—Vamos, ya son las diez pasadas, no vais a quedaros en la cama todo el día ¿verdad?
—Hoy es sábado, déjanos dormir un rato más—Dijo Lyra.
—Ayer os pasasteis de la hora acordada y ahora tenéis sueño, ¿a qué hora os fuisteis a dormir? No hace falta que lo digáis ya me lo imagina, vamos arriba.
—Si tampoco nos fuimos tan tarde.
—Melody no mientas ya sabes a qué hora nos fuimos—Ilonka lo pensó.
—¿Has dicho algo Ilonka?
—No, pero al parecer vosotras también me podéis leer la mente, aunque solo algunos momentos.
—O que tu lo impulsas, como si lo quisieras decir pero no te atreves o te da pereza hablar—Dijo Edith. —No me mires así, lo he leído en un libro—Edith fue la primera en bajar, seguida de Yuko y Melody.
—¿Y las demás? ¿Todavía no se han despertado?
—Si, están dando vueltas en la cama—Dijo Melody. En ese momento tocaron el timbre y la señora Amunet decidió abrir. Se le cambió la cara por completo.
—¿Quién es?—Preguntó Yuko.
—Buenos días Amunet, veo que te acuerdas de mí—Era la voz de un chico de unos 20 años.
—¿Qué haces aquí?—Frunció el ceño y no soltaba la puerta mientras hablaba con él.
—¿Qué pasa? ¿Quién es?—Preguntó Ilonka quien había bajado las escaleras junto con Lyra.
—Ilonka, no es nadie—Intentó cerrar la puerta.
—No podrás apartármela de mi por segunda vez—Paró la puerta con el pie. —Ilonka, soy tu hermano mayor.
—¡¿Qué?!—Gritaron las cinco. Amunet no pudo contener la puerta y el chico entró.
—Me llamo Oliver, soy tu hermano real Ilonka, te separaron de nosotros cuando naciste.
—¿Y cómo sabes que soy yo? Como estoy segura de que realmente eres mi hermano. Sí que es verdad—Miro a Amunet. —¿Es mi hermano de verdad?—Amunet aceptó con la cabeza, no estaba muy contenta.
—Ilonka.
—¡Hermano!—Los dos se abrazaron, felices.
—No me lo creo, cuando supe que estabas viva
—¿Y se puede saber cómo lo supiste?—Preguntó Amunet.
—Por contactos, por si no te acuerdas, somos los Villa, nos conoce toda la ciudad. Alguien se enteró de lo que pasó aquí y me lo comunicó.
—Sabes lo de mis…
—¿Poderes? Si y no te preocupes, iremos a una tienda y te comprare unos audífonos para que puedas escuchar sin tener que usar tus poderes.
—¿De verdad? ¡Gracias! No quiero escuchar más mentes de personas ni de animales, estoy cansada de todo lo que la gente piensa de mí.
—¿Que piensan de ti?—Preguntó Amunet.
—Cosas, cosas bastante desagradables…
—Pues no te preocupes más, te mudaras conmigo a nuestra mansión.
—¡¿Mansión?! ¿Tenemos una mansión?
—Ilonka—Dijo Edith. —¿De verdad estas pensando en marcharte de aquí?—Ilonka no supo que decir, sabía que estaban tristes pero no podía dejar escapar esta oportunidad, una oportunidad de saber cómo era su familia, su verdadero lugar estaba en la ciudad Crisocola.
—No tienes que decidirlo ahora, me marcho esta noche, si quieres venirte te esperare a las 21:00—Su hermano era alto, tenía el cabello ondulado y castaño claro como ella con los ojos marrones verdosos. —Hasta esta noche si decides venirte conmigo—Con un gesto amable se despidió.
—No estarás pensando realmente en irte con él—Dijo Amunet cerrando la puerta.
—¿Y si quiero? Es mi familia, mi única familia biológica que me queda.
—¿Y qué somos nosotras?—Preguntó Lyra. —¿No somos tu familia? ¿No decías que la familia esta con quienes te quieren sin importar si son de sangre o no?
—¿A qué viene eso Lyra? Tú ya has encontrado a tus padres.
—Y sin embargo no estoy viviendo con ellos, estoy aquí con vosotras.
—Porque tu quieres, pero nosotras no te obligamos a quedarte, por una vez que encuentro un familiar de sangre ¿no me vais a dejar estar con él?
—Es que vive lejos.
—¿Como que vive lejos? Esta a media hora, hemos ido muchas veces a la ciudad con coche Yuko. Esta isla es relativamente pequeña.
—¿A dónde vas?—Preguntó Amunet.
—A mi torre, necesito pensar sin tener que escuchar lo que estáis pensando—Cerró la puerta y corrió hacia el bosque. Se subió por la cuerda con los nudos que tenia y…—¿Quién eres tú?—¡Había una persona en su torre!
—Yo…—El niño de unos 13 o 14 años se escondió detrás de un espejo grande que había ahí.
—¿Te buscan? ¿Eres un ladrón?
—No, yo no soy un ladrón, solo una persona normal.
—¿Y una persona normal entra en casas desconocidas así sin más?