ESCENA 32:
LA PRIMERA LECCIÓN - EL DISCURSO DEL TÉ
10 MINUTOS DESPUÉS - LA MISMA REUNIÓN
Ahora que todas están comprometidas, Blanché cambia a modo instructor.
—Okay. Primera lección empieza ahora. Y empieza con té.
Las chicas la miran confundidas.
Blanché señala las tazas despareadas en sus manos.
—¿Notaron algo sobre cómo les serví el té?
Silencio.
—Les serví primero a ustedes antes de servirme a mí. ¿Por qué?
Ámbar responde: —Porque eres anfitriona.
—Correcto. En contexto social formal, el anfitrión sirve primero a invitados. Demuestra servicio, hospitalidad. Ahora, ¿notaron cómo sostuve la tetera?
Perla: —Con... tu mano?
Blanché sonríe. —Con mi mano derecha en el asa, mi mano izquierda sosteniendo la tapa para que no se caiga al servir. Pequeño detalle. Pero personas que crecieron en casas con té formal lo notan.
Levanta su taza.
—¿Cómo están sosteniendo sus tazas ahora?
Las chicas miran sus propias manos. Coral tiene la taza con puño completo como si fuera jarro de cerveza. Rubí la sostiene con ambas manos. Zafiro la tiene en su regazo. Solo Ópalo la sostiene correctamente.
—Ópalo, muéstrales.
Ópalo levanta su taza: mano derecha en el asa, meñique relajado (no extendido como cliché), mano izquierda sosteniendo el platillo debajo.
—Así. No es pretensioso. Es simplemente... correcto. Y personas de élite lo notan.
Blanché camina frente a ellas.
—Todo lo que van a aprender en los próximos tres meses es así. Pequeños detalles que para ustedes requieren esfuerzo consciente, pero que para gente que creció en ese mundo son automáticos.
»Cómo sentarse sin cruzar piernas a nivel de rodillas (tobillos sí, rodillas no, en contextos ultra formales).
»Cómo entrar a habitación y "poseer el espacio" sin parecer arrogante.
»Cómo rechazar advance sexual con gracia en lugar de confrontación.
»Cómo hablar de arte sin sonar como están recitando Wikipedia.
»Todo son detalles pequeños. Pero acumulados, crean impresión de "ella pertenece aquí".
Se sienta en el borde de su escritorio, mirándolas directamente.
—Y ahora viene la parte más importante de esta primera lección. La parte que quiero que escriban en sus cuadernos y relean cada vez que duden.
Las seis abren sus cuadernos.
—Escríbanlo exactamente como lo digo: "Van a aprender a no necesitarlos."
Las chicas escriben.
—Lean eso en voz alta. Todas juntas.
En coro desigual: "Van a aprender a no necesitarlos."
—De nuevo. Con convicción.
Más fuerte: "Van a aprender a no necesitarlos."
—Esa es la filosofía central de Fortín Dorado. No las estoy entrenando para atrapar hombres ricos. Las estoy entrenando para ser tan valiosas que no necesiten ser atrapadas.
»Porque una mujer que necesita es una mujer que se vende barata.
»Una mujer que necesita acepta mal trato porque tiene miedo de perder ingreso.
»Una mujer que necesita se queda en situaciones peligrosas porque no tiene alternativas.
»Pero una mujer que no necesita... esa mujer tiene poder.
Blanché toca su anillo de obsidiana inconscientemente.
—El objetivo de este entrenamiento no es solo que ganen dinero. Es que ganen opciones. Que en dos años, si un cliente las trata mal, puedan caminar sin miedo. Que si un hombre les ofrece "ayuda" condicionada, puedan decir no. Que si la vida las pone frente a decisión difícil, tengan recursos para elegir con cabeza, no con desesperación.
Coral levanta la mano. —Pero... ¿no es ese el punto? ¿Ganar suficiente para eventualmente conseguir a un hombre rico que nos mantenga?
Blanché la mira directamente.
—Si tu meta es ser mantenida, esta agencia no es para ti. Porque ser mantenida significa ser dependiente. Y dependencia es vulnerabilidad. Si él decide dejarte, ¿qué te queda?
»Yo las estoy entrenando para algo diferente: para ser mujeres que PUEDEN tener relación con hombre rico como iguales, no como subordinadas. Y si esa relación termina, salir con skills, contactos y experiencia que las posicionen para próxima oportunidad.
Rubí pregunta lo que todas están pensando: —¿Y si nos enamoramos?
Blanché respira profundo. Esta pregunta. La que ella misma se hizo con Patricio.
—Entonces ya no es trabajo. Y espero que el amor sea real. Pero les advierto: el amor sin armadura es suicidio.
»Si se enamoran, háganlo con ojos abiertos. Verifiquen que él es quien dice ser. Verifiquen que está genuinamente disponible. Verifiquen que las ve como personas, no como proyectos.
»Y sobre todo: no dejen que el amor las haga olvidar quiénes son. Porque el día que un hombre se convierte en tu identidad completa, el día que te pierde, te pierdes tú también.
Silencio pesado.
Perla habla por primera vez con voz que tiembla ligeramente: —¿Te pasó a ti? ¿Te enamoraste?
Blanché podría mentir. Mantener distancia profesional. Ser solo la jefa.
Pero estas chicas necesitan honestidad.
—Sí. Me enamoré. De hombre que resultó tener novia en Europa que yo no sabía que existía. Me destrozó. Caminé cuarenta cuadras a casa con pies sangrando porque no podía soportar quedarme en ese lugar un segundo más.
Las chicas están completamente quietas, absorbiendo cada palabra.
—Y esa noche, rota en el piso de mi apartamento, me prometí: nunca más. Nunca más voy a dejar que alguien me haga sentir que no soy suficiente sin él. Nunca más voy a poner mi felicidad en manos de persona que no ha ganado ese privilegio.
»Por eso creé Fortín Dorado. Para que ustedes no tengan que aprender esa lección tan dolorosamente como yo.
Zafiro tiene lágrimas en los ojos. —¿Y funcionó? ¿El dolor se fue?
—No completamente. Pero se convirtió en algo útil. En motivación. En recordatorio de por qué construyo esto.
#4955 en Novela romántica
#1408 en Chick lit
romance con pruebas, amor/formación/ascenso social, drama/ empoderamiento femenino
Editado: 27.12.2025