Luego de dos días me encaminé a mi lugar favorito en el parque. La ultima vez que nos vimos te dije que nos viéramos aquí para luego ir a mi casa.
Los nervios me quemaban y por momentos no podía recordar como respirar. Luego te vi caminando hacia mí con un bello vestido azul, estabas radiante. El sol podía esconderse y todo el parque iba a seguir siendo alumbrado por tu sonrisa.
—No me lo digas, lo sé. Estoy hermosa.
—La palabra hermosa no se adapta a lo que veo.
Mi pecho se infló de los nervios. La piel trigueña de tus mejillas enrojecieron por mi comentario. Seguro te incomodé por dármelas de no sé qué.
—¿Te molesta si compramos helado antes de irnos directo a tu casa?
—Eh... Claro que no, vayamos. Si ere de esas personas que le gusta ron pasa, despídete de mí que me voy.
Soltaste una gran carcajada.
—No, ese helado me de cositas. Amo todos los sabores de helado, menos ese.