Goan. El Poder Transferido. Vol 1.

Capítulo 17. ¿La Historia se Repite?

En el principado de Paso Caol.

Al interior del fuerte que mostraba las huellas del combate en sus muros, hizo aparición uno de los generales del rey Moal para interrumpir la interacción entre el príncipe Dorba y el grupo de Leiza. Fyrod era un viejo conocido y encabezaba las tropas invasoras que fueron mandadas para acabar con el príncipe. Se había adelantado en solitario al fuerte porque anticipaba que ahí podría encontrarlo.

-Te conozco muy bien, Dorba, siempre pensando en engañar al enemigo. Los cambios de construcción en este monte llamaron mi atención de inmediato. Veo que tienes visitas… ¿existe alguna relación entre la chica que posee el Goan azul y tú?

-¡Eso no es de tu incumbencia, traidor! No te entrometas en asuntos ajenos a ti… Pero me da gusto que hayas llegado aquí, por fin podré vengar lo que le hiciste a Rioya.

-Pelearemos todo lo que gustes, Dorba. Sin embargo, voy a necesitar llevarme a esa chica. Su poder es indispensable para el futuro. Si empezamos a combatir, ellos escaparán y ninguno de nosotros conseguirá tenerla. Déjala malherida ahora mismo y entonces podremos luchar por nuestras diferencias y ese Goan azul.

-No les vas a poner un dedo encima, yo seré quien acabe con tu vida aquí mismo.

Seip y los demás volvieron a adoptar una posición defensiva al escuchar el comentario de Fyrod. Dorba caminó para acercarse al general, interponiéndose entre los cinco y él. 

-¿Es en serio, Dorba? ¿Tú estás protegiéndolos? –le cuestionó Fyrod–. Me sorprendes. No perderé más el tiempo, sólo contéstame si tu deseo es defenderlos. Vengo dispuesto a todo, de tu respuesta depende el rumbo de este combate. 

Dorba no le respondió, en cambio les dirigió unas enérgicas palabras a quienes minutos antes había atacado con vehemencia.

-¡Salgan de aquí por la parte trasera del monte! Eviten hacer contacto con el ejército de Moal.

Dorba generó una afilada estaca de Goan en su brazo derecho, creó unas alas detrás de sus hombros y una especie de aguijón en la parte baja de su espalda. Vio cómo iniciaron a correr los cinco prisioneros y los detuvo con un último grito.

-¡Gaena! –Lanzando el frasco desde su mano derecha hacia Zaz–. La reliquia existe.

Zaz atrapó la poción y guio a los demás hacia la parte del monte en donde era más fácil descender.  

-¿Vas a dejar ir la oportunidad de tener el poder de esa chica para ti? –Inquirió Fyrod.

-¡Cállate! No quiero volver a escuchar tu voz. Será un honor sepultarte ahora que no tengo que preocuparme de evitar hacer enfadar a tu rey.

- Muy bien, está decidido. Ten por seguro que he ansiado más que nadie la llegada de este día. –comentó el general mientras liberaba una sonrisa en su rostro– Hoy por fin caerán las caretas.

Los cinco compañeros salieron del fuerte y utilizaron la inclinación del monte para avanzar más rápido. Escucharon un enorme bullicio que demostraba que el combate entre las tropas de Moal y Dorba ya había iniciado. De pronto en el cielo empezaron a aparecer incontables bengalas verdes que iluminaban de aquel color los aires. Seip quedó desconcertado, creía que no podía estar sucediendo eso ahí. Se separó momentáneamente del grupo para buscar asomarse al campo de batalla desde el limitado ángulo que tenía, notó algo extraño. No parecían haber dos ejércitos, un tercer grupo estaba haciendo su aparición. 

-¿Quién mandó la señal? –Se preguntaba intrigado Seip.

Regresó con el grupo y les dijo que debían salir de ese lugar cuanto antes. Un evento muy importante estaba a punto de suceder, uno que sólo contaba con un precedente en la historia. Seip se generó infinidad de incógnitas en voz alta.

-¿Alguien les tendió una trampa a los dos bandos?... ¿Esperan que Fyrod y Dorba se maten mutuamente?... Pero de ser así, ¿por qué no aguardar a que sus fuerzas se debiliten para hacer su aparición? ¿Quiénes son esos terceros en discordia?

El descenso por el monte llegó a su fin, ahí los esperaba un grupo de soldados del rey Moal. Cuando iban a atacarlos, varios combatientes vistiendo ropas desgastadas llegaron por el aire, habían saltado de sus grifos para defenderlos. Uno de ellos buscó guiarlos a través del campo.

-Por aquí, señor Seip. Tenemos órdenes de protegerlos a toda costa. 

-¿Quiénes son ustedes?

-Puede ver que la señal en el cielo fue lanzada, eso contesta su pregunta, señor. Se determinó que, si Moal o Dorba secuestraran a esa chica, el mundo estaría en un gran problema.

-¿Quién decidió disparar la señal verde?

-Ya habrá tiempo para contestar todo, la prioridad ahora es ayudarlos a que salgan a salvo de aquí.

El hombre no pudo cumplir su misión cuando fue decapitado por una violenta patada envuelta en Goan. La pierna homicida le pertenecía a la generala Dannak, quien tenía urgencia por atrapar a Leiza. Parecía que a la joven y a sus cuatro compañeros les esperaba otro tormentoso combate en aquél día de pesadilla, pues sin miramientos la generala embistió al gato Luespo para buscar asesinarlo, no iba a permitir que se le volvieran a escapar. La patada de Dannak no llegó a su objetivo al terminar detenida por otra pierna cubierta de Goan, una nueva persona apareció en el terreno para proteger al grupo, se trataba de una mujer con pelo largo y unos alargados pendientes verdes en las orejas; la legendaria guerrera de la Gran Revolución, Mirzaza.



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Editado: 29.04.2022

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