G.L.A.M.M. Y.E.M.I.L. (invierno)

Capitulo 20. Énymo parte 2

Eran las 21:03 de la noche, Énymo se ponía nervioso, esperando a su futura reina que se retrasaba minuto por minuto.

—Voy a buscarla—Su voz era arrogante y furiosa.

En otra parte del castillo, Melody seguía admirando el brillo de los zapatos de cristal, sin tocarlos, pero con ansias de hacerlo.

—Parece que te has saltado la hora de comer—dijo apoyándose en la puerta blanca.

—¡Énymo! —se giró. —Lo siento.

—Estos zapatos, son un legado que pasa de reina en reina, son muy importantes y los llevaras mañana en tu coronación—Melody seguía sin decir nada, clavando su mirada en esos zapatos perfectos. —Vamos, tenemos que ir a cenar.

—Espero que cumplas tu promesa—seguía sin apartar la vista de los zapatos.

—La cumpliré si al final te conviertes en la reina.

A la mañana siguiente, 3 de febrero del 2019. Había claridad, pero muy poca comparándola con los de arriba, como si el sol estuviera entre las nubes. En ese mundo, no había nubes de ningún tipo, solo estaba oscuro, como si en cualquier momento estallara a llover.

Melody se despertó lentamente, entre ojos medio abiertos y bostezos, vio un brillo que le deslumbraba. —¿Y esto? —Era un espejo de plata, como el que tenía Carlos para ver a su fallecida Annie. —Ojalá pudiera verlas, Lyra, Edith, Ilonka, Yuko…mamá…

El espejo acató sus órdenes y en su interior, pudo verlas, a todas…—Ya hemos vuelto, ¿hay algo sobre ella? —preguntó Yuko entrando en casa.

—Domingo 3 de febrero y ni rastro de ella— dijo Ilonka.

—No me imagino como estará en su cumpleaños— dijo Lyra.

—No hemos encontrado nada— dijo Edith con libros en la mano. Amunet se veía sentada en el sofá, sus dedos frotaban su frente con signos de preocupación.

A Melody se le brotaron las lágrimas después de ver que su familia buscaba alguna solución a su… problema de ser reina. —No me lo puedo creer—se limpió sus lágrimas. —Como os echo de menos…

—¡Majestad! —Melody escondió su espejo. —¡Felicidades!

—Ah, gracias—escondía su tristeza con una sonrisa forzada.

—¿Que hace aún en la cama? Vamos, tenemos muchas cosas que hacer antes de su coronación de esta noche.

Melody se sentía incomoda con sus sirvientes, nunca recibió tanta atención como ahora, se lo hacían todo, hasta querían bañarla. Alguien llamó a la puerta en ese momento y Melody se levantó. —Majestad—dijo uno de los sirvientes.

—Estás preciosa—ignoró al sirviente y avanzaba hacia Melody tranquilamente.

—Sabes que tengo 13 años ¿verdad?

—Hoy ya tienes 14, felicidades.

Con una sonrisa forzada contestó. —Estas especialmente majo esta mañana, ¿por qué será?

—No tardes en bajar a desayunar—ignoró su pregunta. —Hoy es un día muy especial—dijo antes de salir de la habitación.

—Sí, lo sé…

Melody se vistió, con su camiseta azul conjuntada con su cola alta y su clip de la vela. Salió de su habitación, tenía que observarlo todo para poder encontrar una salida.

Los pasillos no parecían tan tétricos por la mañana, aunque se preguntaba de donde venía la luz si estaba bajo tierra, pero eso era lo menos importante, tenía que salir antes de que todo se complicase más.

—No sé si debería… como se enfade y al final no cumpla su promesa…

—Alteza.

Se sobresaltó. —Que susto. ¿Qué pasa?

—El comedor está por el otro lado.

—Ah, claro, el desayuno…—suspiró. —Oye, ¿qué sabes de la antigua reina? —preguntó mientras ambas pasaban por el pasillo.

—No se me permite hablar de ella alteza.

—Vamos, no se lo diré a nadie.

—Lo siento, pero lo sabrá en su debido tiempo.

—¿Todos aquí sois así de serios?

—¿Así cómo?

—Déjalo, es igual—La sirvienta abrió la puerta del comedor. —Hogar dulce hogar—dijo sin ánimos.

—Has venido, siéntate, seguro que te gusta el desayuno especial de cumpleaños.

—Sorpréndeme.

—Majestad, alteza—un mayordomo tenía una bandeja llena de comida. —Espero que les guste.

—Prueba—dijo Énymo. —El pastel de queso es mi favorito, aunque hay muchos ratones por aquí que le gustan. Si lo quieres, te recomiendo que lo comas rápido.

—Gracias por la recomendación, pero no tengo hambre.

—¿Nada de nada? Deberías comer algo, a penas has comido desde que llegaste— Melody negaba con la cabeza, pero su estómago dijo lo contrario. —A mí me parece que tu estomago dice lo contrario.

—Bueno, es igual, no quiero comer nada, es así de simple.

—Bueno, tu misma, entonces—dijo antes de darle un mordisco a un pastel de vainilla y chocolate.

Después de desayunar, Melody se fue directamente a su habitación, intentando pensar en cómo salir, pero parecía que no había otra salida que seguir adelante con la ceremonia.

Se tumbó y cerró sus ojos por un momento, en cuanto los abrió, una llave estaba colgada en uno de los barrotes de su cama, una llave singular, con unos dibujos de espirales y de colores dorados como el sol. Venía acompañados de una nota que ponía “Biblioteca”.

—¿La biblioteca? —por pura curiosidad y por matar el tiempo, le preguntó a un sirviente donde quedaba la biblioteca y éste, la indicó.

Al entrar, la puerta ya estaba abierta, no necesitaba una llave para abrirla, así que, aunque le extrañó, se la guardó y no le dio tantas vueltas— vaya… a Edith le encantaría este lugar.

En toda la sala, no había absolutamente nadie, y si lo había, no eran visibles para ella y eso era raro, porque ella era la que veía los fantasmas en el grupo. Pasó por varios pasillos hasta dar con uno que contenía una estantería vacía, solo un libro polvoriento estaba en medio, totalmente en el centro, casi no se podía leer la portada de lo sucio que estaba.

Lo cogió como pudo y quito gran parte del polvo que tenía encima “Las reinas herederas” leyó. La curiosidad hizo que abriera la tapa dura y violeta, leyendo las primeras páginas.




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