PHUKET, TAILANDIA
GIULIA
Observo el precioso vestido rosado que reposa en la cama y sonreír es inevitable, tiene finos tirantes llenos de diamantes que enmarcan un escote redondo y una abertura en la pierna, mi hombre me ha pedido usarlo porque tiene una sorpresa para mí. Hemos viajado a Tailandia para mi cumpleaños porque así lo he deseado desde hace tiempo, conocer este lugar y celebrar una fecha importante con Dome; aunque sé que es muy probable que hoy me pida matrimonio.
Lo hablamos mucho y confieso que la reticente era yo, después del fracaso matrimonial de mis padres y que la locura de mi madre casi acabe con nuestra familia, el compromiso del matrimonio era algo a lo que le había estado huyendo desde que puedo recordar, pero Domenico ha sido increíblemente paciente conmigo, dándome mi espacio sin presiones y después de más de diez años siendo novios, me siento segura de que podemos dar este paso juntos.
Mi miedo no es por él, sé que mi hombre es el más leal de todos, sé que jamás me abandonaría ni me lastimaría de forma intencional, es mi equilibrio perfecto. El miedo es por mí, me da miedo convertirme en mi madre y arruinarlo todo, miedo a ser como la idiota de Camila y perder la cordura al punto de romper una familia sin pensar en las consecuencias. Yo soy la que puede tirarlo todo por la borda, no él.
He tenido años de terapia, sí, he aprendido a manejar muchas cosas en mi vida en lo que a emociones se refiere, pero ese miedo latente no desaparece. Me han dicho que es algo que va a darse con el tiempo y mi trabajo interno, que debo soltar ese rencor que aún albergo por mi madre, por Camila y todo lo que sufrí siendo una niña por culpa de ellas. Aunque mi padre ha sido para mí el mejor ejemplo de entereza, respeto, lealtad y amor. Es el hombre más grandioso del mundo, mi héroe y modelo a seguir, quién me ha enseñado todo lo que ahora sé y quién ha estado sin juzgarme en cada paso, papá no me presiona ni es impertinente como a veces puede ser mi madre, por eso discutimos mucho.
Me señalan que nuestros roces son porque hay muchas similitudes en carácter entre nosotras y las comparaciones no me gustan demasiado, aunque no puedo negar que todo sea mentira porque sí tengo rasgos de mi madre, pero trato de resaltar solo los positivos y los que me ayuden a mantenerme en pie y en movimiento, nada menos que eso.
Salgo de esas cavilaciones para poder darme una ducha y arreglarme, maquillaje suave, el cabello y retocar mi esmalte de uñas porque la playa y el sol no ayudan a que el esmalte permanezca en buenas condiciones; y si van a darme un anillo no puede salir la foto de mi mano con las uñas hechas un desastre.
De este rasgo de mi madre no me quejo, ella siempre ha lucido muy bien, aunque he de admitir que se veía mejor cuando era esposa de mi papá que estando ahora con Tomás, y no es por él que es un santo por su paciencia y su amor cuando mi madre se gasta un carácter difícil, sino porque ahora que soy adulta pude notar que ella se adaptó porque Tomás es todo lo contrario a mi padre y ella en su estilo quiso despegarse lo más posible también. Yo no podría cambiar así solo para estar con alguien, mi Dome me ama como soy y jamás ha criticado como luzco o lo que me gusta usar, todo lo contrario, es un boost de autoestima siempre.
Sonrío al verme lista frente al espejo porque el vestido se ajusta perfecto a mis curvas y el tono de rosa oscuro resalta el bronceado que ahora tengo, voy descalza porque haremos algo en la playa y los tacones no son apropiados ni cómodos en la arena.
Al abrir la puerta jadeo de impresión al ver el enorme ramo de rosas rosadas que tiene forma de corazón, percibo el sutil aroma floral y tomo la tarjeta también rosada que reposa en una esquina, reconozco la caligrafía de Domenico al instante, mi novio tiene una letra cursiva que parece sacada de un libro antiguo, tan elegante y perfecta que da envidia.
«Mi Reinota Divina.
Sigue el camino de rosas hasta la playa, donde el amor de tu vida (el más guapo del mundo) te espera para compartir una noche inolvidable».
Es imposible no derretirme y sentir mi corazón acelerarse ante esas palabras, si algo tiene Dome es lo detallista y atento que es conmigo, confirmándome cada día su amor. Sigo el camino como lo indica la nota y al salir de la habitación tengo la playa al frente, mis ojos se llenan de lágrimas al ver el camino de flores y antorchas que iluminan hasta la orilla donde hay una mesa dentro del agua esperándonos, pero no veo a Dome por ninguna parte.
Doy el primer paso para sentir la arena en mis pies y enseguida un par de fuertes brazos me rodean por la espalda, sonrío al percibir su aroma y esa calma que me embarga siempre que estoy con él.
—Dome, amor. —murmuro.
—¡Estás bellísima! Aquí estoy, mi Reinota, recorriendo cada camino a tu lado, mi vida. —afirma y más lágrimas salen porque con él puedo ser yo, sin máscaras de ningún tipo y sintiéndome segura.
—Te amo.
—Te amo más. Vamos.
Dome se mueve con cuidado para acomodarse a mi lado y ofrecerme su brazo, aprovecho la oportunidad para detallar lo hermoso y perfecto que es, con esos penetrantes ojos azules que me tienen loca desde que era una niña, su sonrisa pícara de medio lado donde se le forma un pequeño hoyuelo y siempre provoca el calor en mi cuerpo, su precioso cabello chocolate donde amo enterrar mis dedos y el hecho de que sea mucho más alto que yo me encanta. ¡Hoy luce más bello que nunca! Está todo vestido de blanco y parece sacado de una fantasía.
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Editado: 14.10.2023