Era un día perfecto para hacer una fiesta, los habitantes del pueblo Ópalo habían estado cosiendo telas, recogiendo flores y escribiendo canciones para este día tan especial. Todo el pueblo estaba decorado al más mínimo detalle.
—¿Y estas flores dónde van?—Le preguntó Edith a la señora Amunet.
—Ahí mismo, cerca de la entrada.
—No entiendo por qué tenemos que decorar nuestra casa por dentro, ya hay bastantes adornos fuera— Dijo Ilonka bajando las escaleras con lazos en las manos.
—Nunca hay bastantes adornos para el señor Casimiro.
—Casi miro, pero no— Ilonka hizo el chiste del día. Amunet la miro con los brazos en la cintura. —Perdón—Dijo tapándose la boca.
—Sabéis, hemos hecho esto todos los años desde que tengo memoria y nunca me he parado a pensar, que no tengo ni idea de quién es el señor Casimiro— Dijo Melody con serpentinas de colores.
—Ni tu ni nosotras—Contestó Lyra con más flores en la mano.
—Pues muy mal, os tendré que explicar quién era el señor Casimiro.
—¿Para qué preguntas?— Susurró Lyra.
—Era un día lluvioso, hace muchos años en el pueblo, podían pasar muchos vehículos, casi cada habitante tenía un coche, los niños iban a la escuela en autobús y el pueblo era más grande que ahora.
—¿Era más grande que ahora? ¿En serio?— Interrumpió Yuko.
—Si. Pero un día, hace 50 años, un rayo cayó directamente delante del camino del autobús, eso hizo que un árbol cayera y con él, cayera el autobús con 29 niños y el señor Casimiro.
—Que historia y pensar que ocurrió de verdad…—Dijo Edith.
—Es bueno que sepáis historias que ocurrieron aquí, vamos, id a poner esas flores a su tumba, está en donde siempre, vamos.
—Voy yo— Dijo Melody.
—Yo te acompaño— Dijo Lyra.
—No tardéis, hoy hay fideos para comer y para cenar.
—La tradición de los fideos—Dijo Ilonka dejándose caer en el sofá.
Melody y Lyra se fueron de la casa con un ramo de diferentes flores de colores. Mucha gente iba a dejarlas en la entrada principal del pueblo, donde había un monumento en su honor.
—Ya está—Melody dejó el ramo. La estatua del señor Casimiro estaba hecha de piedra gris, estaba en una pose con un brazo levantado y las piernas abiertas.
—Melody ¿nos vamos?— Preguntó Lyra al verla que se quedaba mirando la estatua. Dejo de mirar la estatua y las dos entraron otra vez al pueblo.
—Un autobús aquí, pero si ahora no puede pasar ni un coche—Dijo Melody yendo hacia la casa.
—Este pueblo es pequeño, no como el de abajo.
—¿Te refieres al pueblo Crisocola? Ese sí que es un pueblo grande. Estando en la montaña normal que los coches lo tuviésemos que aparcar fuera del pueblo.
Pasó el día y llegó la noche, eran casi las doce y todas seguían jugando a las cartas en la habitación de Yuko.
—Pues yo tengo un 4. He ganado—Dijo Yuko riéndose.
—¿Otra vez? ¿Tú haces trampas o qué?
—Me sorprende que digas eso de mi Ilonka. Yo solo tengo una habilidad con las cartas, eso es todo, se me da muy bien jugar a ese tipo de juegos.
—Hacemos otra, y esta vez te estaré vigilando.
—Voy a ir al baño primero mientras repartís las cartas, no mires eh—Dijo Melody levantándose de la cama.
—Noooo—Dijeron todas.
Melody entro en el baño, y vio que la ventana estaba cerrada pero la persiana no, así que se dirigió para bajarla pero en ese momento vio unas luces a su derecha, pensando que podía ser algún farolillo de la fiesta u otra cosa sin importancia bajo la persiana sin preocupaciones, pero al ver que cada vez se acercaba más, paro la persiana por la mitad y vio las luces de un autobús brillante que paso fugazmente por delante de la ventana.
—¡Aaah!—Casi se cayó al suelo.
—¿Que ha pasado?—Preguntó Lyra abriendo la puerta del baño, las demás estaban detrás de ella.
—Un, un, un autobús.
—¿Un autobús?
—¿Pero qué dices? Sabes que los autobuses no son permitidos en este pueblo. No cabe ni una moto, va a caber un autobús—Dijo Ilonka.
—Os lo digo en serio, he visto un autobús brillando y creo que había alguien conduciéndolo.
—Alomejor te lo has imaginado, a veces yo también me imagino cosas—Dijo Edith.
—Edith tienes que descansar—Dijo Ilonka.
—Os lo digo de verdad, me da igual que no me creáis, pienso demostrarlo por mi misma—Dijo saliendo del baño.
—Pero no te enfades, estamos hablando— Dijo Yuko.
—¿Creéis que este diciendo la verdad?— Preguntó Edith.
—Realmente nunca nos ha mentido, ¿porque iba a hacerlo ahora?— Dijo Yuko.
—¿Puede que le esté afectando lo del señor Casimiro?—Preguntó Lyra.
—Yo no lo creo, hemos hecho esto casa año, ¿por qué ahora?—Dijo Ilonka.
Melody se fue de casa, todavía era de noche pero no hacía nada de frio. Se dirigió hacia donde creía que se había ido el autobús. El pueblo estaba silencioso por esa parte, ya que mucha gente estaba en la plaza de la derecha.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? ¿Hola?—Preguntó al aire pero no había indicios de movimiento por ninguna parte. —Puede que al final sí que me lo haya inventado… que tonta, pues claro que no era un autobús, no puede ser, es imposible— Se dijo a si misma después de estar por ahí un cuarto de hora más o menos.
—¡Cuidado! Autobús con niños, ¡cuidado, cuidado!— Una voz hizo que se girase. El autobús paso muy cerca de ella, muy, muy cerca y se paró en una parada de autobús.
—No puede ser, estoy soñando ¿verdad?—Se pego a sí misma.
—Hey, ¿qué haces? Te vas a hacer daño si sigues pegándote así—Dijo el conductor que había bajado del autobús.
—Tú no eres real—Dijo acercándose a él.
—¿Ah no? Pues estas hablando conmigo chica, eres nueva ¿verdad? Nunca te había visto por aquí.
—No soy nueva, llevo aquí más de… bueno, llevo bastante tiempo en este pueblo.
—¿De verdad?—El hombre era un abuelo de pocos cabellos blancos y ojos azules. Llevaba barba del mismo color que su pelo y una ropa algo estropeada de color marrón.