—Ilonka, ¿estás despierta?—Preguntó su hermano detrás de la puerta.
—¡Sí! No me cansare de decirlo, ¡estoy escuchando el ruido de la calle! Como lo extrañaba—Ilonka estaba mirando por la ventana abierta. Oliver entró.
—Eres la primera persona que conozco que le gusta el ruido de la calle—Dijo sonriendo.
—Intenta estar todo el verano escuchando solo la mente de la gente, yo no sé cómo lo he podido soportar.
—Se que ha tenido que ser duro, ven, te voy a presentar a los trabajadores de la mansión—La llevó fuera de su habitación. —Ya que ayer no tuve tiempo de presentártelos, lo hare ahora—Muchos de los empleados, los más cercanos a la familia estaban ahí en fila.
—Me siento como una princesa—Susurró.
—Este es Herbich, uno de los mayordomos, el más confiable y cercano— era un señor calvo y con bigote ancho.
—Es un placer conocerla por fin señorita Ilonka.
—El placer es mío—Dijo nerviosa.
—Estos dos son Helena y Pedro, un matrimonio que cocinan muy bien, están con nosotros desde que tengo memoria.
—Madre mía, estas viva, vuestros padres estarían orgullosos de que podáis estar juntos de nuevo—Dijo Helena.
—Seguro que sí.
—Ilonka, esta es Riza—Era de cabello pelirrojo y corto por encima de los hombros, liso y con los ojos azules. Tenía 6 años más que Ilonka. Vestía con un vestido azul cielo hasta el suelo, con mangas medio largas. —A partir de ahora será tu dama de compañía y protectora personal.
—¿Cómo?
—Yo la seguiré a donde vaya señorita.
—¿Es en serio? ¿Por qué?
—Aunque seamos una familia rica y poderosa sobre toda la ciudad, eso nos ha causado enemigos, y ahora que te he encontrado no quiero perderte—Dijo dándole un beso en la frente. —Pasadlo bien, yo tengo una reunión que asistir, nos vemos después.
—Adiós.
—¿Quieres dar un paseo?—Ilonka aceptó.
La mansión estaba rodeada de un jardín precioso y grande, tenían como unos cinco o seis jardineros trabajando, dos fuentes de agua y en algunos momentos podías ver conejos y liebres pasando tranquilamente por el jardín.
—¿Cómo has llegado a ser dama de compañía? ¿Hace mucho que trabajas aquí?
—Desde que tenía… diez años creo, más o menos. Y esta es la primera vez que soy dama de compañía. Antes hacia otras cosas.
—Entonces somos novatas las dos, ya me siento más tranquila—Dijo riendo. Riza sonrió. —Espero que nos llevemos bien.
—Yo también lo espero.
En el interior de la mansión, Oliver Villa, el hermano mayor las observaba por la ventana de la segunda planta mientras hablaba por teléfono.
—Sí, lo entiendo, no se preocupe—Dijo poniendo su brazo apoyado en el cristal y su frente apoyada en el brazo. —Antes de su cumpleaños, no nos podemos permitir ningún error. De acuerdo, adiós—Cerró la llamada.
—Señor, ¿quiere comer en el jardín o en el salón?—Preguntó Helena.
—Pregúntale a mi hermana, yo no comeré aquí hoy.
La señora le preguntó a Ilonka y ella decidió en el jardín, mientras que lo preparaban todo Riza observaba a su alrededor sin decir nada.
—Riza ¿estás bien?
—No creo que sea una buena idea comer fuera, quien sabe lo que puede pasar.
—Si piensas de esa manera, todos los lugares serian malos ¿no crees? Además hay unos arbustos bastante grandes que lo cubren todo, no creo que nadie pase por aquí para atacarme.
—Eso no se sabe—Un ruido proveniente de uno de los arbustos alarmó a Riza poniéndola en posición de ataque con su arma principal, un arco y flechas. Entre los arbustos salió un conejito blanco y suspiro.
—Es solo un conejito Riza, tranquila—Dijo Ilonka sentada en la mesa rectangular que había en el porche de la mansión. Escucharon unas risas a su derecha, eran dos chicos de 17 y 18 años.
—Ha sido muy bueno Riza, si te pones así por un conejo imagínate si hubiera sido un malo de verdad.
—¿Quienes sois?
—Disculpad nuestro atrevimiento, él es Javier y yo soy Germán, somos protectores de vuestro hermano.
—¿Y por qué no estáis con él?
—Nos dijo que tenía que ir a una reunión y las reuniones siempre son confidenciales.
—Entonces no entiendo de que trabajáis, por lo que sé, la gran mayoría del tiempo está en eses reuniones, está fuera de la mansión, el trabajo de un protector no es proteger al prójimo en lugares que podrían herirlo? Seguramente habrá personas que ya lo sabrán y estarán esperando el momento indicado para matarlo. Por favor, haced el favor de acompañarlo y si os dice que no, lo esperáis en el pasillo.
—Si señorita—Dijeron ambos sin rechistar. Y se fueron sin decir nada más.