Gladiolus - Todo Cambió

¿Esto es una cita?

Rayos, ¡maldición! Perdí la tarjeta. Entre tanto movimiento y el caos del día, seguro se traspapeló en alguna parte. Mi hermana, con su eterna actitud de detective, me pregunta si lo guardé en el celular. La miro con cara de pocos amigos y le respondo:

A ver, Sherlock, si hubiese registrado el número, no estaría buscando la tarjeta ahora.

Sé que está nerviosa; esta es una oportunidad muy valiosa para MATIZZES y, en secreto, también para mí. Así que le digo:

Vamos a dejarlo al destino. Si no lo encuentro, es que no estaba destinado a ser. Cuando cierren la Expo, me plantaré en la única salida al parking y si debo encontrarlo, allí estará él. Si no, simplemente no era para mí.

Mi hermana no parece muy convencida, pero ¿qué otra opción tiene? A las 7 p.m., mientras recogemos el stand, siento que mi corazón late a mil por hora. El día ha sido increíble: todo el inventario se vendió y los nuevos posibles distribuidores son más de los que imaginé.

Recuerdo que tengo un compromiso con el Sr. Urriaga y la emoción me pone los nervios de punta. Mientras seguimos con el plan, mi hermana me dice:

Si la situación se pone extraña, llámame. Voy a buscarte. Y si te sientes incómoda, también llámame. Y no olvides mandarme tu ubicación GPS en caso de emergencia. Te amo. Toma esta sombrilla, parece que va a llover.

Nos despedimos y me preparo para esperar. Ojalá no haya pasado antes de que yo llegue a esperarlo. Efectivamente, empieza a llover. Decido esperar, 20 minutos y si no aparece, me iré.

No han pasado ni 10 minutos cuando me vuelvo y lo veo. La alegría que siento es tan grande que no puedo evitar sonreír. Camino en automático hacia él y lo cubro con mi sombrilla.

Disculpe, Sr. Fabio, por no confirmar nuestro encuentro. Perdí su tarjeta y no había registrado su número en mi celular. Esperaba encontrarlo aquí.

Él me mira como si me hubieran salido dos cabezas. ¿Estará bien?

¿Sr. Fabio? —pregunto, preocupada por su reacción.

Srta. Isabella, no hay problema. Gracias por esperarme. — Sin previo aviso, me rodea con su brazo, toma la sombrilla y me invita a caminar hacia el parking. Me siento algo torpe caminando de esta manera, así que me acerco a él, abrazándolo suavemente. La proximidad me permite sentir su aroma, como una mezcla refrescante de hierbabuena y madera.

Sr. Urriaga, ¿podría indicarme exactamente a dónde vamos?

Vamos a viejos. — Se ríe de su mal chiste y yo le sigo la corriente con una sonrisa.

Empecemos por dejar de llamarme Sr. Urriaga. Puedes decirme Fabio y, si me permites, quiero llamarte Isabella. — Siento que mi nombre en su voz suena a una promesa, una invitación silenciosa.

Si, claro, Fabio, no hay problema. — Me cuesta un poco adaptarme a la informalidad, pero lo haré. Seguimos caminando y, ya dentro del estacionamiento, la lluvia ha cesado, así que nos separamos un poco.

Dime, Isabella, ¿qué te gustaría hacer? ¿Tomar algo o comer algo?

Pues, Fabio, me gustaría hacer ambas cosas. Tengo ganas de tomarme algo y comer.

Me gusta cómo piensas, no quieres solo una cosa cuando puedes tener las dos.

Pues, gracias, supongo. — Le sigo el paso hasta una camioneta V8 negra. Me abre la puerta y, dentro de ella, pienso: Isabella, ¿qué haces? No has tomado ni las precauciones mínimas. Así que le escribo a mi hermana: "Ya estoy con Fabio, te mando mi ubicación en tiempo real para que veas dónde estoy". La respuesta no se hace esperar: "¿CON FABIO? ¡YA SON AMIGUIS! Hermana, déjame decirte que vas a una cita jajaja te amo. Disfruta".

Me quedo pensando en su mensaje y, a penas Fabio cierra su puerta, lo veo y escupo lo único que estoy pensando:

¿Esto es una cita?

Inmediatamente me arrepiento de lo que digo al ver su mirada de sorpresa, casi escéptica. Me disculpo y le explico que era solo un comentario sobre el mensaje de mi hermana y que quería aclarar eso.

Isabella, esto será lo que quieras que sea. — Siento que mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. No sé qué decir, qué hacer, solo quiero que me trague la tierra. Solo puedo esbozar una sonrisa que creo es más una mueca.

Isabella, como me has preguntado directamente, te diré directamente: mi intención es conocer más sobre MATIZZES y cómo desde URRIAGA HOLDING podemos apoyar. — Siento una mezcla de decepción y vergüenza, pero él continúa. — También quiero conocerte, Isabella Burgos.

Sabía que mi respuesta definiría el camino sin marcha atrás. Solo pude asentir.




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