Giulia D'angelo

CAPÍTULO 7

ISLA PRIVADA

DOMENICO

 

—¡No puedo creer que la tía nos prestara su isla! —jadea mi esposa cuando llegamos.

—Sí, con la única condición de guardar el secreto para evitar los celos con mis hermanos.

—¡Soy una tumba! —exclama—. ¡Vaya qué es impresionante! ¡Es un castillo enorme! El tío realmente se esmeró, ¿no?

La abrazo por la espalda y dejo un beso en su hombro. Finalmente estamos en nuestra luna de miel, después de un par de días que le dieron el alta a mi hermano y está bien, está a salvo mientras Emmanuel permanecerá encerrado en un centro de salud mental dónde lo van a ayudar, pero está completamente vetado para la familia y es lo mejor. No necesitamos más dramas y menos con Sofía embarazada.

—Mamá pidió su castillo y papá se lo dio, ¿quieres un castillo? —Mi esposa ríe y se voltea entre mis brazos, pierdo el aliento con su mirada color miel casi dorada.

—Solo quiero a mi hombre, dónde estemos juntos será nuestro reino, esposo. —afirma con esa seguridad avasallante que me vuelve loco y busco sus labios para darle un beso.

Su cuerpo reacciona ante el contacto y se aferra a mi cuello para profundizar el beso, la sujeto con fuerza y la alzo para que enrosque las piernas a mi cintura y camino con ella dentro de la casa.

Nos reímos cuando ella jadea por la luminosidad del espacio y la bajo con cuidado para darle un recorrido porque es su primera vez aquí. No es mentira que mamá es sumamente celosa con este lugar, puede compartir todo con nosotros menos esto, es como su santuario con mi papá, pero por alguna razón que aún desconozco —y que ya luego averiguaré— mi mamá me ha ofrecido este lugar para venir con mi Reinota.

Y obviamente no iba a negarme, digo, tenemos libre acceso a todas las demás propiedades, pero esta no. Incluso, sé que una vez Faby quiso convencer a la seguridad de dar la dirección y salió regañada.

Pero este lugar está lleno de magia, sin lugar a dudas, puedo sentirlo intensamente.

—¿Te gusta?

—Es increíble, nunca pensé que fuera así de grande y tenga de verdad forma de castillo, ¡es bellísimo! —exclama y la hago dar una vuelta en su eje.

—Sí, lo es. Y por su forma puedes ver la playa desde cualquier lugar de la casa, incluso desde las habitaciones. Obvio no vamos a hacer cositas en la misma cama que mis padres, pero…

—¡Dome, no! —chilla soltando una carcajada—. Te amo, pero todo tiene sus límites.

—Sí, coincido. No somos Sabina y Enzo. —recalco.

—Ni remotamente, los adoro y los respeto, pero jamás dejaría que otra mujer pusiera sus dedos en ti, mucho menos que te diera placer. —declara—. Eres solo mío de mí.

—Solo tuyo de ti, amor. —Tomo sus manos y las coloco en mi pecho—. Eres la única que quiero que me toque y todo mi deseo es solo para ti.

—¿Ah, sí?

—Sí…

—Demuéstramelo. —pide con esa mirada pícara que me enloquece y la alzo entre mis brazos para subir a la habitación.

Realmente no necesitamos que nos digan que estamos de luna de miel para disfrutar más de nuestra intimidad. Nos encanta estar juntos de todas las formas posibles y hacer el amor con mi Reinota Hermosa es un deleite siempre.

Podría perderme eternamente en su cuerpo y no me importaría.

Aunque de verdad sí podemos estar juntos por horas, no es solo mi Gemela Fantástica y Salva quiénes tienen baterías inagotables en ellos. La diferencia es que mi Reinota y yo brillamos en morado, mi luz es violeta, pero Giulia tiene una carga energética oscura y poderosa que potencia la mía a niveles inigualables.

Mi esposa suele decir que yo soy su equilibrio, pero ella es el mío.

Recuerdo hace años, siendo adolescentes, que discutimos por una compañera de clases que quiso besarme y Giulia decía que yo le sonreía con coquetería. Fue la primera y única pelea entre nosotros dónde perdí los estribos y terminé estallando todas las ventanas de su cuarto, desde ese momento mamá me regaló un brazalete de plata con una amatista para ayudarme a balancear mi energía.

Aprendí a controlar mi poder y conectarme profundamente con mi energía, sin contar que puedo acceder fácilmente a hablar con todos mis ancestros sin necesidad de soñarlos, me alimento enérgicamente de ellos cuando es necesario y sí, tengo poderes sanadores que no comparto con todos. Es una habilidad solo para casos de extrema emergencia en la familia.

Ahora soy relajado porque aprendí a controlar lo que soy y lo que hago, por eso me tomo la vida con calma y me mantengo positivo, me gusta ayudar y me recargo con mis bebés y los niños del orfanato. Hay algo en la energía de esas criaturas inocentes que me reinicia la vida en segundos.

—¿En qué piensas? —Giulia desliza sus dedos por mi pecho, tomo su mano y beso cada uno de sus nudillos.

—En lo mucho que te amo y en lo afortunado que soy de que seas mi esposa.

—Yo también te amo, —deja un beso en mi pecho—, vamos a comer y recorrer la isla, quiero caminar descalza por la arena.

—¡No se diga más, los deseos de mi Reinota son órdenes!




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