15 de Agosto del 2019, un buen día con el sol a tope y ninguna nube acechando.
—¡Buenos días! ¿Cómo estás?
—Melody, ¿me lo vas a preguntar cada vez que me despierte? Ya te lo he dicho estos últimos cinco días, estoy bien, vuelvo a escuchar vuestra voz interior. Vale eso ha sonado un poco raro, estoy bien y ya está.
—Hoy hace un sol muy caloroso—Dijo Edith apartando la cortina de la ventana.
—Un día perfecto para un cumpleaños perfecto—Dijo Ilonka.
—¿Alguien sabe cuántos años cumple?
—Lyra, no puede ser que no te acuerdes. Hoy cumple 44.
—Yo diría que cumple 42—Dijo Melody.
—¿Pero no los cumplió el año pasado los 42?—Preguntó Edith.
—¿En qué quedamos? Aquí nadie sabe cuántos años cumple, seamos realistas, ni tú lo sabes Ilonka—Dijo Lyra.
—Si os réferis a la señora Amunet, hoy cumple 43—Dijo Yuko entrando en casa.
—Ni una ni la otra. No si la que tiene mejor memoria eres tú Yuko, sin duda—Dijo Lyra. —¿Qué has traído?
—Bolsas de patatas, globos, serpentinas, las velas de números y las bolas de colores que brillan.
—¿Las has podido encontrar? ¿Donde las has encontrado? si aquí no las venden—Dijo Ilonka.
—Me las ha dado Sue, ayer fueron a Crisocola y les dije que me trajeran unas cuantas para el cumpleaños de la señora Amunet.
—Por cierto ¿qué le habéis dicho para que no esté aquí?—Preguntó Edith.
—Pues…—Melody y Lyra se miraron entre ellas. La señora Amunet había ido al puerto de Crisocola con una nota, ahí le esperaban unos marineros para una vuelta en el mar, dirigido por Naior. —Estará bien. Esta con un amigo—Dijo Lyra.
—Entonces a trabajar, tenemos muchas cosas que hacer—Dijo Ilonka ilusionada. El timbre sonó y Edith abrió la puerta, eran los mellizos Sue y Desmond, los gemelos Nelson y Geldrion, el policía Carlos junto con el espejo del amor y la alcaldesa Matea junto con su sobrina Sally. —¡Qué bien! Ya estáis todos.
—Muy bien, escuchadme todos por favor—Edith cerró la puerta y Melody habló. —Nos quedan menos de 3 horas para prepararlo todo, las comidas, las decoraciones y los regalos.
—En teoría los regalos ya se deben haber comprado—Dijo Desmond.
—Sí, tienes razón, por eso hay que meterlos en una bolsa grande, para tenerlos todos recogidos.
—No será que no tienes un regalo para ella.
—Sí que lo tengo, y será mucho mejor que el tuyo.
—Bueno, está bien, todos los que tengáis regalos ponedlos en esta bolsa—Dijo Yuko. —No nos vamos a pelear por tonterías justo hoy.
—Ilonka ¿podrías ir a mi habitación y coger mi móvil?—Le preguntó Edith ya que la veía subiendo las escaleras. Le toco del hombro para que supiera que le estaba hablando.
—Si por supuesto—Subió y lo primero fue coger el móvil de Edith, y luego entró en su habitación.
—Ilonka—Desmond la había seguido y mientras que ella estaba de espaldas buscando algo. Desmond decidió averiguar si realmente le pasaba algo. —Ilonka—La volvió a llamar, Ilonka se percato que había alguien detrás porque al estar tan cerca podía escuchar otra voz.
—Desmond, ¿qué haces aquí?
—Te he llamado dos veces y no me has contestado, a ti te pasa algo estoy seguro— No dijo nada hasta al cabo de medio segundo.
—Estoy bien, no me pasa nada, no te tienes que preocupar.
—Por eso tardas en contestar a todo, si te hago una pregunta, si te doy una respuesta o si simplemente estamos hablando, tienes que contestar medio minuto después.
—Es complicado.
—Entonces si qué te pasa algo.
—¿Que pasa aquí? ¿Por qué no estáis los dos abajo?—Preguntó Yuko al verlos en la habitación de Ilonka.
—Yo iba a coger mi regalo de cumpleaños—Enseñó la bolsa.
—Yo mejor bajo a ayudar, lo siento—Desmond bajó a bajo sin mirarlas.
—¿Que ha pasado?—Preguntó sentándose en su cama, al igual que Ilonka.
—Creo que Desmond sospecha de algo, le parece extraño que tarde en responder.
—Si siempre respondes tarde es normal que le resulte extraño, no sé como la señora Amunet no ha sospechado, pero tranquila, todo va a estar bien.
—¿Que pasó ese día? El que me desmayé. Después de entrar en el baño me lave la cara y… y luego mi cabeza empezó a dar vueltas y me desmayé. Luego me desperté en casa.
—Estabas muy cansada y alomejor en no poder escuchar hizo que te sitieras mal, la señora Amunet nos dijo que tenias las orejas rojas, pero te curó. ¿Sabías que años atrás había sido enfermera?
—Creo que me lo dijo hace tiempo, de todos modos se podría sospechar porque tiene un armario lleno de primeros auxilios en su habitación.