Giratiempos

Capitulo 1 *..GIRATIEMPOS..*

Su corazón latía lentamente, sus ojos estaban marchitos, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas manchando su pálido rostro. Le dolía el pecho, le costaba respirar. Su alma y corazón estaban rotos y nadie nunca podría unir sus piezas, cada fragmento de ellos estaba vuelto polvo cósmico en el infinito universo. Apretó sus puños blancos y débiles. Ya no aguantaba más, no quería seguir en aquella agonizante vida, si a eso lo que ella hacia se llamaba vivir. Sin embargo tenía una poderosa razón para seguir viviendo. Una razón que nadie le podría arrebatar y que le daba las fuerzas para continuar. Un hermoso niño dormía sobres una cómoda cama mientras ella acariciaba su rubia cabellera cariñosamente y con una lentitud pasmosa disfrutando aquel momento.

Aunque sus vidas estaba llena de lujos y miles de galones en sus cuentas. Aun teniendo la joya más cara y el vestido más elegante digno de una diosa el cual podía ser la envidad de cualquier bruja. Y aunque ella fuera Hermione Malfoy. La bruja más inteligentes había pisado Hogwarts desde Rowena Ravenclaw, aun siendo una heroína de guerra y con una maravillosa carrera, un trabajo envidiable y su propia bibliografía en cada librería o biblioteca en los hogares de cualquier bruja o mago con conocimiento en la magia. Ella era profundamente desdichada, y la culpa la tenía el. Su esposo. Ese hombre frio y arrogante con el cual se veía obligada a todas las noches a compartir su cama. Con quien tendría que compartir sus días y noches el resto de su vida.

Hermione suspiro y le dio un corto beso en la pequeña y rubia cabecita de su hijo. Se levantó de la mullida cama y camino hasta un pequeño estante lleno de cuentos infantiles. Coloco el libro de cuentos en su lugar y se quedó parada frentes a los libros perdida en sus pensamientos y en el infierno que era su vida. Ella aún era joven tenía solo 22 años y un hijo de ocho años. Si había tenido a su pequeño Abraxas cuando solo tenía 15 años. Aún recuerda aquella noche cuando tenía 14 años y comenzaba a explorar su sexualidad de la manera menos digna y vergonzosa que pudo haber existido. Ella quien se creía correcta, recta, siempre en cumplimiento de las normas y reglas las cuales había roto de una forma catastróficas aquella noche en que se celebró el bailé de los tres magos. A pesar de ir en compañía de hombre más cotizado en aquel baile, y aunque se sintió flotar en una nube sintiéndose en cuento de hadas, esos en los cuales no creía hasta en ese momento. Y en los que ahora no creía fervientemente.

Aquella noche de bailes, risas y felicidad, se había empañado gracias a cabezonería de Ron y sus celos irracionales. Él lo había arruinado todo. Y su noche se había visto derrumbada.

Sola al pie de una escalera llorando había tomado la decisión de regresar a gran salón y olvidarse de todo, se soltaría el moño. Y así lo había hecho, bailo como nunca, reía y disfrutaba con todos aquellos alocados jóvenes. Y fue la primera vez que tomo una copa de licor. No fue aquel ponche que estaban dispersos por las mesas alrededor de la pista de baile. Si no uno que tomaban los alumnos a escondida de los profesores. Whiskey de fuego, ese fue el malévolo y engañoso veneno que la llevo a vivir aquella tortura.

Había perdido el control de sí misma, el licor la había hecho sentir cosas que no sentía, la había hecho sentir feliz, eufórica y capaz de hacer lo imaginable. Y ese fue su error querer hacer lo imaginable. El día siguiente comprendió la gravedad de su error al amanecer completamente desnuda siendo sujetada posesivamente por un joven rubio con el mismo tono de cabello que su hijo. Había perdido su virginidad a causa de una borrachera, se había sentido sucia, espantosamente sucia y decepcionada de sí misma.

Con lágrimas en los ojos se había levantado de aquel piso en aquel viejo salón polvoriento lleno de trastes. La vergüenza la sumía en las peores de las depresiones nunca antes sentidas por ella. Y fue en ese momento cuando trataba con rabia cubrir su desnudes que lo vio y se vio reflejada en sus ojos fríos y como el hielo que estremeció su cuerpo. Y ese fue el comienzo de una guerra y la venganza de él. Ahora ella estaba allí aun sufriendo por aquel error, por querer ser diferente por una noche. Querer ser libres de sus propias reglas que la cohibían y la hacían vivir en la soledad, porque aunque Harry y Ron fueran sus amigos, aun así ella se había sentido sola. Se sentía sola. La puerta blanca e imponente de la habitación de su hijo fue abierta lentamente por una mujer alta con expresión fría pero con ojos cálidos. Su aristocrático porte era igual o más digno que el de una reina. Si esa mujer que la miraba mientras negaba la cabeza lentamente al ver su estado era nada más y nada menos que su suegra, Narcisa Malfoy. Con pasos lentos, espalda derecha y cabeza erguida Narcisa se acercó a su nuera y puso su mano un poco arrugada a causa de los años en el rostro marchito de Hermione quien desvió la mirada avergonzada por su actitud.

Cuando se enteró dos meses después de aquella fatídica fiesta de su embarazo sintió que su mundo se abría a sus pies. Había sentido cada uno de los síntomas, había sufrido en silencio su desdicha, hasta que llego ella. Un día soleado despejando las nubes oscuras que se habían adueñados de sus días condenándola a un invierno que aun sufría con más intensidad. Aquel día durante la clases de defensa contra las artes oscura había sido interrumpida por ella, con su porte orgulloso acompañada de su profesora favorita Macgonagall, cuando Narcisa solito que la acompañara toda la clase se había quedado estupefacta incluyendo a su hijo quien no se dignó a mirarlo en ningún momento. Al principio se había sentido confundida y temerosa, no entendía porque aquella rubia mujer solicitaba hablar con ella, ni que era lo que quería, sin embargo lamentablemente no tardo en descubrirlo.

Minerva las había dejado solas frente al lago donde una mesita con dos sillas las esperaba. Y fue en ese momento que comprendió aquí se debía su actual estado de salud. Y no hizo más que llorar desdichada viendo como aquel futuro maravilloso con el cual soñaba días atrás, días que desaparecía para siempre frente a sus ojos. Con sus ilusiones destrozadas Narcisa la había abrazado y le había ofrecido su protección. Y aun a pesar de la guerra y el secreto de su hijo alejado de ella y protegido por su abuela lejos de todo aquel mal de sufrimiento logro o creyó lograr salir de toda aquella oscuridad que la rodeaba, pero había sido una ilusa, su sufrimiento apenas comenzaba con su casamiento con Draco, aquel casamiento impuesto por el mismísimo Lucios Malfoy quien al igual que Narcisa habían ofrecido su ayuda en secreto y protegido a su hijo cuando ella no podía por obvias razones.



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En el texto hay: magia, hermione granger, dracomalfoy

Editado: 26.04.2021

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