Golpe de suerte

Capítulo 30. El garaje vacío.

William

Por un instante, quise creerle. Quise pensar que su historia era cierta. Que su coche realmente estaba oxidándose en el garaje, cubierto de polvo y telarañas. Que no tenía nada que ver con una maleta ni con un cadáver.
—Nikita —dije, levantándome también—, si no está usando el coche, no tendrá problema en acompañar a un experto nuestro y a mí a su garaje, ¿verdad?
Él dudó. Solo un segundo, pero lo suficiente para que yo lo notara.
—¿Ahora? ¿Para qué?
—Para quitarle cualquier sospecha. Pensamos que el cadáver en la maleta de su socio fue trasladado en un coche. Por eso vamos a llevarlo a inspección. Neumáticos, kilometraje, todo. Por protocolo.
Volvió a asentir. La sonrisa de antes se había desvanecido. Lo que quedaba en su rostro ya no era simpatía ni colaboración. Era otra cosa. Algo más tenso. Más medido.
—Por supuesto. Lo que necesiten —respondió.
Y lo que quedaba en su rostro ya no era simpatía. Era otra cosa. Algo que se parece mucho al miedo… disfrazado de cortesía.

Antes de salir de la comisaría, Nikita se detuvo en seco frente a la puerta. Se giró hacia Carlos y hacia mí, con una expresión que ya no era la del hombre seguro de hacía una hora. Ahora tenía los hombros más altos, las cejas fruncidas y un brillo distinto en los ojos.
—Una cosa… —dijo, tragando saliva—. Cuando lleguemos, ¿podrían no decir que Ángel era mi pareja?
Carlos levantó una ceja. Yo no respondí de inmediato.
—¿Por qué?
—Es que… ella no lo sabe todo. Y no quiero decepcionarla. Es muy buena, y no sé cómo reaccionará a mi pasado. Tampoco quiero que sepa que sois policías.
Nos miramos unos segundos. Carlos me lanzó una mirada rápida, como diciendo: “Tú decides”.
—Está bien —dije al fin, con un gesto seco—. Hoy somos… ¿qué? ¿Proveedores?
—No —respondió Nikita, rápido—. Mejor, posibles compradores de mi coche. Hace tiempo pensaba en venderlo.

Demasiado elaborado como para haberlo inventado en ese instante. Tenía la impresión de que Nikita estaba haciendo todo lo posible por reescribir su pasado. Con cuidado. Con urgencia. Como quien borra un nombre escrito a lápiz y repasa encima con tinta nueva, esperando que nadie note la diferencia.
¿Por qué? Hoy en día, a nadie le sorprenden las relaciones poco convencionales. No creo que su entorno ignorara su historia con Ángel, especialmente trabajando codo con codo en un salón donde lo personal y lo profesional se entrelazan sin remedio. Aunque… ¿quién soy yo para juzgar? Últimamente, ni siquiera tengo algo parecido a una vida sentimental. Ni tiempo, ni cabeza, ni margen para pensar en eso.

Y, sin embargo, lo que más me inquietaba no era su historia con Ángel, sino su insistencia en que no nos identificáramos como policías. La ciudad entera hablaba del asesinato. El nombre de Valverde había salido en todos los medios. ¿Cómo podía su prometida no saberlo? Y si lo sabía… ¿por qué fingir?
Después de todo, Ángel no era un desconocido. Era el socio del hombre con quien ella planeaba formar una familia. Sería lógico que lo interrogáramos.
Aun así, acepté la condición de Nikita. Primero, porque no veía en él la sombra de un culpable. Y segundo —tal vez lo más importante—, porque necesitaba su confianza total. Nikita conocía a Valverde mejor que nadie. Si había respuestas, si había grietas… él podía dárnoslas.
Y para llegar ahí, a veces hay que hacerse invisible, aunque lleves una placa en el bolsillo.

Subimos al coche sin más palabras, pero en el aire flotaba la sensación de que algo no encajaba. No que Nikita estuviera mintiendo... pero estaba visiblemente nervioso.

El trayecto no fue muy largo. Una urbanización residencial a las afueras, bien cuidada, con fachadas repetidas y buzones relucientes. Casas donde uno no esperaría cadáveres ni mentiras, sino cenas de domingo y bicicletas aparcadas en el porche.
—No está mal el barrio. ¿Cuánto costará comprar una casita aquí? —preguntó Carlos.
—No sé. A mí la mía me llegó por herencia —respondió Nikita.

Entramos en el patio, aparqué mi coche y salimos. La puerta no tardó en abrirse. Fue ella quien nos recibió, como quien abre a alguien esperado, no a desconocidos. Cabello recogido en un moño suelto, rostro limpio y ese brillo en la piel que a veces acompaña al embarazo. No hacía falta ser detective para saber que estaba en el último trimestre. Treinta, tal vez treinta y cinco años. Su sonrisa era de esas que no se aprenden: abierta, sincera, doméstica. El tipo de mujer que convierte una casa en hogar.
Cuando vio a Nikita, sus ojos se iluminaron sin disimulo, como si el mundo se ordenara solo con su presencia.
Y fue en ese instante, mientras ella lo abrazaba con naturalidad y sin una pizca de sospecha, que entendí por fin su petición. No quería que supiera que éramos policías. No porque tuviera algo que ocultar… sino porque quería proteger esa nueva vida. Su presente. Porque aún estaba intentando que el pasado —el salón, Ángel, todo lo demás— no se filtrara entre los ladrillos de esa casa.
Ahora todo tenía sentido.
—¡Amor! —exclamó la mujer con dulzura—. ¿Ya volviste tan temprano?
Luego nos miró, curiosa, pero sin incomodidad.
—¿Y ellos?
—Los posibles compradores de mi coche, como te comenté. Ya sabes que no me hace falta —dijo Nikita enseguida—. Quieren verlo antes de decidir.
Ella asintió con entusiasmo.
—Ah, claro. Pasen, por favor. ¿Queréis café? ¿Té? ¿Agua con limón? Tengo de todo.
—Gracias —intervine antes de que Carlos aceptara por reflejo—. Será rápido. Solo vamos al garaje a ver el coche.
—Vete a casa, amor mío. Hace mucho frío y no quiero que te enfríes —dijo Nikita con mucha dulzura.
Ella sonrió con amabilidad y volvió al interior sin más. Parecía una mujer acostumbrada a confiar en él. O quizás, simplemente, más ocupada en crear vida que en vigilar secretos.

—Vamos. Ten cuidado con las cajas de la mudanza —dijo Nikita, guiándonos hacia el garaje adosado—. Aún no he tenido tiempo de ordenarlo todo.
—¿Mudanza? —pregunté, al llegar a la puerta lateral.
—Sí, aunque dura ya más de un año —dijo con media sonrisa—. Son mis cosas de otra vida. Ahora no sé si me harán falta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.