Edith estaba en el suelo toda arañada y herida, miraba como una niebla se aceraba a ella y a Ilonka junto con Desmond y otra chica que nunca había visto, tapada con su larga capa, en un momento una flecha fue directamente hacia Ilonka. Edith se despertó de golpe, pero no grito.
—¿Otra vez este sueño? Un momento—Se tumbo. —Si yo veo el futuro, eso significa que… lo que he visto… ¿¡puede hacerse realidad?! ¡Ilonka está en peligro!
Ya era por la mañana, todas iban a desayunar menos Edith quien no estaba en su cama.
—¿Qué clase de libros quieres?—Preguntó Sue.
—Algunos que traten de sueños, premoniciones, protección y magia.
—¿Por qué tanto interés por esos temas?—Preguntó Desmond. Sue fue a buscarlos.
—Sueño cosas que me preocupan.
—Aquí tienes, hay tres, seguramente habrán más pero tenemos que limpiar el trastero, de momento puedes leer estos.
—Gracias. Ah y, Desmond, ¿has visto una persona con una capucha con capa oscura en alguna vez?
—No que yo sepa, ¿por qué?
—Curiosidad—Se fue después de hablarles.
—Que niñas más rara.
—A mi me parece interesante, no muchos jóvenes se interesan por los libros.
—Sue, son libros de magia.
—Da lo mismo, son libros.
Edith se puso en una mesa triangular de piedra para leer, a dos pasos del bosque y empezó a leer por encima los títulos que le llamaban la atención.
—La flor de Cristal—Leyó. —Esta flor solo se puede encontrar en lo más alto de cada montaña, nacen tan solo siete en verano cada cien años, cuando las lunas estén en lo más alto brotará la última flor antes de volver a esperar cien años para las siguientes flores.
Poderes: Estas flores tienen poderes de protección tanto de espiritual como física. Todas son iguales y no hay ninguna que sobresalga. Antiguamente se creían que los dioses regalaban esas flores como una segunda oportunidad para el ser humano y las plantaban cada cien años.
Se llevaban de amuleto de la suerte, e incluso hicieron replicas para engañar a los más desfavorecidos diciendo que eran las autenticas para que lucharan en la guerra de las cuatro montañas. La última vez que estas brotaron fue en el año 1.919—Leyó.
—1.919 más 100 años… ¡es este año! ¡Y estamos en verano! Este año nacerán las flores. Pero… cuando las lunas estén en lo más alto brotará la última flor, la luna estará en lo más alto... ¡esta noche! Tengo que darme prisa antes de que la gente lo sepa y coja la última flor.
—Edith! Vamos, ven a comer que se enfría—La señora Amunet la gritó desde la puerta de su casa.
—¡Ya voy! Espero que no pase nada—Dijo mirando el bosque mientras andaba hacia la casa. En ese momento parecía haber algo o alguien entre los arbustos, unos ojos azules la observaba fijamente.
Edith estaba intranquila, no comía nada mientras que las demás saboreaban las bolitas de pulpo con salsa, un plato muy típico de ese pueblo.
—Edith ¿que no te gusta?
—No, en realidad me gustan mucho…
—Entonces ¿por qué no comes?
—No tengo hambre.
—Lo que te estás perdiendo—Dijo Melody. A todas les encantaba este plato, incluida Edith.
—Me voy a mi habitación—Se levantó.
—Pero Edith, si apenas has comido ¡te las guardo en la nevera! ¡Cuando tengas hambre las coges!
Edith se encerró en su habitación, se tumbo en su cama esperando las horas para poder escaparse sin que nadie le viera pero al estar tan a gusto en su cama, se quedó dormida y volvió a soñar el mismo sueño de hace días.
Estaba en el suelo otra vez, pero esta vez no había niebla sin embargo se veía como empezaba a aparecer.
—Edith levántate rápido—Yuko le brindo la mano, confusa la cogió pero no se movió, sin embargo su yo del futuro si, estaba tal cual en el mismo sitio que su yo del futuro, pero le dolía la pierna así que no podía levantarse y se quedó en el suelo. La Edith del presente se levanto y lo vio todo desde otra perspectiva. Yuko, Melody y Lyra estaban detrás de ella mientras que Ilonka, Desmond y otra chica estaban delante.
—Niebla densa, cubre lo que deseas. Vis densa tegit— Desmond cubrió toda la parte de una niebla que era imposible ver nada.
—Estad atentos—Dijo la chica con capa. —Tienen armas, seguro que las utilizarán.
Edith, la del presente tenía las manos temblorosas y como pasó las otras veces una flecha cruzo la niebla hasta llegar a Ilonka.
—¡Ilonka!—Se despertó. Otra vez… ¿qué hora es? ¿Son las 16:00? Voy tarde—Se levantó de la cama y de puntillas salió de la casa. La señora Amunet estaba durmiendo la siesta, Yuko estaba practicando con su maestro, en realidad estaba meditando junto a él; Melody y Lyra estaban tumbadas en sus camas hablando entre ellas e Ilonka volvió a escuchar muy fuerte el grito que Edith dio en el sueño, así que la siguió hasta el bosque.