Capitulo 9. El pueblo Ópalo entre la niebla

Edith estaba en el suelo toda arañada y herida, miraba como una niebla se aceraba a ella y a Ilonka junto con Desmond y otra chica que nunca había visto, tapada con su larga capa, en un momento una flecha fue directamente hacia Ilonka. Edith se despertó de golpe, pero no grito.

—¿Creéis que estará enfadada?

—Por favor, no le digáis que puedo leer la mente, no quiero que lo sepa nadie más.

—Está bien, solo le diremos lo que vio ayer, lo del templo y lo de la diosa Ker.

—Es decir, lo mío si y lo vuestro no ¿no?

—Lo nuestro no ha destruido nada ni ha pasado nada grave.

—Está bien, como queráis, ya que voy a ser la castigada voy a ir bajando para que se acabe esta pesadilla—Dijo mientras bajaba las escaleras.

—Edith ¿estás despierta?—Preguntó Ilonka abriendo su puerta.

—Sí, estoy despierta—Bajaron las cuatro y en el salón Lyra estaba desayunando, se la veía extrañada por el comportamiento de la señora Amunet.

—¿Que ha dicho?—Preguntó Yuko.

—Nada, no se acuerda de lo de ayer.

—¿De nada?—Preguntó Yuko. Lyra le respondió negativamente con la cabeza.

—Eso es muy raro, a nadie se le ha podido olvidar lo de ayer—Dijo Melody. En ese instante alguien llamo a la puerta y Melody fue a abrir.

—Alcaldesa Matea, aquí tiene los papeles que quería—Dijo la señora Amunet al verla en la puerta.

—Muchas gracias Amunet, esto solucionara el problema que tenemos.

—¿Qué problema?—Preguntó Edith acercándose a la puerta.

—No sabemos qué ha pasado pero los arboles están destruidos y por si fuera poco el lago está más bajo de lo normal.

—No se acuerdan de nada—Pensó Ilonka al leerles la mente.

—Cogeré mi bolso y la acompañare al ayuntamiento, espere un momento.

—Esperare.

—No hagáis ninguna tontería ¿de acuerdo? Volveré a la hora de comer, no me esperéis—Cerró la puerta.

—¿Que ha podido pasar?—Preguntó Yuko.

—¿Nadie se acuerda? Qué bien, así también podré olvidarlo yo.

—Esto es serio Lyra, no es normal que desaparezcan sus recuerdos.

—Alomejor algo o alguien les ha borrado la memoria—Dijo Ilonka.

—No sé si tendrá algo que ver pero hoy he tenido un sueño de lo más raro, estabais vosotras y la señora Amunet también.

—¿Que pasaba en ese sueño?

—La niebla…

—¡Chicas!—Eran Sue y Desmond llamando a la puerta con varios golpes. —Tenemos un gran problema—Dijo Sue entrando al abrirles.

—¿Otro? ¿Pero cuántos problemas se pueden tener en un día?

—Mirad— En el portátil de Desmond estaba puesta la grabación de la tienda por la noche, una densa niebla cubría todo lo que la cámara dejaba ver.

—Es igual que en mi sueño.

—No es una niebla cualquiera, hay escritos en libros antiguos que dicen que si despiertas a una diosa de su sueño inmortal, sea quien sea, una niebla cubre todo el perímetro de la zona dos noches seguidas—Dijo Sue.

—Y quienes están expuestos a esta niebla se borran sus recuerdos relacionados con ese dios o esa diosa—Dijo Desmond.

—Bueno pues entonces perfecto, no ha ocurrido nada, todos siguen su vida y nos olvidamos de lo que pasó ayer.

—Espera, si la niebla vuelve a afectarles perderán todos sus recuerdos para siempre y esta noche es la segunda y ultima vez que la niebla vendrá—Dijo Desmond.

—Eso sí que es un problema.

—Hay que saber a cuantos les ha afectado la primera noche y protegerlos—Dijo Sue.

—¿Vamos preguntando por ahí si se acuerdan de algo de ayer?

—Esa sería una buena idea.

—Yo voy a preguntar—Dijo Ilonka.

—Nosotras vamos contigo—Dijo Yuko con Edith.

—Deberíamos buscar algún sitio para poner a todas esas personas a salvo.

—¿A qué hora sale la niebla? Más o menos—Preguntó Lyra.

—Hay libros que ponen a las ocho y otros a las ocho y media, si los ponemos antes de las ocho mucho mejor.

—Entonces hay que darse prisa, el tiempo es oro para nosotros chicos—Dijo Lyra con firmeza.

—Madre mía, que día nos espera—Dijo Melody sentada.

Por el día Ilonka, Edith y Yuko iban casa por casa recogiendo información. La mayoría no se acordaban de nada, solo muy pocos se acordaban, se les podía identificar por el miedo en sus ojos.

—Hay que proteger a los que no se acuerdan y dejar a los demás tranquilamente en el pueblo para que se les olvide y no tengan ese miedo que tienen ahora.

—Pues… son muchos para alejarlos del pueblo—Dijo Edith.

—Hay que tener una lista de todos los que viven en este pueblo.

—¿Necesitáis una lista? Seguro que la alcaldesa tiene la lista—Dijo Lyra acercándose a ellas.