Golpe tras golpe

Capítulo 2

Valeria había pasado la mañana recorriendo las calles de la ciudad, buscando una historia que valiera la pena, pero como siempre, las pistas parecían llevarla a un callejón sin salida. En su trabajo como periodista de investigación, esa sensación de estar cerca de algo importante, pero no ser capaz de alcanzarlo, era familiar. Cada día, cada historia sin resolver, se acumulaba sobre sus hombros como una pesada carga. Pero Valeria estaba acostumbrada a ese peso. A los 24 años, ya se había ganado un nombre en el periodismo, aunque, al mismo tiempo, había hecho enemigos poderosos.

Estaba sentada en una cafetería de esquina, repasando unos documentos sobre los oscuros círculos de la mafia en el mundo del boxeo, cuando su teléfono vibró. Un mensaje del editor de su revista: "¿Estás lista para la conferencia de hoy? Es tu oportunidad de conseguir lo que necesitas." Valeria suspiró, guardó los papeles con rapidez y se levantó. Sabía que esta conferencia era la puerta que podía abrirle muchas de las respuestas que había estado buscando. La mafia había infiltrado el boxeo profesional de una manera que nadie parecía poder desenredar, pero ella estaba decidida a exponer la verdad.

El evento se llevaba a cabo en un hotel de lujo, donde el aire acondicionado luchaba por controlar el calor de las luces que iluminaban el escenario. Los asistentes eran muchos, pero Valeria no estaba allí para socializar. Su objetivo era claro: encontrar a los contactos adecuados, a aquellos que pudieran darle las piezas faltantes del rompecabezas que llevaba meses armando. El lugar estaba lleno de figuras del mundo del boxeo, empresarios y promotores, todos con sonrisas calculadas y miradas de hielo. Sin embargo, su objetivo era uno en particular: los vínculos entre los grandes nombres del boxeo y los grupos mafiosos que controlaban gran parte del dinero que se movía en la sombra.

Mientras caminaba por el salón lleno de murmullos y risas, un hombre de presencia imponente cruzó su camino. Marco Santoro. No lo conocía por su nombre, pero su figura era difícil de ignorar. Alto, con una postura que desbordaba confianza, y unos ojos que, a pesar de la multitud, parecían fijarse en cada movimiento a su alrededor. Marco era el tipo de hombre que no necesitaba decir una palabra para que todos supieran que su presencia era importante. Su figura, ensombrecida por el traje oscuro que llevaba, se destacaba entre los demás asistentes. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Valeria fue la sensación inexplicable que despertó en ella. En ese instante, el ruido del salón se desvaneció ligeramente y, por un breve momento, la multitud desapareció. Solo quedaban él y ella.

Su mirada se cruzó con la de Marco, y un escalofrío recorrió su espalda. No era atracción, no al menos de la forma en que Valeria entendía la atracción física, sino una curiosidad incontrolable, una sensación de que había algo en él que no encajaba con su entorno. Algo en su postura, en sus ojos fríos, en la forma en que se mantenía al margen de la conversación, despertaba algo más profundo en Valeria. Él no parecía un hombre común, ni mucho menos alguien a quien se pudiera conocer fácilmente.

Marco, por su parte, sintió una leve incomodidad al notar que esa periodista lo observaba fijamente, pero no dijo nada. Su concentración en la conferencia y en lo que podía ser una oportunidad clave para avanzar en su carrera era mucho más importante. Sin embargo, el hecho de que ella estuviera allí, entre los invitados, observando y tomando notas, no pasó desapercibido para él. Sabía que los periodistas siempre merodeaban alrededor de los eventos importantes, buscando historias que pudieran llevarlos al siguiente nivel, y lo último que necesitaba era que su nombre fuera vinculado a algo que no pudiera controlar.

Valeria, por un momento, decidió ignorar la sensación de inquietud que le había provocado el encuentro con Marco. Tenía una misión. No podía distraerse con la figura de un hombre que, de todas formas, no parecía interesado en sus intenciones. Se acercó a un pequeño grupo de asistentes, buscando la información que necesitaba, mientras en su mente se formaban preguntas sobre él. ¿Quién era realmente Marco Santoro? ¿Qué lo traía a este tipo de eventos? La idea de que su presencia estuviera relacionada con algo más oscuro que lo que se mostraba a simple vista comenzó a crecer dentro de ella.

El discurso de apertura comenzó, y Valeria tomó asiento en la primera fila, lo suficientemente cerca como para escuchar cada palabra y, lo más importante, observar a todos los presentes. Sin embargo, su mente volvía una y otra vez a ese hombre. Marco estaba allí, entre los asistentes, pero de alguna manera parecía no encajar. Como si fuera una pieza de un rompecabezas que no pertenecía al conjunto.

A medida que el evento avanzaba, Valeria pudo escuchar rumores en los pasillos, murmullos sobre las peleas en las que algunos de los boxeadores más conocidos estaban involucrados. La mafia no estaba solo en los rincones oscuros del boxeo; su influencia se extendía a cada rincón, a cada esquina de la industria. Y Marco, con su presencia tan enigmática, era el tipo de hombre que podría tener acceso a esos círculos oscuros. Sin embargo, no tenía pruebas, solo una corazonada que la llevaba a investigarlo más a fondo.




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