Golpe tras golpe

Capítulo 25

El coche avanzaba por la carretera desierta, dejando atrás la mansión, ahora tan solo un recuerdo empañado por la niebla de la madrugada. Marco miraba el paisaje, pero no veía nada. Su mente estaba completamente absorbida por todo lo que había sucedido en las últimas horas. La muerte de Emilio había sido un giro inesperado, pero necesario. La sensación de haber cerrado un capítulo de su vida lo consumía, aunque sabía que el siguiente capítulo aún no estaba escrito.

Valeria, al volante, mantenía su atención en la carretera. No era un viaje largo, pero sentía como si cada kilómetro los separara más del mundo que conocían y, al mismo tiempo, los acercara a una verdad más amarga: no podían huir de sus propios fantasmas.

—¿A dónde vamos ahora? —preguntó Marco, sin girar la cabeza. Su voz sonaba vacía, como si la pregunta misma fuera una carga que no sabía cómo responder.

Valeria no respondió de inmediato. Se veía pensativa, como si estuviera sopesando varias opciones, pero ninguna parecía adecuada. Finalmente, su mirada se desvió hacia él y, en sus ojos, había una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

—A ningún lado en particular —respondió con una ligera sonrisa, aunque no era suficiente para aliviar la tensión entre ellos—. Lo único que sé es que no podemos quedarnos aquí. Este lugar... nos ha marcado, Marco. Y ya no podemos seguir huyendo.

Marco asintió lentamente. Sabía que tenía razón. La mansión había sido un símbolo de todo lo que habían perdido, y aunque ahora estaban libres de Emilio y de su red, la sensación de que el pasado aún los perseguía era demasiado fuerte.

—Lo que hicimos... ¿realmente fue lo correcto? —preguntó Marco, rompiendo el silencio que había envuelto el coche.

Valeria lo miró rápidamente, como si estuviera buscando una respuesta en su rostro. El rostro de Marco había cambiado, ya no era el hombre que había entrado en la mansión con determinación. Ahora, parecía estar buscando algo más, algo que le diera paz a su alma.

—No lo sé —respondió ella, su voz suave, pero firme—. No siempre sabemos si lo que hacemos es lo correcto. Pero lo que sí sabemos es que no podíamos seguir viviendo bajo su sombra. No podíamos seguir siendo parte de lo que Emilio representaba. Lo que hicimos fue necesario, aunque no nos guste. Ahora tenemos que vivir con las consecuencias.

Marco la miró en silencio, procesando sus palabras. Valeria tenía razón. Habían tomado decisiones difíciles, pero ya no podían cambiar lo que había ocurrido. Lo que los esperaba era un futuro incierto, y aunque la redención parecía una palabra vacía, era lo único que les quedaba por alcanzar.

El coche giró en una esquina, y a lo lejos, se podía ver el resplandor de la ciudad despertando lentamente. Habían dejado atrás los confines oscuros del mundo en el que se habían sumergido, pero ahora la ciudad parecía más lejana que nunca, como si ya no pertenecieran a ella.

—Vamos a encontrar un lugar tranquilo —dijo Valeria, manteniendo sus ojos en la carretera. Su tono era más decidido, pero Marco pudo notar la tensión en su mandíbula. Había algo en su actitud que le decía que Valeria también estaba buscando algo, algo que solo ella conocía.

El coche aceleró, dejando atrás la ciudad, mientras Marco se sumía en sus pensamientos. Sabía que Valeria tenía razón, pero también sentía que el futuro no sería tan fácil de enfrentar como lo había sido la huida. La ciudad, las personas, el pasado... todo volvería, tarde o temprano. Ningún escape era realmente seguro.

De repente, Valeria frenó bruscamente, sacando a Marco de su ensimismamiento. Miró al frente, sorprendida. Un coche había aparecido de la nada, avanzando rápidamente hacia ellos. Valeria giró el volante, evitando un choque por poco, y detuvo el coche al borde de la carretera.

El silencio que siguió fue aterrador. Marco miró alrededor, buscando algún indicio de lo que había ocurrido, pero no vio nada. Solo el ruido del motor apagado y la quietud de la carretera. En su estómago, una sensación fría se instaló, como si algo más estuviera a punto de ocurrir.

—¿Estás bien? —preguntó Valeria, aún con la respiración agitada.

Marco asintió, pero su mente no dejaba de dar vueltas. Algo no estaba bien. El hecho de que un coche hubiera aparecido de esa forma, tan repentinamente, no era una coincidencia. Alguien los estaba siguiendo. La sensación de que las sombras del pasado nunca los dejarían en paz volvía con más fuerza que nunca.

Unos segundos después, el motor de un coche se escuchó a lo lejos. Valeria se tensó, mirando por el retrovisor. Marco vio cómo su mirada cambiaba, como si estuviera evaluando sus opciones. El vehículo que se aproximaba no parecía ser el mismo que acababan de evitar, pero el hecho de que algo tan extraño hubiera sucedido ya los ponía en alerta.

—Vamos —dijo Valeria con firmeza, arrancando el motor—. Ya no podemos perder más tiempo.

Marco asintió, sintiendo el peso de la situación. La decisión ya estaba tomada. Sin importar lo que viniera, tendrían que enfrentarlo. Pero esa sensación en su pecho, esa certeza de que algo oscuro se acercaba, no la podía ignorar. Algo que no estaba en sus planes, pero que no podrían evitar.

El coche arrancó, y mientras se alejaban de la carretera, una sombra se deslizaba silenciosamente detrás de ellos, sabiendo que la última batalla aún no se había librado. Y esta vez, no sería solo un enfrentamiento físico. La guerra, por fin, tomaría una forma más siniestra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.