La primera vez que te vi, no fue como esas novelas de romance juvenil donde el chico y la chica chocan en los pasillos y el chico la ayuda, y luego la chica se sonroja y se pone nerviosa, no.
Obviamente no.
Pensaste que fue a adrede y... me diste una cachetada.
No sé como no me sacaste los ojos. Lo bueno fue que no lo hiciste, así pude seguir viéndote cada día.