Araceli

¿Sabes eso de lo que dicen sobre que el silencio mata? El silencio mata, lo hace.

No hay nada peor que la oscuridad que produce el silencio de una persona que quieres, en mi caso: el de mis padres. Hace ya unas semanas que nuestra economía familiar se ha estado yendo a la mierda. Y si solo fuera eso, estaría bien, somos una familia y podemos salir de esta, unidos, pero ni eso éramos capaces de lograr.

Mis dos progenitores se la pasaban peleando todo el tiempo y cuando no lo hacían era por tres razones. La primera: están en público y no quieren llamar la atención. La segunda razón soy yo, aunque a veces ellos se olvidaban de que estoy ahí. Y la tercera: Simplemente porque no están cerca el uno del otro.

Una vez escuché a mi padre decirle a mi madre que quizás si no me hubieran tenido ellos no estarían pasando tan mal rato. Él estaba borracho, se supone que no hay que hacerle caso, pero... Se dice que los borrachos nunca dicen mentiras. Esa era su verdad. Yo era un estorbo en su vida y lo seguiré siendo.

Por otro lado mi madre se la pasa trabajando y cuando está en casa no me mira. Es como si yo no existiera. ¿Así será mi vida de ahora en adelante? ¿Miseria? ¿Silencio? Es como si todos los buenos momentos se hubieran desvanecido, siendo arropados por los momentos difíciles.

Para todo el mundo fuera de mi casa yo era la chica sonriente que no pensaba en nada más que en qué iba a dibujar, la chica con la vida perfecta, y solo le faltaba ser rubia para ser la protagonista de una película americana. Ese es el problema con la sociedad, te critican, te envidian, te culpan, te humillan, te odian; pero nunca saben la verdad tras la supuesta perfección. La sociedad es otra cosa que se puede ir a la mierda junto con mis padres.

Estoy harta de tanta basura de parte de mis padres y del puto mundo. Hasta aquí llego yo. Ni un paso más.

Me amo demasiado para soportar tanto. Yo voy primero y que arda el mundo de ahora en adelante.

Agarro mi mochila que contiene lo que necesito para sentirme mejor y azoto la puerta principal.

Me toma alrededor de siete a diez minutos para llegar al liceo. Tiro la mochila por encima de la verja que separa el terreno escolar con la acera. Tomo impulso y salto lo más que puedo, no llego. Salto otra vez y logra agarrarme de arriba de la pared y hago fuerza para alzar mi cuerpo hacia arriba y paso un pie y luego me tiro.

—¡Sí!

Corro en dirección del edificio del sur y voy acercándome a la zona de los baños de los deportistas.

Esos desgraciados me las van a pagar.

Así como me ves soy bastante rencorosa y sobre todo vengativa.

Estos pelotudos siempre andan pendientes a cualquier cosa, menos, en asegurarse de cerrar las puertas.

No enciendo las luces, ya que no sé si hay un alguien en el plantel y no quiero arriesgarme a llamar la atención de nadie hacia acá. Además el sol aún no se ha ocultado por completo y sus últimos rayos de luz entran por dos de las ventanas de lugar.

Localizo los uniformes y trabajos de esta semana de todos los deportistas. Vuelvo a guardar lo que le pertenece a quienes no tienen nada que ver, dejando el resto en medio del piso.

Entro mi mano en mi mochila sacando una tijera grande. En cuestión de segundos los uniformes deportivos quedan destrozados, los pedazos los tiro por toda la habitación. Agarro en mis manos una lata aerosol y con la pintura empiezo a escribir:

«Tengan un buen partido, perras»

Recojo todo asegurándome de no dejar nada de lo que traje y los trabajos. Salgo y cierro la puerta nuevamente. Camino mirando para todos lados, ahora tengo miedo de que alguien me vea y sepa de lo que hice. No importaría si me atraparan en este instante, me voy a quedar con el gran gusto de arruinarle algo a esos matones. Me paro frente a un contenedor de basura y alzo los papeles para mirarlos por encima sin prestar atención a nada.

—Seguro que tomaron mucho de su tiempo libre para terminar esto. Sería una pena si alguien hiciera esto...—Saco un encendedor y le prendo fuego a los papeles y los tiro adentro de contenedor de basura—. Ups, bueno, de cualquier modo seguro que no iban a sacar

buenas notas

Desaparezco de allí con la mejor sonrisa de satisfacción decorando mi cara.

Llego a mí casa y hago trato de no hacer ningun sonido que me delate de que volví. Camino en dirección a mi habitación cuando mi padre me intercepta.