Como cada luna llena del último día de Octubre, me encuentro mirando hacia el oscuro bosque desde la ventana de mi habitación. Aún, y después de tanto tiempo, no he podido acostumbrarme a este paisaje. Es como si todo en el exterior se callara, tratando de no llamar la atención de presencias milenarias del más bajo astral.
Las nubes en el cielo saben mi inquietud, por lo que dejan filtrar algunos rayos de luna y calmar mi interior. Me muestran por un pequeño instante el bello paisaje que normalmente miro a diario. Aquel con los grandes árboles de copas verdes, el acantilado, y el mar.
Cuando ¡Bum! un estallido en el interior de mi hogar me hace brincar del susto, y es la llamada de atención que necesito para poner mis sentidos en extrema alerta.
Uno de los globos que nos compró mi padre en aquella feria, se ha roto por el viento que he dejado filtrar por la ventana. Inmediatamente me pongo en pie, cierro los cristales y comienzo mi cuenta; ese es el primero de diez.
Sin perder la calma y la tranquilidad, voy a la habitación de los pequeños Lorcan y Saorise, los levanto de la cama con sumo recato, y somnolientos los llevo hasta el armario donde ya tengo preparado un espacio donde pueden dormir tranquilos. Son pequeños, por lo que son fáciles de engañar. No objetan cuando les digo que es un juego, y aquel que quede primero dormido es el que ganará. Obedientes entran recostándose sobre la cama improvisada que les he hecho, les pongo a cada uno sus audífonos con aquellas canciones infantiles que tanto les gustan y vuelven a dormir.
Apenas puedo cerrar la puerta y asegurarla con llave cuando ¡Bam! se escucha el segundo estallido de aquellos globos resonando por toda la habitación; ahora ha sido aquel naranja con el dibujo de una calabaza y que para nada me gustó. No sé por que Shel lo escogió, tampoco entiendo por qué mi hermana y yo pedimos tantos globos a papá, pero de no ser por estos, no sabría exactamente a que hora ocurrirá todo.
Vuelvo a mi posición inicial, sentada sobre el marco de la ventana y miro de nuevo el paisaje en el exterior. Tres sombras en la lejanía se comienzan a notar saliendo de aquel bosque oscuro y tenebroso, acercándose tranquilamente a mi hogar. Su movimiento al caminar parece ensayado, causando un mismo vaivén en los tres donde parece que flotan sobre el suelo. Poco a poco se acercan, y a un par de metros a la entrada de mi hogar, dos de ellos se separan colocándose como vigías a cada extremo; él tercero, el de mayor altura, sigue su camino hasta llegar a la puerta y su puño choca sobre la madera de la entrada principal.
¡Bum! El tercer globo estalla. Como si el viento supiera que algo estaba por venir, se vuelve una ráfaga fuerte que golpea mi cuerpo diciéndome:
"Corre, debes intervenir".
Pero no puedo moverme, por más que intento mi cuerpo no obedece, y solo me queda escuchar la voz de mi madre cuando habla con aquel desconocido, mientras le ha dejado pasar al interior de nuestro hogar; no noto claramente las palabras.
《¿Qué querrá?》
Seguramente ese visitante no sabe que mi padre se encuentra en casa, que ha regresado de ese viaje largo que lo mantuvo lejos por cinco años , y ha de pensar que mi madre se encuentra sola para así intimidarla como últimamente suele pasar.
¡Bam!¡bum! Dos globos se han roto al mismo tiempo, las cosas se han puesto peor.
Mi padre ha bajado donde se encuentra mi madre y han empezado una discusión. Él pide una explicación, mi madre grita pidiendo se tranquilice, y el visitante misterioso ha empezado a burlarse de mi padre. Mi madre nunca fue intimidada por estar sola con dos hijas, ella al parecer estuvo engañando a mi padre todo este tiempo.
Los gritos no paran, y cada vez suben de volumen; allá abajo hay una pelea muy fuerte y no sé como Shel sigue dormida. Se escuchan pasos apresurados que vienen directo a nuestra habitación; papá acaba de entrar y su semblante luce muy pálido.
—¡Odalyn!—dice alterado y atranca la puerta con una silla.
Inmediatamente va a la cama de mi hermana y la levanta abruptamente causando se asuste, ella empieza a manotear al creer que tiene una pesadilla, por lo que mi padre se ve en la necesidad de despertarla totalmente; Shel se talla los ojos sin entender nada.
—¿Qué pasa?— dice adormilada
Mi padre no contesta, la jala hacia él y ahora ambos van donde me encuentro, para después, tomarme de la mano.
—Salgan por la parte trasera— él está muy asustado— corran hasta la cascada y escóndanse. No salgan hasta que yo vaya por ustedes—Mi padre ordena como lo hace con su Legión.
Abajo han seguido las discusiones entre mi madre y el desconocido. Escuchamos cosas caer y romperse. Mi madre grita desesperada, pero no logro entender lo que dice. Mi padre se acerca a la puerta, pega su rostro de lado y escucha atento. Después de unos minutos quita la silla, abre la puerta con extremo sigilo asegurándose que nadie se encuentre en el exterior.
—Vamos— con un ademán de mano nos indica que salgamos mi hermana y yo.
¡Bum! Otro de los globos ha reventado en la habitación justo cuando dejamos de escuchar los gritos de mamá en la planta baja. Mi padre nos mira preocupado, traga saliva y contiene las palabras que Shel y yo entendemos muy bien; "su madre está muerta"
—¡Corran! ¡No se detengan!— grita repentinamente haciendo que mi hermana me tome de la mano y jale al lado contrario de donde mi padre se ha quedado esperando a alguien.