Entré al taller abandonado y enseguida Johann se alejó lo más que podía pegándose a las barras traseras de la jaula.
Pareces un animal enjaulado –Dije molesta- Lamentablemente no podré jugar ya contigo –miré como estar al borde del colapso- esto era la que querías, te complaceré porque la información que me diste me fue muy útil –miré a los demás guardaespaldas- sáquenlo de ahí y colóquenlo en la silla –Ordené-
Al instante lo sacaron mientras Johann suplicaba por su vida, una vez sentado lo apunté con la pistola en la cabeza.
Game over maldito bastardo–Dije disparándole en la cabeza-
La sangre salió salpicando los alrededores y un par de gotas cayeron en mi rostro, una vez muerto lo decapité y di la orden de deshacerse del resto del cuerpo mientras dejaba la cabeza dentro de una caja.
Pasada media hora llegó un carro negro por lo que supe que me invitado especial había llegado. Lo vi bajar con un saco en la cabeza siendo custodiado por dos de mis hombres, quienes le quitaron el saco después de sentarlo en la silla con las manos amarradas. Una vez me vio pude ver el terror que transmitía su rostro y sus ojos.
Veo que nunca aprendes –Dije sentándome al frente de él- fui demasiado misericordiosa para dejarte con vida hasta este momento –lo miré directamente a los ojos- Es muy fácil deducir que en tu larga vida no has sufrido ningún tipo de tortura ¿verdad? –Uno de mis guardaespaldas me entregó un alicate-
Te estás metiendo con la persona equivocada –Dijo Adel torpemente- No estoy solo, tengo guardaespaldas y a un asesino profesional que seguramente al notar mi ausencia vendrá por ti –Trató de sonar lo más amenazante posible-
¿Hablas quizás de un tal Johann? –Pregunté dirigiéndome a la caja y sacando la cabeza agarrándola del cabello- ¿De este Johann? –Sacudí su cabeza con una sonrisa al ver cómo Adel se ponía cada vez más pálido-
C-Como es esto posible... -Dijo hablando solo mientras empezaba a perder la cordura- No puede ser, él no es ¡NO ES POSIBLE! –Gritó de la nada totalmente aterrado-
Deja de andar chillando –Boté la cabeza cerca de un grupo de guardaespaldas- Desháganse de eso también, yo me encargo del imbécil de acá –Dije señalándolo- Antes de empezar con la diversión voy a contarte algo –Me volví a sentar mientras el resto salía del lugar- seguramente has escuchado un poco de mi pasado –empecé cruzando las piernas y colocando mis manos con el alicate en mi regazo-
No, nunca lo hice –respondió rápidamente-
¿En serio no sabes por qué tus padres evitaban que te metieras en problemas conmigo? –Reí levemente- Bueno te explicaré todo muy resumido –me aclaré la garganta- ¿recuerdas quiénes eran los Chang? –Asintió levemente- Pues yo los destruí cuando intentaron hacerle daño a mi familia, lo mismo pasó con las otras mafias que intentaron destruirme –Alan se había quedado en shock- poco a poco llegaron personas buscando mi protección y ayuda por lo que puedo decir que ese fue el inicio de "The Golden Families".
¡¿L-Los destruiste a todos?! –Dijo mirándome sorprendido- no es posible, no pudiste hacerlo sola
Pues lo hice –Dije seriamente- a veces lo imposible se hace posible cuando se atreven a tocar lo más preciado que tienes –Me paré acercándome más a él- Terminó la charla –Le di un golpe en la cabeza que lo hizo desmayarse-
Con el cuchillo le corté la planta de los pies y con el alicate le saque las uñas desamarrándolo para luego bañarlo en gasolina. Una vez se despierto, empezó a gritar adolorido pidiéndome que lo matara de una sola vez.
No seas aguafiestas –Dije colocando música en un tocadiscos antiguo- te encanta bailar por lo que sé, entonces –prendí el encendedor- baila hasta morir –lo tiré viendo cómo se quemaba hasta que después de un rato cayó al suelo sin vida- Apaguen el fuego y envíenlo a una funeraria para que lo terminen de cremar –Ordené caminando a la salida-
En eso una llamada me interrumpió, vi el número de Alan en la pantalla por lo que contesté rápidamente.
Señorita, ya pasamos a la señorita Sukkasem a la nueva habitación y el doctor dijo que pronto podría despertar –Notificó-
Listo, en una hora aproximadamente estaré por allá –Dije mirando mi reloj y colgando para llamar a Joseph-
Apenas esté listo colócalo en una caja y envíaselo a los señores Saetang –Dije subiéndome al carro-
Entendido –Apenas escuchar la afirmación colgué dirigiéndome a casa-
Me tomó una hora llegar, una vez en la casa me bañé para quitarme ese olor pestilente a sangre y poder ver a Jaidee.
Una vez entré a la habitación la vi con un suero intravenoso y con más color en sus mejillas. Le agarré las manos acariciándolas y dejando un beso en ellas.
Lo siento mucho mi ardillita –Dije colocando mi frente en el dorso de sus manos mientras las agarraba con delicadeza-
No tienes que disculparte –Respondió una débil voz sorprendiéndome y haciéndome levantar la cabeza para mirarla, notando como una leve sonrisa decoraba su rostro-
Si no me hubiera ido-
Nada hubiera cambiado –me interrumpió acariciándome una mejilla- no te culpes por lo que hubiera pasado o no, concéntrate en el presente
Casi te pierdo, no sabes lo preocupada y aterrada que estaba –solté sintiendo un dolor en el pecho-
Pero no lo hiciste –Me miró sonriendo levemente- ¿Qué esperas para abrazarme? –Preguntó riendo levemente mientras abría sus brazos-
Sin dudarlo ni un segundo la abracé recostándome en su pecho, su aroma suave mezclado con el de las medicinas inundó mi nariz haciendo que el mundo a mi alrededor se detuviera. Sus brazos me envolvieron y una caricia llegó a mi cabeza relajándome al instante.
Te extrañé como el infierno mi pequeña ardillita –Dije abrazándola-
Yo igual –Soltó una risa haciendo que su pecho vibre-
Sin darme cuenta del momento exacto me quedé profundamente dormida en sus brazos. No fue hasta la mañana del día siguiente, cuando el sol entraba insoportablemente en la habitación que me desperté.