—Shin-ae, él estará bien—Dijo la chica entrando a la habitación del hospital con dos cafés.
La castaña sólo la miró y asintió.
Ambas estaban preocupadas, pues el Sr. Yoo estaba hospitalizado.
Jae al ver que Shin-ae estaba temblando, le aconsejó que saliera a tomar aire y ella se quedaría cuidándolo.
—Está bien —dijo soltando la mano de su padre—Préstame tu celular, necesito llamar a alguien.
Jae no preguntó y se lo entregó.
Cuando Shin-ae salió de la habitación, la de orbes azules soltó un largo suspiro y acarició la mano del Sr. Yoo, pues él era como uba figura paterna para ella.
Por otro lado, Shin-ae fue a la cafetería del hospital y se sentó en una de las mesas.
Sacó su celular del bolsillo y lo colocó en la mesa, luego buscó en el celular de Jae su lista de contactos, buscó a Kousuke y luego anotó el número en su celular y le escribió.
Le escribió acerca del favor que les debía, el plan de ella era que le prestara dinero, pues lo necesitaba más que nunca.
Lo que la castaña no sabía, era que la persona que le había contestado no era Kousuke, sino su madre.
La mujer le dijo que fuera a la empresa y le daría el dinero, a cambio del préstamo, ella y Jae tendrían que trabajar ahí.
Shin-ae salió del hospital y rápidamente se dirigió hacia la empresa de los Hirahara.
Al llegar, la guiaron a una oficina.
El chico llamado Sang-Chul le hizo una corta entrevista, nada profesional.
Al final, el rubio le dio el trabajo y el cheque.
Justo cuando iba a salir, se encontró con cierta persona.
—Oh ¿Tú eres Shin-ae, la chica del préstamo? —Preguntó la mujer y la chica asintió —Mi hijo me habló sobre ti.
—Ah...
—Un gusto, Querida.
—¿Usted es la Sra. Hirahara? —Preguntó la chica sosteniendo el cheque con fuerza.
—Así es.
Shin-ae recordó las palabras que le había dicho su amiga ayer: “Shin-ae, por nada del mundo te le acerques a esa mujer, es peligrosa”
Recordó el rostro de su amiga al decir esas palabras, un rostro que reflejaba extrema preocupación.
—¿Dónde está Jae-Kyung? Me dijeron que también vendría —Preguntó la mujer.
—Oh, ella está ocupada.
—¿Estará libre hoy en la noche? La necesito para algo muy importante.
—No lo creo, dijo que tenía cosas que hacer.
—Es una lástima —Dijo la mujer con cierta tristeza, pero en el fondo tenía un plan —¿Tú puedes hacerme un favor, Querida?
Shin-ae se sorprendió, no sabía lo que la mujer quería, según su amiga ella era peligrosa, pero si quería trabajar ahí, tendría que ganarse la confianza de la mujer.
—Claro.
La castaña se dirigió hacia su apartamento, con miedo de que Jae la descubriera.
Abrió la puerta, y como era de esperar, justo delante de ella estaba Jae-Kyung.
—¿En dónde estabas? ¿Por qué te fuiste de la nada? —Preguntó la de orbes azules mientras cruzaba las brazos.
—Nada importante... Sólo fui a comer algo—Respondió la castaña comenzando a sentirse fatal por dentro, no le gustaba mentir, y mucho menos mentirle a Jae—¿Qué ha pasado con papá?
—Dijeron que despertaría pronto y luego me sacaron del lugar.
Un celular sonó.
—Toma, es el tuyo —Dijo la castaña sacando el celular del bolsillo.
Jae tomó su celular y contestó.
Shin-ae aprovechó la distracción de su amiga y caminó rápidamente hacia su habitación, buscando el vestido que le había regalado la de cabellos color vino.
Por otro lado, una buena noticia apareció en la vida de Jae.
—¡Shin-ae! —la llamó y la chica saltó del susto, temiendo que la descubriera.
—¿S-Si?
—El Sr. Kim me dijo que tenía buenas noticias para mí, así que probablemente me den el empleo —Dijo la chica saltando emocionada.
—Al fin una buena noticia... —Suspiró —Me alegro por ti, Jae.
—¡Gracias! —dijo y la abrazó.
—Jae... ¿No has pensado trabajar con los Hirahara? —preguntó mientras correspondía a su abrazo.
—Pff ¿Qué? —soltó riendo—Ni loca, el único normal ahí es la zanahoria, no me gustaría respirar el mismo oxígeno que esos dos hisopos.
Shin-ae se arrepintió profundamente de haber pedido ese favor a Kousuke, pero ya estaba hecho, además tenía que hacer algo importate esa noche...