Giulia D'angelo

CAPÍTULO 5

FLORENCIA, ITALIA

DOMENICO

 

«—Hola, muchacho.

—¡Abuelo! —Me abracé al abuelo Domenico tan pronto lo vi aparecer, nos parecemos él y yo mucho, solo que mis ojos son azules.

—La emoción no te deja descansar, ni siquiera tengo que preguntar porque puedo sentir tu felicidad, ¿estás listo? —Se separó para palmear mi mejilla.

—Estoy listo, solo no me abandones cuando las cosas se compliquen, abuelo, por favor. —Le pedí y su sonrisa se ensanchó.

—Jamás, hijo.

—Siempre estamos contigo, Dome, siempre.

—¡Tío Fede! —Corrí hasta él y compartimos un abrazo, soy el nieto sobrino que le gusta abrazar a todos. Así es mamá.

—Bienvenido a tu nueva vida, Dome. No estás solo, nunca lo vas a estar, siente y vive con la certeza de que cuidamos tus pasos. —Sonreí al sentir la verdad en sus palabras.

—Nuestra hija nunca deseó los hijos que tuvo y estuvo a punto de joderlos mucho de nosotros no intervenir. —expresó el abuelo—. Anto resultó mucho más noble y libre que Dante, pero porque así él lo quiso, dejar que Anto viviera lo que él no pudo porque le tocó crecer demasiado rápido.

—La tía Anto es la mejor y pronto va a tener a los nietos que tanto anhela, ¿estás listo para ser bisabuelo?

—Tatarabuelo, mejor dicho.

—¡Abuela! —La abuela Aurora apareció riendo y compartió un dulce beso con el abuelo, lo de ellos es un amor infinito

—Eres el equilibrio perfecto de mi niña, ella te ama locamente, pero sus miedos son más grandes de lo que cree. —La abuela Giulia apareció a mi lado.

—Lo sé, tengo claro que el amor no lo es todo, pero confío en los cimientos de todo lo que hemos construido.

—Lo de Camila estaba destinado a pasar, lo de Sara también, pero Giulia va a romper ese cordón de miseria e inconformidad que ronda a las mujeres Bianchi…»

 

Mi Reinota y yo vamos a casarnos, ¡al fin! He esperado este momento desde que tengo uso de memoria y que al fin esté pasando se siente tan irreal que da miedo. Y eso que yo nunca he sido cobarde.

Da miedo porque solo es el inicio de lo que sé que va a pasar, da miedo porque lo que viene podría costarnos todo lo que hemos construido y da miedo porque vamos a rompernos, tal vez en miles de pedazos que tomará tiempo recoger.

Mi hermana me preguntó, mamá también lo hizo. Si yo estaba dispuesto a todo porque soy el único de la familia con poder de cambiar el curso de algo y he escogido seguir el camino con la convicción de que al final todo valdrá la pena. He escogido esta vida con ella porque de lo contrario no podría tenerla, y no quiero a nadie más que a Giulia, no existe ni existirá otra para mí.

Tal vez sea una decisión masoquista para muchos, pero para mí es la decisión que me va a permitir estar siempre con la mujer que amo, con la que quiero este presente, el futuro y todas las vidas por delante. Tengo mi vena tóxica y posesiva, soy un Cavalcanti, ¿qué le hacemos?

Sonrío un poco al verme en el espejo, un traje clásico negro, el mismo con el que papá se casó con mamá y que mi hermano Franco entalló para mí, pero mi corbata es del mismo tono de rosado del vestido de mi Reinota, cada detalle de este día está muy bien pensado.

—Mi algo nuevo y viejo para mi hijo. —Papá se acerca para colocarme las mancuernillas de oro que tienen un pequeño zafiro y un rubí—. De las primeras joyas que le di a tu madre salieron estos brillantes de las mancuernillas que usé cuando me casé.

—Gracias, papá.

—Y algo prestado. —dice al entregarme el pañuelo que el tío Pepe le dio el día que se casó con mamá.

—Lo cuidaré con mi vida, papá. Será de mis futuros hijos. —Ambos sonreímos con los ojos cristalizados.

—Estoy orgulloso de ti, hijo, eres un hombre grandioso que tiene a su lado una mujer igual de grandiosa.

—Y es mi hija, grandiosa se queda corto. —completa el tío Franco apareciendo a su lado—. Solo porque eres tú es que la dejo ir, con la certeza de que la Reinita te crió bien.

—¡Idiota! —masculla papá y entre ellos se empujan un poco.

—Prometo cuidarla, tío, por eso no te preocupes. —le aseguro y él sonríe.

—¡Bebés combinados! —exclama Kai dando vueltas en su traje con camisa rosada.

—Sí, pequeño fashionista, tu tía ha hecho un trabajo grandioso. —completa Fabrizio alzándolo—. Te ves bien, tío de mi vida.

—Gracias, niño. Lo sé. —Le doy un guiño.

—Vamos a ver a tu futura esposa y entregarle su respectiva tiara. —asegura el tío.

—Ella está esperando esa tiara desde que éramos niños.

Mi papá  y mi tío salen y me miro de nuevo al espejo, mis emociones empiezan a desbordarse una vez más, se me cruza fugazmente la idea de que ella pueda echarse para atrás, digo, es una posibilidad porque nada entre ella y yo está aún escrito en piedra, todo depende de este día y de la decisión que ambos tomemos en su momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.