Gladiolus - Todo Cambió

Es solo un Amigo

Esta noche ha sido totalmente inesperada. Comimos, bebimos y hablamos de todos los temas en los que me siento cómoda compartiendo con alguien. A medida que avanzaba la velada, me sorprendí distraída, observando cómo se movían sus labios mientras comía. Imaginaba cómo se sentirían en mi boca, en mi cuello, en mi pecho. Trataba de mantenerme concentrada, así que hablaba con fuerza e interés sobre mi empresa.

Cuando empezó a preguntar sobre mi vida personal, me di cuenta de que no estaba preparada para profundizar en ello, así que le sugerí que lo dejáramos para otra ocasión. Supuse que eso marcaría el final de la velada.

Al momento de pagar la cuenta, le ofrecí pagar la mitad por cortesía, pero su respuesta fue vaga y acepté sin ganas de discutir. Mi cuerpo estaba agotado, y el cansancio comenzaba a hacer mella. Le dije que me iría en Uber, ya que no quería estar cerca de él. También mencioné que mi hermana podía venir a buscarme, pero él insistió en que no podría alejarme. Era como si pudiera leer mi mente.

Acepté que me llevara a casa y le di la dirección. Me di cuenta de que había venido antes, pues había encontrado el lugar con facilidad. Entramos al conjunto residencial y me dejó en la casa número 27. La distancia entre cada casa, de aproximadamente 100 metros, me daba una sensación de privacidad.

Me bajé del coche y le ofrecí una despedida rápida. Mientras me dirigía a la puerta, lo escuché llamarme y, antes de que pudiera reaccionar, nos estábamos besando nuevamente.

Este beso fue diferente: demandante, urgente. Lo abracé con fuerza, aprovechando para tocar su pelo y sus brazos. Me apreté contra él, sintiendo cómo sus manos recorrían mi cuerpo sin dejar espacio. Sus caricias descendieron hasta mi trasero, y sentí su aliento cálido en mi cuello mientras movía la cabeza para darle más acceso.

Siento su cuerpo "despierto" contra mi vientre, y la realidad se desvanece. Me levanta, colocando mis piernas sobre su cadera. Mi mente se nubló, y no podía dejar de moverme. 3 años sin un contacto así me deja en evidencia.

Issy, abre la puerta, llévame adentro —le escucho decir.

—¿Umm? —trato de razonar lo que me dice mientras su boca llega a la entrada de mis pechos. Su barba raspando mi piel hace que mi centro lata con intensidad. ¿Quiere entrar? No. No vivo sola. No estoy segura si están despiertos. No hago shows públicos. Me quedo quieta, y él nota mi rigidez.

¿Pasa algo? —pregunta con una voz ronca que me hace cuestionar si este hombre puede ser más sexy.

No vivo sola —admito con algo de vergüenza. Su rostro pasa de la sorpresa a la diversión.

Así que hicimos una escena digna de canal pornográfico en la puerta de la casa de tu familia —se ríe, con un tono que mezcla diversión y picardía.

Shhh... no sé si están durmiendo —respondo, agradecida por la noche. Aunque no soy virgen, todo ha sido diferente con él. Me desconozco. Siento algo de vergüenza al imaginar que alguien podría habernos visto.

Si alguien nos vio, seguramente necesitó ir a darse una ducha después, porque las ganas le habrán llegado —responde, siguiendo mi línea de pensamiento. Me da un beso rápido y empieza a volver al coche.

Issy, gracias por esta noche. Te veo mañana... quién sabe, quizás lleguemos a un acuerdo y cerremos el trato —dice con una sonrisa llena de picardía. El doble sentido está implícito, y empiezo a reír. Hago una despedida con la mano.

Definitivamente esto no volverá a pasar. Al abrir la puerta de la casa, la penumbra me recibe. La esperanza de no toparme con mis interrogadoras se desvanece rápidamente al ver que mi cuarto está iluminado por una luz tenue que refleja la mirada de mi mamá y mi hermana, intensas como halcones en modo caza.

No es lo que parece —empiezo a decir, pero mi voz tiembla, traicionada por la culpa.

Ah, claro, no es lo que parece —interrumpe Alessandra con ironía—. Porque todos sabemos que todos mis amigos encienden una entrepierna así.

Gracias, Alessandra, por tu sutil observación —murmuro, tratando de ocultar mi sonrojo.

Querida, no te preocupes tanto —dice mamá con una sonrisa descarada que me sorprende. Su tono es tranquilizador y casi conspirador—. A tu edad, a veces las cosas se descontrolan. Recuerda, la vida no es solo trabajo y deberes. Es crucial disfrutar y abrir el corazón.

Alessandra se echa a reír con una mirada traviesa que le da un toque casi malévolo—. Entonces, ¿tu consejo es relajarse y disfrutar más, mamá?

Exactamente. Ambas deben aprender a relajarse y disfrutar más —responde mamá con un aire de sabiduría—. Están en una etapa de sus vidas en la que deberían permitirse sentir, explorar y, sí, también divertirse. Tras la pérdida de su padre, nos hemos sumergido en el trabajo, dejando de lado las pequeñas cosas que nos alegran cada día. ¡El equilibrio es fundamental!

Hay una pincelada de nostalgia en su voz, pero sus palabras son firmes y llenas de intención.

Supongo que tienes razón, mamá —admito, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación—. Lo de papá aún me afecta. No quiero que esto afecte el trabajo ni dañe lo que hemos construido con tanto esfuerzo. O peor aún, que nos haga ver mal otra vez.

Cariño, el trabajo es solo una parte de quiénes son. No dejen que las defina por completo. Vivir es sentir, reír y, sí, también encontrar el amor y la compañía. Todo tiene su tiempo y lugar. Las amo y han sido mi soporte estos años. Quiero verlas brillar y reír con verdadera alegría. —Mamá sonríe, y hay un destello de humor en su mirada—. Cada año me hago más vieja y quiero verlas felices. Y si es posible, con mis nietos, por ejemplo. Isabella, si tuvieras hijos con ese joven, seguro no solo serán apasionados —se ríe—, sino también muy inteligentes y guapos.




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