-Bien chicos, este es un permiso que debe estar firmado por sus padres para ir a Nueva York, tendrán que entregármelo antes del fin de semana, de lo contrario no podrán acompañarnos. Por cierto, también veremos universidades para aquellos que aún no saben qué hacer de sus vidas.
El profesor Hudson pasa por cada lugar a entregar hoja del permiso, cada vez que escucho la palabra "Universidad" siento ganas de vomitar, quiero pensar que no soy el único que no sabe que hacer de su vida después de la graduación.
-Alex ¿estás bien? -pregunta el profesor mientras me entrega el papel.
-Ah si, no, bueno si.
Suena la campana anunciando el final de la clase.
-Bien chicos, quiero el primer reporte para el viernes, pueden salir.
Me levanto y tomo mis cosas.
-Excepto tu Alex.
Jill me mira con el ceño fruncido.
-¿Hice algo malo? -le susurro a Jill y ella se encoge de hombros.
Me acerco hasta el escritorio del profesor Hudson.
-¿Ya enviaste tu solicitud para alguna universidad?
Niego.
-El problema es que no sé cual es mi talento, no tengo el mejor promedio de todos y soy un asco para los deportes.
El profesor asiente.
-Yo me sentía como tú ¿sabes? Sé que apesta, pero algún día te darás cuenta de lo importante que eres. Como dije antes, quizá en Nueva York te llame la atención alguna universidad. Por lo pronto, puedes realizar encuestas o cosas similares para saber qué es lo que te gusta. ¿Entendido? Aquí me tienes para lo que necesites.
-Tiene razón y gracias profesor.
Quiere despedirse estrechando las manos pero en lugar de eso le doy un abrazo, quizá está sorprendido pero creo que es la figura paterna que necesito, me da unas cuantas palmadas en la espalda. Hubiera querido tener a mi padre diciéndome eso, pero es suficiente con el profesor Hudson.
-De verdad, gracias.
Salgo por la puerta muy distraído pensando en cosas como la universidad y terriblemente choco con alguien tirando sus libros y cuadernos. Otra vez metiendo la pata.
-Cuanto lo lamento.
Me doy cuenta que es Gabriel, de verdad me siento muy avergonzado. Se inclina para levantar sus cosas y yo hago lo mismo lo que implica un choque entre nuestras cabezas.
-Diablos, lo siento.
-No te preocupes -no parece molesto.
Obviamente le ayudo con sus cosas y en ese momento una voz femenina me distrae completamente.
-Que asco, váyanse a un hotel.
Son las animadoras que caminan a nuestro lado y la que dijo eso es la novia de Mike, le entrego las cosas que levanté a Gabriel. La chica rubia se coloca frente a mí y me observa de pies a cabeza frunciendo el ceño.
-Oh disculpa, tú eres el nuevo amigo de Mickey ¿no?
-Algo asi.
-Mi nombre es Griselda -estrecha mi mano.
Gabriel ahoga una risa.
-¿Te da risa? -dice bastante molesta -creo que es peor ser el único chico gay de toda la escuela ¿no?.
-¿Gay? -susurro.
Gabriel toma el último cuaderno de mis brazos y se marcha con rapidez. Una de las chicas junto a Griselda se acerca a mí, demasiado diría yo y eso me incomoda.
-Oye, no te dará buena reputación hablar con ese chico, tú eres muy lindo -dice frotando mi barbilla y guiñando el ojo.
-¿Gracias?
Todas se marchan con ese toque femenino, eso fue la cosa más incómodas y extraña que me ha sucedido en toda mi vida. Decido olvidarme de todo eso y llegar a mi casillero, pero al caminar por el pasillo nuevamente encuentro a Gabriel que está solo en una de las aulas de clases, quiero seguir mi camino pero no puedo, quiero ayudarlo.
-Hola, otra vez.
No dice nada, parece triste y molesto a la vez.
-Es una maldita ¿no crees? -me apresuro a mencionar.
-No es la primera vez que hace algo así, ellas y los chicos me hacen la vida imposible.
No lo dudo, se nota de inmediato las intenciones de todos ellos, no sé como hacerlo sentir mejor, aunque me da un poco de confianza confesarle algo, no creo que se lo diga alguien, ni si quiera a Jill.
-¿Puedo decirte algo? Creo que no eres el único...
Gabriel me mira de inmediato.
-¿Eres...
-No me gusta ese término, porque ni siquiera estoy seguro.
Su mirada cambia a una sonrisa de oreja a oreja, no puedo negar que si es atractivo, me encantan sus ojos y su cabello que está algo ondulado.
-Oye ¿te gustaría salir después de clases?
Eso no lo esperaba, apenas le confesé algo que ni siquiera mi madre sabe y ya me está invitando a salir. Obviamente me siento un poco nervioso porque no sé que responder.
-¿No? -pregunta después de mi silencio.
No quiero decir que no sé porque evidentemente significa que no, pero tampoco me siento seguro de querer salir con él.
-Claro -me apresuro a responder.
Seguro me arrepentiré de esto, pero no sabré que sucederá si no lo intento, al contrario, quizá termine en algo bueno.
***
Después de la última clase, llego a mi casillero para tomar los libros que voy a usar, pero Mike aparece de repente.
-Oye, tengo práctica de fútbol ¿quieres venir? Así al final podemos ir a casa juntos.
-Quisiera asistir, pero tengo algo que hacer -digo lentamente.
No creo que sea conveniente por ahora decir que saldré con Gabriel, si es verdad que su novia y amigos lo molestan mucho sería un blanco fácil.
-¿En serio? ¿Qué cosa?
-Si, tengo mucha tarea que hacer -miento.
-Bueno, entonces deséame suerte.
Me da una palmada en la espalda y se marcha.
-¿Estás listo? -ahora Gabriel aparece en el lado contrario.
-Si -me apresuro a decir.
Salimos del edificio hasta llegar al estacionamiento, al parecer también tiene un auto, no tan novedoso como el de Mike pero es lindo.
-Vaya, lindo auto.
-El clásico Lincoln que me dejó mi padre, por suerte aún funciona, fue mi regalo de cumpleaños.