor y la justicia siempre serán los primeros en ser eliminados. Aquellos que obtienen el poder nunca se atreven a renunciar a él. Y si eso causa problemas a otros, simplemente fingen no verlos. No les importa el sufrimiento ajeno. Esa es la verdadera naturaleza humana.
Chico de cabello negro- No lo sé, ¿realmente lo es?
El chico de cabello negro balanceaba las piernas mientras se inclinaba hacia adelante, con una sonrisa tan radiante como el sol del mediodía.
Chico de cabello negro- Creo que las personas son criaturas naturalmente justas y honestas. El mundo hace a la gente codiciosa, pero eso significa que el mundo es malo. Las personas no son malas.
Chico de cabello rubio- Si seguimos tu teoría, eso significaría que no hay verdaderos villanos en el mundo.
Chico de cabello negro- Sí. Porque la verdadera naturaleza de las personas es en realidad el amor. Creo que incluso todos esos líderes corruptos de los libros de historia podrían haber sido amables con los demás si el mundo hubiera sido diferente.
Chico de cabello rubio- ...Sueles decir cosas bastante fantasiosas, ¿sabes?
Chico de cabello negro-¿Y qué? Al fin y al cabo soy un niño, ¿no? Tengo derecho a soñar. Y me gusta la gente.
El chico rubio alzó por fin la vista de su libro, soltando una risa burlona cuando sus miradas se encontraron. Pero la mirada del chico negro rebosaba amabilidad y cariño, y no pareció importarle lo más mínimo.
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Habían pasado varios días desde que los tres príncipes visitantes nos maldijeron con sus peticiones de quedarse en el Palacio de Rodolita. Sariel y los príncipes rodolitanos pasaron largas horas encerrados en la sala de la mesa redonda, analizando el asunto en detalle. Pero al final se tomó una decisión- nuestros invitados serían acogidos en la corte real de Rodolita.
Leon- ...Y como ya he dicho, los príncipes visitantes se quedarán en el palacio para celebrar una cumbre entre las cuatro naciones.
Los príncipes de la facción de León se reunieron con los ministros con quienes trabajaban más estrechamente para discutir el resultado de la decisión. León se tomó el tiempo de explicar todo lo más claramente posible, pero cuando terminó, pude sentir la tensión en el ambiente.
León- Su Majestad ha dado su autorización, así que la decisión no puede ser anulada.
La voz de León era fría y digna, y sus palabras atravesaron la sala, silenciando los últimos murmullos de descontento.
(Supongo que sabía que los ministros no estarían contentos con esto, pero no me di cuenta de cuántos de ellos estarían molestos.)
Ministro de Facción- ...Encuentro esto muy difícil de aceptar. Una cosa es dar la bienvenida a nuestros aliados de Benitoita, o incluso a los Jadeanos, a pesar de que se mantengan neutrales. ¡Pero ¿por qué demonios estamos permitiendo que ese Obsidianita se quede en el palacio?! ¡Ninguno de ellos ha intentado jamás enmendar su traición pasada! Debemos asumir que esta solicitud de quedarse en el palacio es solo para promover alguna agenda malvada propia. Es demasiado peligroso.
Leon- Lo sé. Todos lo sabemos. No es como si alguno de nosotros pudiera olvidar lo que ocurrió en el Día de la Rosa Ensangrentada.
(No hay un solo rodolitano vivo que no conozca el Día de la Rosa Ensangrentada... Pero en verdad, solo he escuchado historias.)
Ocurrió hace diez años, cuando el ejército obsidianita invadió Rodolita sin previo aviso. Los príncipes corrieron a la frontera y los repelieron, pero mucha gente murió ese día, y la violencia dejó una profunda cicatriz en nuestro pacífico reino. Muchos rodolitanos aún lloraban a sus pérdidas, y podía entender por qué les horrorizaba la idea de tener a un príncipe obsidianita en el palacio. Pero incluso en el poco tiempo que llevaba en el palacio, ya comenzaba a darme cuenta de que las historias que contaban los aldeanos solían estar muy lejos de la verdad.