Golpe de Suerte

Capítulo 2 — El niño de ojos verdes.

 

Remy

—Niño, dame el número de tu mamá. Alguien tiene que venir a encargarse de ti —dijo el conductor de la ambulancia una vez bajaron a papá del vehículo en emergencias.

El señor, que tenía una edad similar a la de papá, me impidió seguir la camilla. Él me tomó de los hombros para que me calmara, pero sus esfuerzos fueron en vano.  

—¡No tengo mamá! —grité, intentando soltarme para correr hasta las puertas de cristal que se abrían solas cada vez que alguien se paraba frente a ellas, pero el sujeto negó.

—¿Cómo que no tienes mamá? Llamaré a una trabajadora social, ¿te parece? ¿Sabes qué es una trabajadora social?

Mi rostro palideció.

Sí, lo sabía. Una vez tuve que hablar con una después de que mamá... bueno, después de lo que pasó.

 

Hace un par de años…

Miré a mamá con lágrimas secas en mi rostro mientras ella trataba de ocultar con maquillaje las manchas moradas y verdosas que cubrían mis brazos y piernas.

Fueron unos niños de mi escuela quienes me golpearon, simplemente porque traté de defenderme de sus comentarios hirientes sobre no tener un papá.

El asunto llegó a oídos de las autoridades de mi escuela, pero mamá no parecía darle mucha importancia. Ella estaba furiosa por otros tipos de comentarios.

Los padres de mis compañeros se quejaban de mi apariencia descuidada y mi ropa sucia. A mamá no le hizo gracia escuchar esos comentarios.

No tomó ninguna medida para detener el acoso que sufría en la escuela. Fue entonces cuando apareció una trabajadora social, al menos así se presentó aquella mujer, y comenzó a hacerle preguntas a mamá y luego a mí.

Recuerdo claramente las palabras de mamá, advirtiéndome que tuviera mucho cuidado con lo que decía sobre ella y nuestra vida, porque esa mujer podría llevarme a un orfanato si decía algo "estúpido".

—El gobierno puede alejarte de mí para siempre —dijo—. Esa trabajadora social va a anotar todo lo que digas, así que sé cuidadoso.

Ella era todo lo que tenía, y a pesar de las cosas feas que me decía, no quería ir a un orfanato con otros niños sin padres.

—Pero… ¿Ella sabe dónde está mi papá?

Mi madre me miró con molestia. La escuché rezongar mientras terminaba de aplicarme una pasta del color de mi rodilla.  

—Ni siquiera se te ocurra preguntar por tu padre, ya te lo dije, él no te quiere. Él ni siquiera quería que nacieras, ¿por qué estás tan obsesionado con ese tema? No comprendo.

—No lo sé… tal vez, ahora que soy grande, él cambió de opinión.

Mamá rio entre dientes.

—Ay, cariño. No sabes lo que dices —se puso de pie y tomó uno de mis abrigos favoritos—. Ponte esto y deja que yo me encargue.

Recuerdo que solo tuve que responder un par de preguntas y la mujer se despidió de mí.

Mi mamá, por otra parte, tuvo una larga conversación con la trabajadora social, pero eso fue todo.

 

Agosto, 2024

—Por favor, déjeme ir con papá, no llame a una trabajadora social —le dije al conductor de la ambulancia—. Ya cumplí siete años, no soy un niño.

El hombre frente a mi se cruzó de brazos y esbozó una sonrisa burlona.

—Mira, hagamos lo siguiente —suspiró, resignado—. Dejaré que entres a la sala de espera junto con los familiares de otros pacientes, pero debes prometerme que te portarás bien.

Asentí de prisa.

—Lo prometo.

—¿Cómo se llama tu papá?

—Vincent —dije, mientras caminábamos hacia las puertas de cristal.

El conductor se acercó a uno de los paramédicos que atendió a papá en la carretera y le preguntó por su estado.

—Él está estable, incluso recuperó la conciencia mientras lo traíamos, pero está muy desorientado. Supongo que le harán algunas pruebas y se irá a casa pronto. Tuvo suerte.

Escuché al señor mientras mis dedos se retorcían nerviosamente frente a mí. El conductor de la ambulancia se giró hacia mí y le dio una palmadita en el hombro a su amigo el paramédico.

—¿Lo escuchaste, amiguito? A tu papá le harán algunas pruebas y pronto podrás verlo. 

Asentí, sintiéndome aliviado de saber que pronto podría estar a su lado.

Papá era todo lo que me quedaba. No quería perderlo.

 

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Vincent

—Señor Vincent, ¿puede oírme? Está desorientado debido al golpe en la cabeza. Es importante que se mantenga tranquilo mientras lo revisamos. ¿Puede decirme qué día es hoy? ¿Sabe dónde se encuentra?




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