La noche se estiraba, interminable, mientras Valeria regresaba a su departamento. A pesar de la oscuridad que envolvía la ciudad, las luces de la calle iluminaban su camino, pero ni la ciudad ni su entorno podían despejar la maraña de pensamientos que nublaban su mente. Marco había dicho más de lo que ella esperaba, pero también había dejado más preguntas que respuestas.
¿Era él víctima o villano? ¿Cómo encajaba su mentor Emilio en todo esto? Valeria no tenía una respuesta clara, pero algo le decía que la verdad estaba más cerca de lo que pensaba, aunque también la podía poner en grave peligro.
Cuando llegó a su departamento, el teléfono vibró en su bolsillo. Al principio pensó que podría ser una llamada más de su jefe o de alguno de los contactos que la ayudaban con la investigación, pero al ver el número desconocido en la pantalla, una sensación de incomodidad se apoderó de ella.
Contestó sin pensarlo demasiado. “¿Hola?”
La voz al otro lado era grave, fría, como si ya supiera todo lo que estaba pensando. "Te estás metiendo demasiado profundo, Valeria. Si sigues con esto, las consecuencias no solo afectarán a Marco. También a ti."
Valeria apretó los dientes. "¿Quién es? ¿Qué quieres?"
Una pausa. La voz se suavizó, pero no había calidez en ella, solo una amenaza implícita. "Soy alguien que tiene mucho interés en que no descubras lo que hay detrás del boxeo. Es un consejo. Deberías tomarlo en serio."
El teléfono se cortó abruptamente, y Valeria, con la mano temblando ligeramente, miró la pantalla durante unos segundos, sin saber qué pensar. No era la primera vez que recibía una llamada así, pero la conexión con Marco la hacía sentir que estaba más involucrada de lo que quería.
Suspiró, dejando que el peso de la situación se asentara sobre ella. Estaba en una encrucijada, no solo profesionalmente, sino también emocionalmente. Había algo en Marco que la atraía, una oscuridad que, aunque peligrosa, despertaba una necesidad de comprensión en ella.
Sabía que no podía dar marcha atrás. No sin saber la verdad.
A la mañana siguiente, Valeria comenzó su jornada con una energía renovada, aunque seguía con la sensación de que algo estaba al borde de estallar. Sus fuentes no la habían decepcionado; había conseguido información sobre los lazos entre Emilio y las apuestas ilegales, pero también sobre algo más inquietante. Había rumores de peleas arregladas, de luchadores que no llegaban a casa después de una noche de entrenamiento. El mundo de Marco, el de Emilio, parecía estar más vinculado al crimen organizado de lo que pensaba.
Decidió que era el momento de seguir la pista. No solo por la historia, sino porque su instinto le decía que Marco no era el único que tenía secretos oscuros. Si quería obtener respuestas, tenía que enfrentarse a ellos. Pero, ¿hasta dónde estaba dispuesta a llegar?
El gimnasio donde entrenaba Marco estaba a unas pocas cuadras de su departamento, pero esa mañana Valeria decidió ir a pie. La brisa fresca la despejaba de las tensiones, aunque algo en su interior le advertía que las siguientes horas serían clave. La tensión en su pecho crecía con cada paso.
Cuando llegó, vio a Marco en la entrada del gimnasio, hablando con un hombre corpulento que parecía sacado de una película de mafiosos. El hombre tenía una actitud desafiante, con el rostro marcado por cicatrices y un par de tatuajes visibles en su cuello. Marco, sin embargo, parecía mantener una calma inquebrantable.
"¿Qué quieres, Demian?" escuchó Valeria decir desde lejos.
Demian. Era el mismo nombre que había encontrado en los informes que había revisado. Un tipo que se había involucrado en las peleas ilegales, un hombre con conexiones que nadie quería tener.
El hombre rió, pero la risa no llegó a sus ojos. "Lo mismo de siempre, Marco. Necesito asegurarme de que la pelea se dé como debe ser. Y tú... tú sabes lo que pasa si no cumples."
Marco no mostró ninguna emoción, pero Valeria pudo notar la tensión en sus hombros. Sabía que él estaba acostumbrado a tratar con gente como Demian, pero había algo en su postura que dejaba claro que no todo estaba bien.
Se acercó más, y la conversación cambió de tono cuando Marco la vio. Su rostro pasó de una expresión de indiferencia a una de sorpresa, casi de alarma. Como si hubiera sido descubierto.
"Valeria," dijo Marco, no con el tono cálido que había utilizado antes, sino con uno más seco, más calculador. "No es lugar para ti. Vete a casa."
Pero Valeria no se dejó intimidar. "No me voy a ir hasta que hablemos."
Demian la observó con una sonrisa burlona, como si la situación le divirtiera. "¿Crees que estás en control aquí, pequeña? El mundo del boxeo no es un juego. Y mucho menos lo es el que Marco juega."
Valeria apretó los puños. Sabía que no debía involucrarse más, pero la fuerza con la que la historia la había arrastrado la obligaba a seguir.
"Marco, ¿qué está pasando realmente aquí?" insistió.
Marco la miró fijamente, como si estuviera evaluando si debía decirle más. La respuesta fue cortante, casi cruel: "No puedo protegerte si sigues metiéndote en esto. Hazte un favor y aléjate."
Pero Valeria no podía. No ahora. No cuando sentía que estaba a punto de descubrir algo mucho más grande.