El gimnasio estaba en silencio cuando Marco se quedó solo. Valeria se había marchado minutos antes, pero sus palabras seguían resonando en su mente. "¿Vas a pelear por el futuro que deseas, o vas a seguir cargando con las cadenas del pasado?"
Sabía que tenía que tomar una decisión, pero cada camino parecía llevarlo a un callejón sin salida. Aceptar la pelea significaba dinero, reconocimiento y la posibilidad de un futuro en el boxeo profesional. Pero también significaba volver a sumergirse en un mundo del que había intentado escapar.
Suspiró, pasándose la toalla por la nuca. No podía permitirse distracciones. No ahora.
—¿Sigues aquí? —la voz de Emilio lo sacó de su ensimismamiento.
Marco se giró y vio a su mentor apoyado en la puerta del vestuario, con los brazos cruzados. Había algo en su mirada que lo inquietaba, como si supiera exactamente lo que estaba pasando por su cabeza.
—Solo estaba despejando la mente —respondió Marco, aunque ni él mismo se creyó sus propias palabras.
Emilio avanzó un par de pasos y lo estudió con atención.
—He visto a muchos peleadores pasar por esto —dijo con tono sereno—. La duda es el peor enemigo antes de subir al ring.
Marco apretó la mandíbula.
—No es solo la pelea, Emilio. Es todo lo que viene con ella.
Su mentor lo observó en silencio antes de hablar.
—Si esperas un camino limpio, sin riesgos ni sacrificios, este deporte no es para ti.
Marco sintió que las palabras de Emilio lo golpeaban más fuerte que cualquier puñetazo recibido en el ring. Siempre había creído que podía encontrar una salida, un punto medio entre su ambición y su moral, pero la realidad era otra.
—Mira, muchacho —continuó Emilio—, esta oportunidad no va a esperarte para siempre. Tienes que decidir si vas a tomarla o dejarla ir.
Marco bajó la mirada, sintiendo el peso de la conversación.
—No sé si estoy listo.
Emilio sonrió de lado.
—Nadie lo está.
El silencio se instaló entre ellos por unos instantes, roto solo por el sonido de los golpes en los sacos de boxeo al otro lado del gimnasio.
—Tómate la noche para pensarlo —agregó Emilio, dándole una palmada en el hombro—. Pero mañana quiero una respuesta.
Marco asintió, aunque en su interior, la incertidumbre seguía creciendo.
Esa noche, el apartamento de Marco estaba más silencioso que de costumbre. Se sentó en la mesa de la cocina con el contrato de la pelea frente a él, las letras impresas burlándose de su indecisión.
Tomó su teléfono y, casi sin pensar, abrió su chat con Valeria.
Marco: ¿Puedes hablar?
No pasaron ni dos minutos antes de que Valeria respondiera.
Valeria: Siempre.
Sonrió levemente, sintiendo una extraña sensación de alivio.
Minutos después, estaban sentados en una cafetería, lejos del gimnasio y de todo lo que los rodeaba en los últimos días. Valeria sostenía una taza de café entre las manos mientras lo observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Te ves tenso —comentó ella, con un tono más suave de lo habitual.
—Lo estoy.
—¿Por la pelea o por lo que significa?
Marco dejó escapar una risa seca.
—¿Hay diferencia?
Valeria entrecerró los ojos, estudiándolo con atención.
—Tal vez. Pero lo que realmente importa es qué es lo que tú quieres.
Marco se pasó la mano por el cabello, frustrado.
—Eso es lo que intento averiguar.
Valeria apoyó los codos en la mesa y se inclinó un poco hacia él.
—Sé que no nos conocemos desde hace mucho, Marco. Pero no me parece que seas de los que se quedan quietos esperando a que las cosas pasen.
Marco levantó la vista, sorprendido por la precisión de sus palabras.
—¿Y si esta pelea lo complica todo?
—¿Y si no? —respondió Valeria con un leve encogimiento de hombros—. A veces hay que dar un paso al frente y ver qué pasa.
Marco dejó escapar un suspiro.
—Mañana tengo que decidir.
Valeria sonrió levemente.
—Entonces hagamos algo. No pienses en mañana. Solo en esta noche.
Marco arqueó una ceja.
—¿Qué tienes en mente?
—Confía en mí.
Antes de que pudiera protestar, Valeria ya estaba de pie, extendiéndole la mano. Marco dudó por un instante, pero finalmente la tomó.
Esa noche, sin saberlo, Marco estaba a punto de tomar la decisión más importante de su vida.