Un zumbido constante era todo lo que oía, la fuerza con la que había salido expulsada del tanque fue tal que - combinado con su debilidad por haber vaciado su estómago de manera involuntaria - la había llevado a estar en un estado de debilidad absoluta, aun así se mantenía atenta a todo lo que podría llegar a pasar.
Se sentía expuesta, su visión era un desastre al igual que su audición y ni hablar de su cuerpo; no creía tener la fuerza suficiente para escapar si fuera necesario.
Leon se encontraba exhausto, había sido un dia demasiado largo y ahora le salían con esto.
Cuando Maya lo había ido a buscar a su habitación y le dijo que de un tanque que habían encontrado en la camioneta que tenían que interpretar esa mañana había oído golpes, y que luego al abrirlo había descubierto a una chica allí metida no pudo creérselo.
Pero ahora que la veía tambalearse en el suelo sabía que era mucho más real que cualquier cosa que hubiera visto en muchos años.
-¿Cual es tu nombre? - Esa fue la única pregunta que se le ocurrió decir a León, su voz había sonado cautelosa. Como temiendo de que si hablara mas fuerte aquella joven que estaba frente a él se esfumara.
¿Cual es tu nombre? ¿En verdad? No podía creer que esa era la primera pregunta que se le viniera a su líder por la cabeza. Si Jack hubiera hablado primero, seguramente le hubiera preguntado porque estaba metida allí o si se encontraba bien después de vaciar todo su estomago.
Todos creían que no obtendrían respuesta, pero una tímida voz se hizo oír.
-Gala…
Luego de decir su nombre, vio -aunque aún algo borroso- como las expresiones de esas cuatro personas cambiaban a unas sorprendidas.
-Bien Gala, yo soy León - Dijo el que parecía mayor que todos- Soy el líder de este grupo, y ellos son Jack, Archie y Maya.
El tal Jack era alto y fornido, con un cabello castaño y unos ojos tan marrones que parecían negros, mientras que la chica, Maya, tenía una figura normal, sus curvas no eran muy notorias pero lo que se llevaba toda la admiración era su cabello negro afro y su piel morocha que hacían resaltar sus claros ojos.
Sin embargo, quien le robaba toda la atención de Gala era Archie, aquel muchacho ni tan fornido ni tan escuálido que la miraba con unos ojos verdes llenos de intriga.
Notando que tenía toda la atención de ella, Archie paso una de sus manos por su cabello desordenado sus revoltosos rulos. Sintió como si le dieran una palmadita a su ego al saber que de toda esa habitación, era él el que más curiosidad le había generado.
Por alguna extraña razón, Gala sentía que ya había tenido sobre ella esos ojos verdes que , maravillados la miraban con tanta intriga.
-Bueno… Maya te llevará a las duchas, para que puedas higienizarte y quitarte todo ese líquido de encima ¿si? -Luego miró a Maya - ¿Puedes hacerlo?
-Claro, ven acompáñame.
Gala se levantó con sus pobres piernas temblorosas dispuesta seguir a aquella muchacha, pero antes de atravesar la puerta a voz del hombre la detuvo.
-Luego llevala a una habitación, que coma algo y descanse. Cuando reponga fuerzas hablaremos. ¿Te parece Gala?
El término hablar la puso nerviosa, eso nunca guiaba a buenas cosas, pero tratando de no ser maleducada con quienes la estaban tratando hasta el momento tan bien asintió con la cabeza para luego salir detrás de Maya.
Cuando se cerró la puerta, los hombres en esa habitación se miraron entre ellos y comenzaron a hablar, Jack le contó que fue lo que habían encontrado en su expedición y el porqué la habían traído allí, mientras que Archie le explicó cómo había podido acceder a la computadora que trae incluido el tanque.
-Estas son las duchas, yo esperaré aquí para luego llevarte a que comas y descanses - Dijo Maya, su curiosidad por aquella chica era inmensa, pero trataba de disimularlo- Ten, ponte esta ropa.
-Gracias… - La voz de Gala apenas se oyó, y si hubiera habido alguien más en aquel pasillo hablando, estaba segura que su voz habría sido sepultada completamente.
Se metió a aquella habitación llena de duchas y abrió una mientras cerraba la cortina de esta, abrió el agua y pegó un salto al sentir lo fría que está. Luego de regularla un poco comenzo a mojar su cabello y cuerpo, relajandose y masajeando su cuero cabelludo.
Tomo una ducha tranquila, como hacía mucho tiempo no la tenía. Uso el Jabon y shampoo que le había dado Maya, cerró el agua cuando terminó y luego procedió a secarse el cuerpo. Al pasar la toalla por su cuerpo, su piel dolió como si se la estuvieran arrancando y rápidamente se enrojeció; lo cual la sorprendió ya que con lo que secaba su cuerpo era suave, para nada comparado a como se había sentido en ella.
Ignorando aquello, se vistio y salio al encuentro con aquella mujer que la esperaba fuera.
Maya quedó sorprendida cuando la vio salir, nada quedaba de aquella chica tímida que entró allí. Ahora, estando limpia podía apreciar aquellos rasgos marcados y esa mirada abrasadora; dándose cuenta que lo que creyó era una joven de 18 años era en realidad una mujer no muy alejada de su edad.
Su cabello cobrizo y sus ojos caramelos combinaban de tal forma que parecían haber sido elegidos especialmente para ella, resaltados por su piel pálida. Tenía una musculosa verde militar suelta con un dibujo en el centro y unos jeans sueltos rotos en la parte superior del muslo en una de las piernas.
Pero, no fue su gran belleza lo que más le sorprendió ni su edad más avanzada de lo que ella había creído, sino esos tatuajes que destacaban desde su muñeca izquierda que subían hasta su hombro y terminaba en el costado del cuello y aquellos que se distingian en la parte que el pantalón estaba roto.
Dándole un aspecto feroz.
-Ya estoy lista - El malestar en su piel persistia, pero trataba de ignorarlo.
-Bien vamos.
De nuevo comenzó a seguirla, pero esta vez a su lado, llegaron a una habitación a la cual ingresaron. Gala no pudo observar con mucho detenimiento ya que comenzó a sentir un gran dolor en su torso y al bajar la vista divisó una mancha de sangre allí.