Gladiolus - Todo Cambió

¿Se Salvaron?

Cuando Fabio e Isabella entraron en la sala de reuniones, la tensión era palpable. Noa, con una postura altiva y una mirada que irradiaba seguridad, estaba sentada en el centro de la sala. Al ver a Fabio junto a Isabella, un destello de fastidio cruzó su rostro, pero rápidamente lo disimuló, volviendo a su expresión habitual, fría y calculadora. Había esperado encontrar a una Isabella devastada, al borde del colapso y desesperada por cualquier forma de ayuda, pero lo que encontró fue una mujer con una determinación renovada, algo que evidentemente no le agradó.

Noa que forzaba una sonrisa dio —Fabio, Isabella. Qué sorpresa verlos juntos tan temprano… Aunque, claro, en momentos de crisis, es natural buscar compañía.—mientras se levantaba lentamente, acercándose con una falsa cordialidad

Isabella con un tono firme y una sonrisa tranquila —"Buenos días, Noa. Me alegra verte tan… preocupada por nosotros. Supongo que ya estás al tanto de todo lo que ha sucedido, ¿no?"

Noa con condescendencia — "Por supuesto, querida. No podría ignorar algo tan grave. Cuando supe lo de las aduanas y cómo tu empresa casi…—con una pausa dramática— queda en la ruina, sentí la necesidad de venir personalmente. Ya sabes, para ofrecerte mi apoyo en lo que necesites.

Isabella intercambió una mirada rápida con Fabio, quien permanecía en silencio, observando atentamente a Noa, como si analizara cada una de sus palabras.

Es muy amable de tu parte, Noa. Y es curioso que estés tan bien informada… ¿Cómo te enteraste? Pareciera que las noticias vuelan.—

Noa, sin perder su compostura, esbozó una sonrisa más amplia, aunque sus ojos mostraban una chispa de irritación ante la pregunta de Isabella.

—Ya sabes cómo es este mundo, Isabella. Las malas noticias siempre encuentran la manera de llegar a quienes… realmente importan. Además, tengo algunos contactos que se preocupan por mantenerme informada sobre cualquier cosa que pueda afectarme, directa o indirectamente. — dejando entrever que estaba al tanto de más de lo que dejaba ver.

—Qué afortunada eres, Noa. Rodeada de gente tan… atenta. Debe ser reconfortante tener una red de contactos tan eficiente—

Noa lanzó una mirada fulminante a Fabio, pero mantuvo la compostura, sabiendo que no podía permitirse perder el control en ese momento.

Dirigiéndose a Isabella e ignorando la provocación de Fabio —De verdad lamento lo que te ha pasado, Isabella. Debe ser tan difícil manejar un negocio en circunstancias tan complicadas. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte en lo que necesites, incluso si eso significa… buscar una solución más… permanente.—

Isabella notó la sutileza en las palabras de Noa y decidió aprovechar la oportunidad para obtener más información.

—Te lo agradezco, Noa. De verdad. Es bueno saber que puedo contar contigo. Y hablando de soluciones, ¿qué harías tú en mi lugar? ¿Cuál sería tu… ‘solución permanente’?

Noa, sintiendo que tenía el control de la situación, se acercó un poco más, adoptando un tono confidencial.

—Bueno, si fuera yo… Consideraría una asociación estratégica. Tal vez con alguien que pueda proporcionarte los recursos y la estabilidad que necesitas. Alguien que ya esté bien posicionado y que pueda ofrecerte la protección necesaria. Ya sabes, para que nunca más tengas que pasar por algo así. —
Fabio, hasta ese momento observador, decidió intervenir, su voz cargada de sarcasmo y una pizca de irritación.

—Interesante propuesta, Noa. Pero dime, ¿cuál sería el precio de esa ‘protección’? Porque todos sabemos que nada en este mundo es gratis, especialmente no en tu mundo.—

Noa lo miró directamente a los ojos, con una sonrisa calculada que apenas escondía la frialdad en su mirada.

—Fabio, querido, no se trata de precio. Se trata de supervivencia. Y a veces, las mejores alianzas son las que se forman en los momentos más oscuros. ¿No lo crees?—

Isabella sintió cómo la situación se volvía cada vez más tensa, pero también notó algo en Noa: una pizca de desesperación disfrazada de seguridad. Era evidente que Noa tenía sus propios intereses en juego, y eso significaba que quizás la situación no estaba tan bajo su control como ella quería hacerles creer.

—Tienes razón, Noa. Las alianzas en momentos difíciles son esenciales. Pero por ahora, creo que es mejor que manejemos esto por nuestra cuenta. Apreciamos tu oferta, pero creo que Fabio y yo podemos arreglárnoslas solos.—

Noa frunció ligeramente el ceño, dándose cuenta de que Isabella no mordería el anzuelo tan fácilmente. Pero antes de que pudiera decir algo más, la puerta de la sala se abrió, y la secretaria de Isabella entró, con una expresión que revelaba la urgencia de su mensaje.

—Señorita Isabella, disculpe la interrupción, pero hay algo que necesita su atención inmediata.—

Isabella miró a Fabio, y ambos asintieron casi imperceptiblemente. La tensión en la sala era palpable, pero Isabella se mantuvo firme, dispuesta a no mostrar debilidad ante Noa.

—Disculpa, Noa, parece que debo atender un asunto urgente. Gracias por venir y por tu… solidaridad. Estoy segura de que encontraremos una manera de salir adelante—

Noa asintió, pero había una sombra en su sonrisa, como si supiera que algo más estaba en juego.

—Por supuesto, Isabella. Estoy segura de que lo harás. Y recuerda, si necesitas algo… lo que sea, no dudes en llamarme.—

Con esas palabras, Noa se despidió y salió de la sala, dejando a Isabella y Fabio solos, con la sensación de que la tormenta apenas comenzaba.




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