ESCENA 16: LA AUTENTICIDAD COMO VENTAJA - LA EPIFANÍA
Seis meses después del inicio del Proyecto de Transformación Personal.
Es viernes por la noche. 7:30 PM.
Blanché está en la inauguración de una galería de arte contemporáneo en la zona cultural de la ciudad. El evento es gratuito (por eso pudo venir), pero claramente diseñado para atraer a coleccionistas y personas con dinero.
Usa un vestido negro simple que compró en oferta ($45, pero se ve más caro gracias al corte), sus zapatos de tacón que reserva solo para eventos importantes (los únicos realmente buenos que tiene), y por supuesto, su anillo de obsidiana.
Su cabello, mantenido religiosamente cada ocho semanas con Laurent (el gasto más doloroso pero más necesario), cae en su corte asimétrico perfecto.
Ha estado estudiando francés durante seis meses. Su nivel ahora es intermedio alto. Puede mantener conversaciones sobre temas complejos, aunque todavía comete errores gramaticales.
Ha visitado el Museo de Arte Moderno once veces. Ya reconoce pinturas sin leer las cédulas. Puede identificar un Miró de un Kandinsky a tres metros de distancia.
Ha completado el curso de protocolo diplomático y se ha devorado tres libros más sobre etiqueta social.
Su postura ha cambiado. Rodrigo el entrenador le hizo notar hace dos semanas: "Ya no tienes que pensar en activar tu core. Tu cuerpo ya lo hace automáticamente."
En resumen: Blanché ya no es completamente la chica que empezó este proyecto hace seis meses.
Pero tampoco es todavía quien quiere ser.
Está en el intermedio. En el proceso.
Camina por la galería con una copa de vino blanco barato (ella sabe que es barato porque ahora puede distinguir - es probablemente Sauvignon Blanc chileno de $8 la botella, pero está servido en copas decentes para disimular).
Las pinturas en exhibición son de un artista emergente local: abstracciones geométricas con colores primarios brillantes.
Blanché estudia una pintura grande: rectángulos rojos y azules intersectando en ángulos dinámicos.
Influencia clara de Mondrian, piensa automáticamente. Pero con más caos. Mondrian buscaba orden universal. Este artista busca... tensión controlada.
No googlea nada. Ya no necesita.
Escucha voces femeninas a su derecha. Tres mujeres, veinticinco a treinta años, claramente de dinero.
La primera usa vestido Carolina Herrera (Blanché ahora reconoce diseñadores por corte y estilo). La segunda tiene bolso Bottega Veneta último modelo ($3,000 mínimo). La tercera lleva zapatos Manolo Blahnik y un reloj Cartier Tank.
Están discutiendo la pintura que Blanché estaba observando.
—Es demasiado derivativo —dice Carolina Herrera con tono aburrido—. Mondrian hizo esto mejor hace cien años.
—Pero Mondrian nunca usó estas intensidades cromáticas —responde Bottega Veneta, repitiendo terminología que claramente aprendió en clase de historia del arte en su universidad privada—. Hay un dinamismo aquí que Mondrian evitaba intencionalmente.
—Sigue siendo derivativo —insiste Manolo Blahnik—. No entiendo por qué la galería está promocionando esto como revolucionario.
Continúan hablando. Su vocabulario es perfecto. Su conocimiento es real (probablemente licenciadas en Historia del Arte de universidades europeas).
Pero Blanché nota algo:
Hablan de arte como si estuvieran completando tarea escolar.
Correctamente. Técnicamente. Pero sin ninguna emoción real.
Es conocimiento que heredaron, no conocimiento que eligieron.
Ellas nacieron en familias que las llevaron a galerías desde los cinco años. Crecieron con arte original en sus casas. Estudiaron en las mejores escuelas.
Pero no tienen hambre.
No están aquí porque decidieron que necesitaban saber esto para cambiar sus vidas. Están aquí porque esto es lo que se espera que hagan los viernes por la noche.
Blanché se aleja, toma otra copa de vino de un mesero que pasa.
Encuentra un rincón tranquilo de la galería y saca su teléfono. Abre las notas.
Escribe:
**Epifanía - Galería de Arte - 8:47 PM**
Vi a las herederas hoy. Hablan perfecto. Saben todo. Pero es conocimiento heredado, no ganado.
Mi ventaja no es fingir ser ellas. Nunca podré. Mi ropa es de rebajas. Mi cabello, aunque ahora es bueno, me cuesta sacrificio mensual. No crecí con criadas ni viajes a Europa.
Pero yo ELEGÍ esto. Cada dato que sé sobre arte, lo aprendí porque decidí que la ignorancia ya no era opción. Cada palabra en francés la practiqué frente al espejo a las 11 PM después de trabajar todo el día.
Ellas tienen facilidad. Yo tengo hambre.
Y el hambre, cuando se combina con preparación, es más poderosa que la facilidad.
No voy a ocultar que vengo de clase media. No voy a fingir que mi papá es diplomático o que estudié en Suiza.
Voy a usar mi historia. Mi ascenso. Mi transformación.
Porque ELLOS (los millonarios que busco) también tienen historias. Y muchos de ellos también vienen de lugares que no eran privilegio.
Mi autenticidad es mi ventaja competitiva.
Las herederas son interchangeables. Yo soy única.
Guarda las notas.
Se mira en el reflejo de una ventana de la galería.
Ve a una mujer de veinticuatro años (cumplió años hace un mes) que ya no se parece a la chica que perdió el concurso.
Pero que tampoco está fingiendo ser aristócrata europea.
Es algo intermedio. Algo nuevo.
Blanché Cazafortín, versión 2.0: autodidacta, obsesiva, equipada.
No nací en este mundo. Lo estoy conquistando.
Y esa es una narrativa mucho más interesante que "otra heredera más".
Termina su vino, deja la copa en una bandeja, y sale de la galería.
En el taxi a casa, actualiza su Excel del Proyecto de Transformación Personal.
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romance con pruebas, amor/formación/ascenso social, drama/ empoderamiento femenino
Editado: 27.12.2025