Glamour Oscuro

ESCENA 15

ESCENA 15: LA TRANSFORMACIÓN FÍSICA - EL GIMNASIO Y EL ESTILISTA

PARTE 1: EL GIMNASIO

Lunes, 5:30 AM.

El gimnasio Gold's Gym en la zona financiera abre a las 5:00 AM para capturar a los ejecutivos que entrenan antes del trabajo.

Blanché no es ejecutiva, pero llegó temprano de todas formas.

Pagó $85 por tres meses de membresía (oferta promocional). Y otros $200 por cuatro sesiones con entrenador personal (el mínimo que ofrecen).

El entrenador se llama Rodrigo. Treinta y dos años, ex atleta universitario, cuerpo que es obviamente publicidad ambulante del gimnasio.

Están en el área de pesas libres. Blanché se siente completamente fuera de lugar. Todos aquí parecen saber exactamente qué están haciendo. Ella apenas sabe cómo funciona la caminadora.

—Okay, Blanché. —Rodrigo consulta el cuestionario que ella llenó al inscribirse—. Veo que tu objetivo no es perder peso. Dice aquí "postura, presencia, confianza física".

—Correcto.

Rodrigo la mira con curiosidad. —Eso es... inusual. La mayoría de mujeres que vienen aquí quieren bajar 10 kilos o tonificar glúteos.

—Yo quiero moverme como alguien que sabe que pertenece a cualquier espacio.

Rodrigo silba bajo. —Okay. Me gusta. Eso es trabajo de conciencia corporal, no de pérdida de peso.

Durante la siguiente hora, Rodrigo no la pone a correr ni a hacer sentadillas.

En cambio, trabajan en:

POSTURA:

  • Cómo pararse con peso distribuido equitativamente (Blanché tiende a cargar peso en su pierna derecha, creando asimetría sutil)
  • Cómo caminar con core activado (abdomen ligeramente contraído, que estabiliza la columna)
  • Cómo sentarse y levantarse de una silla sin usar momentum de brazos (fuerza de piernas)

PRESENCIA:

  • Ejercicios de propiocepción (conciencia de dónde está tu cuerpo en el espacio)
  • Caminar en línea recta manteniendo contacto visual con punto fijo
  • Entrar a una habitación y "poseer el espacio" (los hombros hacia atrás, mentón ligeramente levantado)

Rodrigo la hace caminar de un lado a otro del gimnasio veinte veces.

—Otra vez. Pero esta vez imagina que entras a una junta directiva donde todos tienen más dinero y poder que tú. ¿Cómo caminas?

Blanché camina con su paso normal.

—No. Estás haciendo lo que hacen todas las mujeres que se sienten intimidadas: te haces pequeña. Hombros hacia adelante, pasos cortos, mirada al piso. Inténtalo de nuevo.

Blanché respira. Activa su core como Rodrigo le enseñó. Hombros hacia atrás. Cabeza alta.

Camina.

—Mejor. Pero todavía parece que pides permiso. Una más. Esta vez, camina como si ya pertenecieras ahí.

Caminar como si ya perteneciera.

Blanché cierra los ojos por un segundo. Piensa en la Baronesa von Steiner del curso online. En Madame Colette de francés. En la joyera que le vendió el anillo de obsidiana.

Mujeres que se mueven por el mundo sin disculparse por ocupar espacio.

Abre los ojos. Camina.

Esta vez, algo cambia. No puede explicar exactamente qué, pero se siente diferente. Se siente sólida.

Rodrigo aplaude una vez. —¡Eso! Ese es el walk. Practica eso todos los días.

Al final de la sesión, Blanché está sudando no por esfuerzo cardiovascular sino por concentración mental.

—Misma hora el miércoles —dice Rodrigo—. Y entre sesiones, practica frente a espejo. Postura, entrada a habitaciones, presencia. Tu cuerpo necesita memorizar esto hasta que sea automático.

PARTE 2: EL ESTILISTA

Sábado por la tarde.

Blanché está frente a un salón de belleza en la zona comercial upscale de la ciudad. El letrero dice: "LAURENT - Hair Studio"

No es cadena. Es salón boutique. Los precios no están en la ventana (señal de que son caros).

Blanché investigó durante dos semanas. Leyó reseñas. Buscó estilistas que trabajaran con clientela de alta gama.

Laurent apareció repetidamente. Su Instagram muestra antes/después de ejecutivas, socialités, algunas actrices locales.

Hizo cita por teléfono. La recepcionista le advirtió: "Laurent cobra $250 por corte y estilo. ¿Está segura?"

Blanché casi cuelga. $250 es más de lo que gasta en comida en un mes.

Pero entonces pensó en Don Armando en la fiesta del Hotel Imperial diciendo "tu cabello está bonito, pero es cabello de clase media."

Si quiero acceder a ese mundo, no puedo verme como visitante. Necesito verme como residente.

Confirmó la cita.

Ahora está aquí, empujando la puerta de vidrio, entrando a un espacio minimalista: paredes blancas, pisos de concreto pulido, sillas de diseñador, música electrónica suave de fondo.

La recepcionista —chica de veintitantos con corte pixie platinado perfecto— sonríe profesionalmente.

—¿Blanché?

—Sí.

—Laurent te atenderá en un momento. ¿Quieres café, té, o agua con gas?

—Agua, gracias.

Blanché se sienta en una silla que probablemente cuesta más que su cama. Hojea una revista de moda italiana que no entiende porque está en italiano.

Cinco minutos después, aparece Laurent.

Es exactamente lo que Blanché esperaba: hombre gay de treinta y tantos, camisa negra ajustada, jeans de diseñador, zapatos que gritan "caros", cabello propio perfectamente estilizado en undercut moderno.

—Blanché, amor. —Le extiende la mano para estrechar, pero es más gesto performativo que saludo corporativo—. Ven, ven.

La guía hacia su estación. Silla de cuero frente a espejo con iluminación perfecta.

Laurent la mira a través del espejo. Toma su cabello entre sus manos, lo levanta, lo deja caer, lo estudia como cirujano evaluando paciente.

—Okay. Dime la verdad. ¿Qué quieres realmente?

—Quiero no verme como quien soy.

Laurent levanta una ceja. —Interesante. ¿Y quién eres?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.